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Así se hizo la portada de VOLATA#46

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Pedro Mecinas | 05 Jun 2025

Así se hizo la portada de VOLATA#46

Así se hizo la portada de VOLATA#46

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Siento mucha fascinación por casi todas las aves que habitan este planeta, empezando por las de mi querida Albufera, que es lo que más cerca tengo. Encuentro en casi todas ellas aspectos especiales diferentes que hacen que me resulten muy atractivas a la hora de representarlas en una pintura.

El caso del cóndor me parece súper especial, ya que es el ave nacional de Colombia, país que algún día me encantaría visitar por las cantidades de aves endémicas que posee, y, además, es el ave más grande del mundo, con una envergadura de casi 3 metros y un peso de unos 12 kilos. Esto, para un pájaro, es algo realmente excepcional. Hay que pensar que una golondrina —por citar una ave reconocible para la mayoría de nosotros— pesa un máximo de 20 gramos. El cóndor es, sin duda, una de las especies dentro del reino animal más sobrecogedoras y me encantaría algún día poder avistar estos grandes alados con mis propios ojos, y por ello, he puesto toda esa energía en la realización de la obra que, sin duda, ha sido de las más especiales —y laboriosas— que he realizado nunca.

Me pareció muy curioso que se estableciera un símil entre un ciclista y esta ave. A Egan Bernal lo llaman el cóndor de Zipaquirá, y de este pseudónimo me vino la idea de añadir de fondo una bandera colombiana que hiciera de nexo entre el animal y el hombre.

En cuanto a la técnica, el cuadro está realizado íntegramente con spray, usándolo no solo de manera directa si no aplicándolo también con pincel, previamente diluido con un poco de disolvente. El motivo de esta aplicación es la cantidad de diferentes texturas y matices de colores que esta especie tiene, lo que hace especialmente difícil su realización. Otro aspecto destacable es que la zona central del animal, en tonos cálidos, se trabajó aplicando el spray en un trozo arrugado de plástico con el que froté el propio lienzo. Ha sido un trabajo de paciencia y de minuciosidad, y, a la vez, muy satisfactorio, en el que paso a paso he podido darle  forma a tan majestuoso animal.


Para tener espacio para conseguir este nivel de detalle, tuve que usar un lienzo en un bastidor de madera de 1,80 metros por 1,40 metros. Se podría haber hecho incluso más grande, pero ya tuve dificultad para subir este bastidor a la terraza superior del edificio —donde normalmente pinto— ya que no cabía por las escaleras de la comunidad y tuvimos que subirlo con una cuerda a pulso por la fachada.

Pintar un cóndor entraba en mi lista de objetivos que quería hacer, y ha sido bonito que este animal encarnase un sentido tan humano como es la figura de un deportista, como si arte, naturaleza y ser humano se juntasen en una sola obra.

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