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La belleza del ciclocross

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Hollis Duncan | 03 Jan 2015

La belleza del ciclocross

La belleza del ciclocross

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“¿Dónde esta Hermida? ¡No le veo!”, pregunté a un corredor que estaba a mi lado en la linea de salida. “Justo ahí!”, dijo mientras señalaba a José Antonio, el favorito de la carrera, vestido con el equipo blanco y verde del Multivan Mérida como a una bicicleta de distancia. Me sorprendió ver que no estaba en primera linea, sino tres o cuatro filas más atrás. Pero arrasaría en la carrera de 3 km y ganaría el Campeonato de Cataluña "Trofeu Joan Soler" de ciclocross el pasado 6 de diciembre con un tiempo de 1'15'' de ventaja sobre Tomas Misser (Guess-Guack) antiguo campeón del mundo de descensos. Muchos de los que competían aquel día crecieron con posters de él en las paredes de sus habitaciones.

El Parque de L'Arboretum de Manlleu amaneció completamente cubierto de niebla y fue la protagonista durante las primeras carreras, pero más tarde apareció un sol cálido para la carrera masculina de elite. La pista estaba llena de hierba densa que provocó una zona de barrizales obligando a los corredores a desmontarse y ponerse las bicis al hombro y correr con barro hasta las rodillas.

Como corredor norteamericano de ciclocross en Cataluña, me suelo sentir como en casa los domingos. Aunque me costó cuatro temporadas darme cuenta de que “som-hi” no es un apellido catalán y hablo castellano y la mayoría de la gente tiene un acento catalán muy cerrado, el lenguaje del ciclocross es universal.

El ciclocross en Cataluña es familiar, es igual de probable que te encuentres un perro beagle haciendo la siesta al lado de una Ridley X-Night como que te codees con un campeón mundial de mountain bike. Todo es muy relajado; hasta que suena el pistoletazo de salida. Aunque las carreras no son lo agresivas que son en Bélgica o en el Pais Vasco, el nivel es alto. He oído que el propietario de una conocida tienda de bicis de alta gama, que me consta que no es de los que se queda atrás, se presentó una vez a una carrera, terminó último y no ha vuelto. Este es quizás un ejemplo de como se hace complicado para la federación catalana atraer corredores noveles que terminan en última posición y no vuelven a aparecer.

Lo que conecta con mi dilema como corredor entusiasta que soy, pero con poca fuerza y aún menos habilidad técnica que durante una hora es capaz de consumir progresivamente la poca capacidad innata para el ciclocross que tengo y que hace que, como embriagado, apenas sea capaz de manejar la bici hacia la meta, cuál es la belleza de ciclocross. Mi ceño fruncido cuando traspaso la linea de meta es la antítesis de lo que siento por dentro, porque estoy impaciente para correr de nuevo la semana siguiente.

Y eso es en definitiva a lo que se reduce el ciclocross: el apego hacia el sufrimiento sobre dos ruedas finas durante el final de otoño y principio de invierno. Lo peor saca lo mejor de cada uno de nosotros.

Por cierto, soy el que va vestido con el mono Verge en las fotos.

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La competició se saldó con los nuevos campeones de Cataluña en la especialidad de ciclocross:

Élite: José Antonio Hermida (Multivan)
Sub 23: Gerard Álvarez (Tomàs Domingo)
Júnior: Josep Duran (Megamo)
Cadete: Jofre Cullell (Megamo)
Féminas élite: María Casanova (Bicis Esteve)
Fémnias juniorNoies júnior: Magdalena Duran (Tomàs Bellès)
Máster 30: Pere Amado (Salicru)
Sénior: Ignasi Calls (Salicru)
Máster 40: Pere Joan Roig (Sans)
Máster 50: Emilio Vivian (CC. Sant Boi)
Máster 60: Francesc Vernet (CC Sant Joan Despí) 

 

* Más fotografías de Tomás Montes en Arriére du peloton.