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Escola de Ciclisme Juneda-Garrigues: 'Somos un pequeño milagro'

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Texto: Isaac Vilalta / Fotografia: Albert Font y Escola de ciclismo Juneda-Garrigues | 20 Nov 2024

Escola de Ciclisme Juneda-Garrigues: 'Somos un pequeño milagro'

Escola de Ciclisme Juneda-Garrigues: 'Somos un pequeño milagro'

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La lluvia de otoño obliga a un descanso aparente en la actividad de la Escola de Ciclisme Juneda-Garrigues. Es un buen momento para charlar con Norbert Herrera, un cul inquiet que dedica buena parte de su tiempo libre al ciclismo. En sus años de delegado federativo de Lleida de la Federació Catalana de Ciclisme la cabeza no le daba respiro y, más allá de sus obligaciones, de ver carreras y de estar en contacto con un sinfín de gente, algo empezó a buscar su punto de cocción.

“Estábamos en un momento en que en Lleida había un vacío. En toda la demarcación, en un territorio amplísimo, había una sola escuela de ciclismo en pista, pero nada de MTB, lo que suponía un gran déficit, un agujero negro en el mapa. Es cierto que como delegado federativo hablaba con gente diversa de todas partes, pero al final acabé en mi casa, en Juneda”. Este pequeño pueblo de la comarca de Les Garrigues tiene una larga tradición ciclista, como la carrera de las fiestas del pueblo, con sesenta años de historia y una de las más emblemáticas de Catalunya con su larga recta de adoquines. El ciclismo, aquí, no suena raro.

Los cabos sueltos encajan

La idea inicial, o el proyecto de idea, no contemplaba la creación de una escuela de ciclismo en Juneda. “En ningún momento me había planteado que fuese aquí, pero es que en toda la demarcación no había nada en MTB. La escuela podía haber sido en la Cerdanya, en La Seu d’Urgell, en Balaguer o en Lleida capital, era bienvenida en cualquier lugar”. En esa fase había que madurar una idea que tenía más preguntas que certezas, “es que no sabes por dónde empezar porque, ¿qué es primero, el huevo o la gallina? ¿Necesitamos escuelas para poder organizar competiciones, u organizamos competiciones para ver si salen escuelas? Pero sí que teníamos clara una cosa, en ningún momento lo pensamos como una actividad extraescolar, sino que el proyecto era el de una escuela de ciclismo con unos requisitos mínimos como el de disfrutar de una instalación cerrada”.

Para desarrollar lo que ha visualizado, Norbert Herrera realiza una radiografía y descubre que hay algunas piezas que si se juntan pueden dar resultado. Implica a vecinos de su pueblo, de Juneda, que están ligados de una forma u otra al ciclismo. Al mismo tiempo, habla con el Consell Esportiu de Les Garrigues, de ámbito comarcal y que ya estaba llevando a cabo una actividad extraescolar cada sábado. “Y teníamos localizados unos terrenos municipales, un solar que encajaba con lo que buscábamos, un espacio dónde el ayuntamiento no tenía previsto hacer nada. Además, teníamos un club federado —el Club Colla La Pedalada del cuál Norbert es ahora el presidente— que podía dar amparo y apoyo legal. Nos reunimos todos y planteamos como punto de partida, una escuela de ciclismo homologada”.

Norbert Herrera rememora la creación de la Escola como si abriera un gran desplegable encima de la mesa del Cafè Rosinach donde tomamos un café. Es una tarde gris, aunque el conjunto porchado de arcadas del Carrer Major de Juneda disimula la lluvia. Los clientes de bar saludan a Norbert y le pican con comentarios, “¡venga, que vas a salir en la prensa!”, pero él no se desvía de su relato. “No molestéis que esto va a salir en VOLATA”. Remprendemos el hilo. “A partir de ahí, le damos forma administrativa con este modelo de gestión tan particular en que interviene el Club, el Ayuntamiento y el Consell Esportiu de Les Garrigues, que se encarga de los monitores y de gestionar la parte técnica. Esto, a nosotros como club, nos cargaría mucho de trabajo, pero, a cambio, aportamos nuestra presencia en referencia a la federación. El Ayuntamiento, como te decía, pone las instalaciones y nos facilita las grandes gestiones”.

Es así como a finales de 2019 la Escola de Ciclisme Juneda-Garrigues abre las puertas. “Rápidamente se prende la chispa frente a ese déficit brutal que había a nivel formativo. La Escola capta la atención de niños y niñas de diferentes pueblos y vemos que, a pesar de ser un deporte minoritario comparado con el fútbol o el baloncesto, y de estar en una comarca desfavorecida, puede salir bien”. La Escola arranca bien, pero, sin tiempo para disfrutarlo, llegan los primeros golpes. “Empezamos en noviembre de 2019 y a los pocos días, sufrimos el temporal Gloria que afectó gravemente a las instalaciones. Y cuando nos estábamos recuperando, a principios de 2020, llegó la pandemia de la Covid. Bueno, los inicios son siempre complicados, ¿no?”

