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El día que llegó el Tour. 50 años de Tour de Francia en La Seu d'Urgell

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Ferran Queralt | 03 Aug 2018

El día que llegó el Tour. 50 años de Tour de Francia en La Seu d'Urgell

El día que llegó el Tour. 50 años de Tour de Francia en La Seu d'Urgell

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"No ha habido triunfo español en la Seo de Urgel, pero no será porque no se haya hecho todos los esfuerzos posibles por conseguirlo"

Eduardo Teus, La Vanguardia, 12 de julio de 1968

 

El de 1968 fue un Tour especial. Con Anquetil ya retirado y Merckx todavía sin debutar en la ronda francesa, pero ya ganador del Giro, aquel año no había ningún gran corredor dominando del pelotón. Prueba de ello es que la gran vuelta tuvo hasta siete líderes distintos, entre ellos el español Gregorio San Miguel. Hasta aquí, poco hay de especial en ese Tour, salvo que no hubo un vencedor claro hasta la última etapa y que fue el último año que se corrió por equipos nacionales. Sin embargo, aquel Tour, en su decimotercera etapa, llevó por primera vez a los ciclistas de Saint Gaudens hasta el corazón del pirineo catalán, a la población de La Seu d'Urgell. Ahora, cincuenta años después, ocho ciclistas con pocas luces nos desplazamos a Saint Gaudens, al sur de Francia, para repetir la etapa que se celebró el 11 de julio de 1968.

 

 

© El Mundo Deportivo

 

La jornada, según el roadbook del Tour, nos deparaba 208,5 kilómetros, que terminaron siendo 212,7 y más de 3.000 metros de desnivel positivo, una proeza teniendo en cuenta nuestro estado físico... Peor debió ser en el año 68 teniendo en cuenta las bicicletas que llevaban y el estado en que debían estar las carreteras. Eso, aunque poco, nos consuela.

Nuestra etapa empieza de forma muy parecida a la que se disputó hace cinco décadas. Con el cielo encapotado y bajo una lluvia suave que caía de forma intermitente, salimos de Saint Gaudens bien equipados y con la seguridad de saber que teníamos dos vehículos de apoyo. Enfilamos una carretera de perfil suave, con pocas curvas y que nos permite andar charlando y riendo. Seguimos con alguna bajada y algún repecho agradable para las piernas pero, al mismo tiempo, conviviendo con la lluvia que refresca a la par que se volvía molesta a ratos.

 

 

Así llegamos a Sent Gironç. De allí tomamos la carretera D-618, una maravilla que corre primero al lado del río Le Salat y, luego, el Arac. Envuelta de árboles, nos lleva de forma rápida y suave hasta Massat. Aquí empieza la primera dificultad de la jornada, el Col de Port de 12,5 kilometros al 5% de pendiente media. Pero más que una dificultad resulta ser una agradable sorpresa. Se trata de un puerto bonito, de rampas suaves, que se deja pedalear, con una carretera tranquila y unos paisajes que nos recordaron a los del País Vasco.

Sin más problemas que el mismo pedaleo, coronamos el puerto. Nos hacemos las fotos de rigor, llenamos bidones y nos lanzamos tranquilamente hacia Tarascon, donde tenemos marcada la parada para comer, antes de afrontar el coloso de la jornada. De menú, unos bocadillos, refrescos fríos y un poco de charla. Y repetimos ritual; cargamos bidones y barritas y marcamos parada en Merenç, unos 30 kilómetros más tarde, para avituallarnos antes de empezar la parte dura del puerto. 

 

 

Ahora tomamos la N-20, una carretera ancha que empieza con rampas suaves pero que todos sabemos que en 55 kilómetros nos tiene que llevar a los 2.400 metros en los que se corona Envalira. Volvemos al pedal, a la charla, pero ya vamos tomando cada cual su ritmo; somos conscientes que nos esperan tres largas horas. Hacemos parada en Merenç y, por turnos, bebemos, hablamos y cada cual vuelve a lo suyo, con calma pero sin pausa.

La jornada se torna épica —¡y mira que nos gusta poco la épica!—, pero no sé quien se empeña en ponérnoslo más difícil de lo que por sí ya es... A partir de L'Ospitalet empieza a llover de forma intensa, cosa que nos impide ver al ciclista que justo que pedalea delante nuestro. Cuanto más subimos, más nos rodea una espesa niebla. A esto hay que sumarle el tráfico intenso de franceses que se dirigen al Pas de la Casa, en Andorra, a pasar el sábado y a hacer las compras indispensables: alcohol, tabaco y gasolina.

 

 

Nosotros seguimos a lo nuestro, es decir, un lento y penoso ascenso en el que a ratos nos encontramos algún compañero. Ves que todos íbamos igual de tocados nos consolaba un poco. Finalmente, y tras un considerable esfuerzo, llegamos a Envalira, donde nos refugiamos en la cafetería, tomada al asalto ya que llevaba media hora cerrada. Allí nos recuperamos del del frío y la lluvia. ¡4ºC marcaba el mercurio! Tomamos bebida caliente, nos secamos la ropa y nos disponemos a un largo descenso hasta La Seu d'Urgell. 

Nuestras caras ya han cambiado. Sabemos que lo hemos conseguido que va a ser muy difícil que logremos el objetivo que nos habíamos marcado. Montamos de nuevo en nuestros velocípedos y nos lanzamos al descenso tranquilo que nos hacía cruzar Andorra en busca de La Seu y, sobre todo, de una mejor temperatura. Una vez cruzado el Principado pirenaico entramos en La Seu y hacemos el mismo recorrido que hicieron los ciclistas: avenida Salòria —que se asfaltó para la visita del Tour—, giro a la izquierda tras los pabellones deportivo, el Passeig —también con asfalto nuevecito—, y encaramos la meta que está en la avenida Pau Claris delante de la Plaça de les Monges. 

 

 

Ahora sí, después de una larga jornada que empezó a las siete y media de la mañana en Saint Gaudens, a las siete de la tarde llegamos a La Seu.Abrazos, besos y risas, y merienda para recuperar —si es que perdimos algo—, para comentar la gesta que esta etapa ha supuesto para algunos de nosotros. La foto final de rigor fue delante del perfil de la etapa que hay a modo de serigrafía en la cafeteria Vélo Cafè, donde, si alguien se anima,  puede informarse de todos los detalles de un recorrido hasta ahora olvidado y que bien merece que se recupere en forma de brevet. La hemos bautizado la Vélo Brevet. 

* Gracias a Susanna, Vicent y Climent.