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Más del Team VOLATA - La Caleya Gravel Race

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Oriol Hergo | 27 Jun 2017

Más del Team VOLATA - La Caleya Gravel Race

Más del Team VOLATA - La Caleya Gravel Race

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El pasado viernes 9 de junio salíamos de la ciudad condal con el objetivo de recorrer casi novecientos kilómetros en coche para poder asistir a la primera edición de La Caleya Gravel Race en la ciudad de Gijón.

Nueve horas comiendo carretera y techo; rescatando viejos cedés que íbamos quemando a buen ritmo para amenizar la larga travesía. La variedad de estilos musicales acompañaba a la evolución del paisaje que observamos a través de las ventanillas. Desde el secarral de la provincia de Lleida, al desierto de los Monegros por Aragón. Pasamos de cerca las Bardenas Reales en Navarra y finalmente la vegetación volvía a rescatar el verde a medida que nos acercábamos aorillas del Cantábrico. Una vez ya en Cantabría disfrutamos de las vistas que nos ofrecen los Picos de Europa para finalmente cerrar el viaje en Asturias. Tierra de cachopos, sidra y el Pitu Caleya.

 

El trayecto nos refrescaba recuerdos de la travesía Barcelona-Gijón que completamos en bicicleta Sergi y un servidor junto a otros 6 compañeros de ruta durante el año 2014. Tomás, también estuvo presente acompañando y retratando al pelotón en el inicio de aquella aventura.

Cuando llegamos a Gijón, nuestro cicerone asturianu, Eduardo Guerra, nos esperaba en su morada con un frigorífico lleno de cervezas enfriadas para la ocasión. La media tarde que nos quedaba disponible la consumimos rápidamente con una visita relámpago a la tienda de bicicletas Santa Catalina, culpables de nuestra visita para recorrer las caleyas de Gijón. Ahí se iban ultimando los detalles aún pendientes y los organizadores seguían resolviendo dudas sobre que bici era la más adecuada o que cubiertas calzar en un día donde la variedad de terrenos pondría a prueba aquellos ciclistas que no pedalean fuera de un piso bien asfaltado. Visita exprés a la zona del puerto para terminar el día con unos tercios de cerveza y una bolsa de pipas mientras nos poníamos al día con viejas amistades. Cenamos ligero y a buen ritmo para ir pronto a dormir, el sábado tocaba un día que prometía entretenido en la oficina.

La jornada despertó soleada y realmente calurosa a pesar de la cercanía con la costa Cantábrica. Tal era el nivel de bochorno a primera hora que directamente dejamos los manguitos y los chalecos en casa. Cruzamos Gijón para estirar piernas hasta la zona universitaria donde cada año se celebra el Critérium de Gijón y nos adentramos en la campiña asturiana por algún tramo de pavés hasta llegar al punto de salida.

La Caleya Gravel Race es una carrera que empieza con una salida al estilo Alleycat. Es decir, las bicis aparcadas y los corredores en línea. El recorrido marcado por puntos de control que hay que visitar en el orden establecido, también puede ser recortado a criterio de cada corredor. Cuenta atrás y los cincuenta participantes corren hacia su montura, anclar zapatillas y empezar a pedalear. El recorrido nos llevaría por carreteras, pistas forestales, incluso alguna trialera y caleyas. 

Caleyas es el nombre que reciben los viejos caminos sin asfaltar en Asturias. Cualquier bicicleta es aceptada para la carrera. Había desde algunas mountain bikes, y la mayoría escogieron bicis de ciclocross, gravel o de carretera. Los organizadores recomendaban para estas últimas llevar cubiertas de 28, e incluso hubo quien se atrevía con el clásico 23.

El recorrido de la prueba fue diseñado por el neoprofesional Iván Cortina (bloguero de VOLATA), quien dejó patente que le gusta meterse por cualquier lado con su bicicleta. El primer escollo a salvar de la jornada fue el Pico del Sol con sus últimas rampas a través de una pista hormigonada que hicieron que el desayuno se nos atragantara a más de uno cuando empezamos a engullir rampas que superaban el 13%. A partir de ahí, caminos y tramos de sube y baja, cruzando villas y granjas. Todo el recorrido con un total de 92 kilómetros alrededor de la ciudad de Gijón nos hizo escalar el Picu del Fariu para coronar finalmente en el Alto Fumarea, salvando un rampón del 27%. Con los dos puntos ya coronados restaba volver al inicio a través de una pista forestal por Deva. A pesar del día caluroso, la zona estaba bien embarrada y el lodo se iba acumulando en los puentes de freno.

Durante todo el recorrido, los participantes debían pasar por 6 puntos de control donde te ponían el sello en el carné de ruta del día. A pesar de tener la ruta marcada los locales que se conocían la zona podían ir recortando kilómetros a través de distintos desvíos. Detalle importante si querías vencer en la prueba.

Después de 5 horas de ruta llegamos al punto de salida completando todo el recorrido para poner el último sello. Era el momento de saborear unas merecidas cervezas mientras ondeaba la bandera de La Caleya. La imagen de la carrera con un guiño directo a las banderas que abarrotan los márgenes de todos los tramos durante el Tour de Flandes: fondo amarillo, pero esta vez cambiando el León de Flandes por el de un pollo, el Pitu de Caleya. Nombre atribuido a las aves de raza autóctona asturiana que se crían por los pueblos por donde habíamos pedaleado sin descanso y rompiendo la tranquilidad que se respira habitualmente.

A partir de ahí, empezó la segunda jornada del día: la culinaria y de celebración, que francamente a alguno de nosotros se nos da mejor que la deportiva. Escalopines al cabrales, chipirones afogaos y el aclamado cachopo bien acompañado por unas sidras debidamente escanciadas. 

Así somos los componentes del Volata Team. Poco ortodoxo dónde los haya, capaces de engullir 18 horas en coche para pedalear 5 horas acompañados de viejas y nuevas amistades. Pero ante todo disfrutar de lo que hacemos encima de la bicicleta. Jornadas cómo La Caleya nos recuerdan que incluso con una bicicleta de carretera te puedes adentrar en viejos caminos de cabra, por muy empinados o rotos que sean. Disfrutar de las pistas forestales a pesar de llevar el freno casi bloqueado por el barro acumulado. Son días como este los que recuerdas al final del año, los que disfrutas con amigos lejos de las carreteras que solemos recorrer cada semana.