Utilizamos cookies propias y de terceros para mejorar nuestros servicios. Si continúa navegando, consideramos que acepta su uso.

Siempre hace sol en Mallorca - Team VOLATA

SUSCRÍBETE

Zöe Calhoun | 01 Mar 2018

Siempre hace sol en Mallorca - Team VOLATA

Siempre hace sol en Mallorca - Team VOLATA

Compartir

El objetivo del día era subir a Sa Calobra, la conocida y serpenteante ascensión mallorquina, la lluvia persistió y decidimos esperar. Antes de partir, nos paramos en un café justo afuera de la estación de tren que hay en la base de la montaña. Me pido un vino tinto. Los demás, café y chocolate caliente. Son las 11 de la mañana y se burlan sobre la elección de mi bebida hasta que les recuerdo que estamos de vacaciones y hace frío. Treinta minutos después de esta parada en boxes, nos encontramos al otro lado de la isla, "el lado seco". Sigue lloviendo, y pedaleamos juntos mientras la lluvia nos va calando, nos caen gotas de los cascos y el agua se van filtrando en las zapatillas.

La comunicación entre nosotros se limitaba al ritmo de pedaleo y a los niveles de hambre: evitamos hablar sobre lo molesto de la situación hasta que la lluvia amaina. Tiritamos y nos reímos solos. Conseguimos hacer broma de cómo nuestros zapatos se han transformado en piscinas. Cuando cerramos las manos, congeladas, nos gotea agua de los puños. Ochenta kilómetros más pasados por agua y estaremos en casa. Entonces sale el sol y los ciclistas "menos aventureros" salen a dar un cálido paseo.

Cuando nos empezamos a quitarnos las capas de ropa empapada, vemos que tenemos marcas de barro en la espalda. Mientras nos acurrucamos alrededor de los radiadores, nos vamos turnando para ducharnos y poco a poco nos vamos quitando el frío de los dedos de los pies y las manos. Es la hora de las hamburguesas y las cervezas. Abrigados con ropa seca, con una cerveza fría en las manos el paseo bajo la lluvia ahora parece más divertido. Estábamos asombrados que consiguiéramos hacer el trayecto juntos, hambrientos de grandes montañas.

Nos conocimos hace solo dos días, pero después del paseo frío de hoy, estamos más cerca los unos de los otros. Las bicicletas nos unieron, pero las dificultades nos han convertido en amigos. Somos un grupo de frikis de las bicicletas de ciudades distintas que aún no se habían conocido. Jota, Isis y yo representamos a Madrid y una forma de pedalear. Nuestros hermanos catalanes, Tomás y Uri, son los veteranos de la tripulación ya que este es su segundo año en Team Volata y tienen un montón de aventuras tremendas en bicicleta a sus espaldas. Fuimos a Mallorca con la excusa de las bicis y hemos acabados siendo amigos. 

***

El punto de encuentro era nuestro Airbnb. Los colegas de Barcelona fueron a la isla en ferri mientras que Jota, Isis y yo volamos en avión un día después. Nos recibieron un tipo flaco llamado Tomás y su amigo amante del bacon, Uri. Juntos llenamos nuestros cuerpos con sobrasada y el apartamento con bicicletas.

Sale el sol, nos ponemos en marcha y pedaleamos por pintorescos caminos con cactus y palmeras y el aire salado del océano llenando nuestros pulmones. Nos turnamos para conversar con nuestros nuevos amigos mientras circulamos por caminos angostos y exuberantes. Conocerse es más fácil gracias al ciclismo. Todo era nuevo: ropa nueva, bicicletas nuevas, lugares nuevos, amigos nuevos, pero no nos sentimos desamparados. 

Nuestro primer día terminó con una pasta carbonara casera y cerveza. Hubo cierta controversia sobre la adición de un ingrediente especial por parte de Tomás: el pimiento rojo. A Uri no fue fácil convencerle pero finalmente se rindió después de la promesa de Tomás: ración extra de bacon. El olor a cebolla y pimiento flotaba en el apartamento. Estábamos preparados para ingerir carbohidratos y charlar con buena gente. Esa noche nos reímos juntos y dormimos bien. El sonido de las gotas de lluvia marcó nuestros sueños y la salida bajo el agua del día siguiente.

Es nuestro último día. Nos levantamos y está lloviendo. Cambiamos las bicicletas de alquiler por la ensaimada. Camino a la tienda, nieva y lo tomamos como una señal. Nos premiamos con un inmerecido día de descanso y exploramos Palma a pie. La compañía y la comida disminuyen la decepción. Uri y Tomás, cuyo ferry sale hacia Barcelona a las 23:00h, suben a la soleada y nevada Sa Calobra. Jota, Isis y yo embarcamos en el avión. Estamos muy celosos y deseábamos volver a pedalear juntos de nuevo. El puerto más emblemático de Mallorca todavía nos espera, erigiéndose en nuestras fantasías, pero ya preparamos otras aventuras, esta vez, más soleadas.