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De repente, un giro cerrado y una rampa empinada

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Dean Downing | 12 Apr 2019

De repente, un giro cerrado y una rampa empinada

De repente, un giro cerrado y una rampa empinada

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Hace más de veinte años que, cada sábado y de forma ininterrumpida, ciclistas de la zona de Rotherham, en el sur de Yorkshire, se reúnen para hacer una ruta circular de unos ochenta kilómetros. Hacia la mitad de la ruta, se organiza una pequeña carrera de unos cuarenta minutos. Cada semana es el mismo recorrido. Algunos ciclistas vienen desde Doncaster, otros de Sheffield y demás lugares de la zona. A veces, cuando hace mal tiempo, sólo hay un puñado de personas rodando, pero durante el verano se pueden congregar ochenta o incluso cien ciclistas.

Lo mismo pasa en otras zonas de Yorkshire, como en los aledaños de Leeds, donde clubes ciclistas como los de Ilkley y Oatley, que llevan décadas en activo, tienen esa misma rutina semanal, con rutas que han conseguido ser muy populares a lo largo de los años. Así es cómo funciona la comunidad ciclista de Yorkshire y gracias a ella aprendí a ser ciclista.

Empecé a ir en bicicleta cuando tenía 8 años en el club de Thurcroft, mi pueblo natal, en el sur de Yorkshire. Allí aprendí a rodar junto con mis amigos, con mi padre y con mi abuelo. En Dinnington, a tres millas de distancia, había otro club, en Rotherhnam, cerca de Sheffield, otro, y también en Chesterfield, donde siempre ha habido clubes ciclistas. Desde que era niño he vivido siempre con la sensación de que había una gran comunidad ciclista que se vehiculaba gracias a una red local de clubes que trasmitía esos valores propios de una gran familia. 

Tour de Yorkshire 2018 (Foto: Karen M. Edwards)

 

Así que antes de la llegada del Tour de Francia en 2014, esa tradición ya estaba presente. El Grand Départ, y posteriormente la creación de Tour de Yorkshire en 2015 fueron elementos catalizadores que consiguieron que el ciclismo fuera aún más popular. Sin duda, el paso del Tour y toda la campaña de comunicación creada y liderada por Sir Gary Verity —destituido a finales marzo por un posible caso de malversación de capital— consiguió unir el turismo con el ciclismo y viceversa, y logró que esa cultura escondida a ojos del mundo fuera ahora visible.

Recuerdo que, aquellos días del Gran Départ de 214, uno de los comentarios más frecuentes de los corredores en la prensa, era que estaban asombrados de la dificultad y dureza del terreno. Casi nadie sabía realmente como era Yorkshire como territorio ciclista, porque nunca habían competido allí. Por ejemplo, los últimos cien kilómetros de la etapa que terminaba en Sheffield, eran un constante rompepiernas, con subidas de un kilómetro que se repetían hasta cinco veces en tramos de diez kilómetros, y eso es muy diferente a competir subiendo, por ejemplo, el Alpe d'Huez. En Yorkshire los puertos eran rectos y abruptos y se necesitaba mucha fuerza para superarlos.

Tour de Yorkshire 2018 (Foto: Karen M. Edwards)

No hay cimas de veinte o treinta kilómetros como en los Alpes, los Pirineos o los Dolomitas, sinó que rueda constantemente por pequeñas carreteras que de repente hacen un giro cerrado y se empinan montaña arriba. De algún modo, podría asimilarse a Bélgica, aunque sin tantas zonas de pavé. De hecho, nuestra cultura ciclista es también similar: tenemos un sistema de clubes, tenemos corredores jóvenes y tenemos profesionales —aunque no tantos como los belgas— que están en los medios de comunicación constantemente. Aun así, no me atrevería a decir que Yorkshire es como la nueva Bélgica; Yorkshire es simplemente Yorkshire.

Quizás uno los elementos más característicos que tenemos es lo que se conoce como el Yorkshire grit, algo de lo que a mi hermano Russell le encanta hablar y de lo que se siente orgulloso. Sinceramente, no sé exactamente cuál es el origen de la expresión, pero encaja muy bien con la dureza que se asocia a la gente de Yorkshire. El veterano ciclista de Mirfield, Brian Robinson, con quien siempre es un placer charlar de sus logros como profesional —fue el primer británico en ganar una etapa en el Tour de Francia en 1958—, era trabajador de la construcción, un obrero, e iba a correr el Tour cuando podía cogerse unos días libres. Cuando dejó de ser ciclista profesional, volvió a la construcción. Esto es algo que no sucede habitualmente con los corredores de otros sitios, pero es muy propio de Yorkshire: personas que encarnan la figura del héroe de la clase obrera que, en su caso, se manifestaba tanto sobre la bici como fuera de ella. De alguna forma, me gusta creer que todos tenemos esa dureza que transmitía Robinson y con la que se empleaba a fondo en todos los frentes.

Dean Downing (izquierda) junto a su hermano Russell Downing (derecha), en una imagen reciente (©Facebook)

Dean Downing, ex corredor profesional y director deportivo. Actualmente es entrenador de ciclistas en Downing Cycling.

Este artículo forma parte de VOLATA#18, número dedicado al condado de Yorkshire

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