El próximo 4 de mayo arranca la edición 101 del Giro de Italia. Será histórica —así lo califican en la web oficial de la prueba— ya que la Corsa Rosa saldrá de Jerusalén, en Israel. Esta decisión, junto con la participación de Chris Froome, ha multiplicado la notoriedad del Giro, pero en muchos sectores también ha generado polémica. En el número 14 de VOLATA —a punto de salir— nos adentramos en la controversia que esto ha generado. Buscamos los matices, las virtudes, las quejas, las protestas; como la que se vivió el sábado 14 de abril en Perpinyà.
La lluvia deslució una manifestación ciclista convocada para denunciar la decisión tomada por la dirección del Giro de Italia de ubicar la salida de la ronda italiana en la ciudad de Jerusalén. Una veintena de manifestantes se dieron cita en la plaza Catalunya con la intención de recorrer las principales arterias de la ciudad sobre ruedas tratando de sensibilizar a la población sobre el perjuicio que esta decisión tiene para los palestinos. Su gozo en un pozo, pues la marcha no llegó a salir de la céntrica plaza por culpa del intenso aguacero que cayó durante toda la tarde.
La organización del acto, compartida entre los “Jeunes Communistes 66” (Jóvenes Comunistas 66) y el BDS France (un colectivo que promueve a nivel local la campaña internacional de Boicot, Desinversiones y Sanciones al Estado de Israel), aprovechó, eso sí, para denunciar ante la prensa el hecho de que tanto la salida como las tres primeras etapas trascurran por los territorios palestinos ocupados de Cisjordania sirviendo para legitimar y normalizar la ocupación militar que sufre la población palestina. Además, aprovecharon para relacionar un evento deportivo como la ronda ciclista (que no tendrá ningún problema de circulación por esos territorios) con las dificultades que sufren a diario los deportistas palestinos (así como la propia población) para poder afrontar sus propias competiciones a causa de las restricciones impuestas por los soldados israelíes. Bajo la etiqueta #CambiaGiro en las redes sociales se trata de presionar a la organización para que modifiquen el recorrido.
En Perpinyà, además, se ha aprovechado para denunciar el papel del Estado Francés, al que acusan de no actuar ante la situación del abogado francopalestino Salah Hamouri, preso desde el mes de agosto en una cárcel israelí tras haber pasado ya seis años en prisión -entre 2005 y 2011- y al que aún nadie sabe por qué motivo está encarcelado.
Hay que decir que la ciudad goza de un tejido asociativo ciclista bastante importante pese a ser relativamente pequeña. Asociaciones como “La Casa Bicicleta”, “Perpicyclette” o “Vélo-en-Têt” trabajan para garantizar una buena mobilidad ciclista tanto en sus calles como en las carreteras del resto de la región así como para compartir las nociones básicas de mecánica en un taller participativo. Una red que, sin duda, habitualmente se pone al servicio de diferentes mobilizaciones de todo tipo.
Esta no ha sido la única protesta visible sobre la salida del Giro en Jerusalén y las diferentes repercusiones y ramificaciones que esto supone. Durante la pasada Volta a Catalunya, por ejemplo, el movimiento BDS protestó por la presencia del equipo Israel Cycling Academy. Quedan pocas semanas para el inicio de la prueba italiana y se verá si la dirección de RCS –organizadora del Giro- tiene que gestionar esta situación de cara a la opinión pública.