Ascensión meteórica y un sentimiento único

Superados estos fuertes contratiempos que afectaron a toda la sociedad, la Escola se repuso sin plantearse si el crecimiento tenía que ser lento y paulatino. Cinco años después de su creación ya había conseguido la puntuación máxima que la sitúa entre las 10 mejores escuelas ciclistas en Catalunya, es decir, una escuela Hors Catégorie. “Y esto, en un pueblo de 3500 habitantes y de una comarca que siempre aparece en las quinielas de las más desfavorecidas”, insiste Herrera. “Nuestro plan inicial era llegar a la máxima categoría en unos 8 o 10 años y lo conseguimos en la mitad de tiempo. No sé el porqué, quizá por el hecho de no tener ‘competencia’. Lo que es evidente es que hay una cuestión latente, la gente quiere practicar ciclismo y no sabe dónde ir”.

Pero como todo en la vida, casualidades, las justas. “Siendo realistas, vienen aquí porque no hay otra opción. Esto en primer lugar. Pero también porque quieren competir y saben que aquí damos clases de forma ordenada y metódica. En estos cinco años, otra cosa que hemos visto es que al principio muchos chicos venían aquí con el ciclismo como segundo deporte y ahora ya es su primera opción, incluso dejando lo que hacían antes, ya fuera fútbol, baloncesto o hockey patines”.

Y añade que “los alumnos aquí descubren que forman parte de un colectivo. Tenemos, por ejemplo, un grupo de cinco chicos de L’Espluga de Francolí, que está en la demarcación de Tarragona, pero otros vienen incluso de más lejos a pesar de ser de la demarcación de Lleida, gente que viene de Artesa de Segre, Agramunt o Serós. En total, alumnos de treinta y un municipios diferentes. Tenemos un grupo de chicos y chicas muy heterogéneo, de procedencias diferentes, edades diferentes, pero todos se sienten la Escola como suya. Quizá, al ser un pueblo pequeño, el sentimiento de pertenencia es mayor”.

Más allá de los sentimientos, que nunca se pueden comprar, hay una forma de hacer las cosas que engancha. “Sí, también ayuda nuestra forma de ser, muy natural y cercana, un proyecto sin ánimo de lucro. Entre semana, a veces tenemos unos 60 alumnos y ves a los padres mezclados, todos hablando entre ellos, haciendo grupo, cuando lo único que tienen en común es la Escola. Al juntarlo todo, a parte de hacerlo razonablemente bien, la velocidad de crecimiento fue más alta de lo que podíamos esperar, quizá hemos quemado etapas demasiado rápido. Por ejemplo, la introducción a la competición requiere su tempo, los niños deben entender cómo se compite, pero también los padres”

Escuela de escuelas

Con sólo cinco años de historia, la Escola de Ciclisme Juneda-Garrigues se ha convertido en un referente. Porque no hay más, claro, pero también porque cuando la gente del mundillo ciclista se fija en lo que pasa ahí, ve que la cosa funciona. Y esto ha despertado curiosidades e inquietudes. Y más en un mundo tan pequeño en el que el boca-oreja es uno de los sistemas de comunicación más básicos. “Ahora vemos que hay la intención de crear escuelas parecidas en otros pueblos, pero, por el momento, no hay nada concreto en toda la demarcación de Lleida y es una lástima. En Vielha este año se creó una escuela de ciclismo de carretera, en Lleida hay una en el velódromo y en MTB, sólo la nuestra. Es decir, en toda la provincia, hay sólo tres escuelas homologadas. Es muy poco. Hay que agitar el árbol, hacer crecer la base. Porque, al mismo tiempo, hay muchos clubes de MTB y mucha tradición en carretera”.

Y preguntado sobre si otros proyectos se han interesado por como hacen las cosas des de dentro, Norbert Herrera es tajante. “Nos han consultado, sí, de algunos proyectos que quieren empezar y que se plantean replicar nuestro modelo. Y, de hecho, ya existe un proyecto que lo ha llevado adelante, la escuela de atletismo de Arbeca, también en la comarca de Les Garrigues. Esto demuestra que, aunque es complejo, el modelo no es malo”. En la Escola disponen actualmente de once técnicos gracias a la gestión del Consell Esportiu de Les Garrigues, algo que el Club Colla La Pedalada no podría asumir.

Actualmente, en Catalunya hay cincuenta y dos escuelas de ciclismo y, de estas, solo diez son Hors Catégorie, la distinción máxima. Para esta clasificación, la Federació Catalana tiene en cuenta aspectos como las instalaciones, el programa, el número de federados y, de estos, las que son féminas. A día de hoy, la Escola Juneda-Garrigues cuenta con noventa alumnos en edad de promoción, de los cuales quince son chicas, además de tener doce alumnos en la escuela de adultos. “Entendemos que nuestro caso, el de tener una escuela Hors Catégorie en un pueblo de 3.500 habitantes de Les Garrigues es un pequeño milagro. Es que del resto que también son de la misma categoría, ¡algunas son de poblaciones que nos multiplican por 25! Que también tendrá sus desventajas, pero claro…”

“Estar catalogada al máximo nivel, tener todos estos técnicos, un buen programa de actividades y hacer las cosas de forma ordenada… Pues todo esto te da credibilidad y un cierto estándar de nivel —asegura Herrera—. Y ser Hors Catégorie también nos ayuda a nivel de patrocinadores. ¡Por lo menos no se ha borrado ninguno! También nos dejamos ver muchísimo por las carreras. Todo esto nos ayuda, intentamos no pasar desapercibidos”.

El límite a cien

Está por ver qué futuro espera a una escuela joven pero plenamente consolidada, con unos fundamentos sólidos. “Es cierto que a día de hoy estamos cerca de nuestro límite. Yo prefiero atender a 100 alumnos y hacerlo bien, que no tener a 120 pero llegar más justitos. El tener más porque sí no me sirve. Ahora tenemos 90 y, en un día de entreno, llegamos a los 60. Cuando hay luz diurna, no hay problema porque puedes diversificar las actividades, pero cuando avanza el otoño, se complica la cosa”.

El presidente del club considera que este estándar de calidad es una marca diferencial, “pero no podemos meter más gente aquí porque sí, no todo vale. Ya estamos cerca de nuestro techo. Aunque estamos creciendo en espacio porque hace poco nos han cedido 4.500 metros cuadrados más. Pero, al mismo tiempo, no es fácil encontrar más técnicos titulados, en esta zona la gente no se forma. Y administrativamente la Escola cada vez lleva más trabajo”.

¿Qué ingredientes contiene la poción mágica para seguir así los próximos años? “Intentamos mantener el nivel a base de la autoexigencia, intentando tocar siempre de pies en el suelo. E innovar poquito a poco. Este año, por ejemplo, vamos a avaluar a los alumnos con unas notas de consecución de los contenidos que trabajamos según el programa técnico de la Escola. Así, los padres y madres ven que estamos muy encima de sus hijos, que intentamos hacer las cosas bien, que esto no es un “chiquipark”.

Y, además, abrirse a lo que surja. “Tenemos un alumno que anda muy bien en pumptrack y esto ha animado a compañeros suyos. Así como nosotros hacemos de motor con otras posibles escuelas del territorio, este niño está haciendo de motor dentro de nuestra propia escuela con sus compañeros. Al Campeonato de Catalunya de Pumptrack llevamos a once chicos nuestros. Y esto nos anima a hablar con el ayuntamiento para construir un pumptrack dentro de nuestras instalaciones y así diversificar actividades. Hay veces en que las cosas no vienen premeditadas, hay que dejar fluir un poco”.

En la Escola se plantean dar un salto que les lleve a trabajar de los tres días actuales a cuatro o cinco por semana, aunque a eso hay que sumarle las actividades que hacen fuera de sus instalaciones en algunos colegios con actividades inclusivas. Y las competiciones de los fines de semana, por supuesto.

“De lo que más orgulloso me siento es de haber conseguido este ambiente tan heterogéneo, de este sentimiento de pertenencia en un pueblo tan pequeño. No lo esperábamos para nada. En el equipo hay química y esto no se entrena, simplemente sale. El gran secreto de la Escola es la química, el buen rollo. Aquí se ha alineado todo y, más allá de las historias personales que tenemos todos, la Escola está por encima. Todos tenemos clara cuál es la dirección y remamos juntos hacia ahí”.

Salimos fuera porque la lluvia da una pequeña tregua y Norbert Herrera me acompaña hasta el Carrer de la Font, esta larga calle de adoquines con un ligero desnivel en subida. “Mira, aquí disputamos cada año la carrera por las fiestas del pueblo. Es de las más míticas de Catalunya”. Y acaba con un gesto indisimulado de satisfacción. “Eh, y en el ayuntamiento están muy contentos. Cuando empezamos, el alcalde solo nos puso una condición, que esto funcionara. No le importaba si con cincuenta alumnos o con cien, pero que funcionara. El año pasado organizamos la Copa de Catalunya Infantil en MTB y había cincuenta autocaravanas aparcadas junto a nuestras instalaciones. Gente por todos los rincones del pueblo, los bares llenos… El alcalde flipó”.