"Vincenzo es un campeón pero es un chico normal, simple, que se lleva bien con todo el mundo", dice del nuevo ganador del Tour de Francia Alessandro Vanotti, su más fiel gregario. Y lo cierto es que Vincenzo Nibali es una persona muy familiar. En 2006, su segunda temporada de profesional, explicaba en una entrevista en La Gazzetta dello Sport que los inviernos los pasa en Messina, su casa. “Salgo en bici y en dos minutos ya estoy en la naturaleza, sin un metro llano. Salgo con mi hermano Antonio y mi primo Cosimo. Hablamos, bromeamos, reímos y pedaleamos. Y de vez en cuando nos esprintamos”, relataba el siciliano. Sin embargo, antes que terrone, que también, Vincenzo Nibali es un deportista ambicioso. Una ambición que le llevó a trasladarse a vivir a la Toscana de adolescente para intentar progresar como ciclista, igual que aquellos futbolistas que van a vivir a La Masia del FC Barcelona, y sufren y echan de menos a sus padres. Vincenzo no fue una excepción: estrañó a su familia, su Sicilia, pero sobrevivió porque siempre ha tenido las ideas muy claras, como demostraba en aquella misma entrevista con solo 22 años: “Sé que soy el futuro del ciclismo italiano, pero para mí no es un peso. Por naturaleza soy tímido pero también sincero, y puedo decir que soy consciente de tener muy buenos números”, decía el entonces ciclista del Liquigas. Con el equipo de Roberto Amadio progresó durante siete largas temporadas, primero como joven con libertad, y luego a la sombra de Ivan Basso, a quien ayudó a ganar el Giro de Italia de 2010 a la vez que logró subir al tercer cajón del podio. Por entonces, Lo Squalo dello Stretto ya se había ganado su fama de ciclista ambicioso que va de cara. Su líder Basso, alertaba cuando a final de temporada su hasta entonces ayudante logró triunfar por primera vez en la general de una grande, llevándose la Vuelta a España: "Hasta ahora todo el mundo quería a Nibali porque no ganaba. Ahora empezarán a odiarle". |
Pero no ha sido así, por lo menos de cara a la afición. Nibali es un ciclista valorado, sí, por sus triunfos, pero también por derrotas como en los múltiples monumentos en los que ha protagonizado largas aventuras en solitario que luego han fracasado. Las carreras de un día, especialmente el Giro de Lombardía y la Milán-San Remo, son espinas que tiene clavadas. Y aunque sigue intentando conquistarlas, es realista. “Soy un buen hombre de clásicas, pero a medida que he madurado mi capacidad de de recuperación realmente ha mejorado y eso me ha ayudado en las carreras por etapas”, explicaba a principios de esta temporada en una entrevista a Bicycling. Pero más allá de los resultados, lo que gusta de él es la actitud. Sus características de ciclista total. Este mismo Tour ha sido una muestra de ello, empezando a cimentar su victoria con una exhibición en la polémica jornada del pavé de la primera semana. Y poco le importa si son piedras o descensos. Nibali se arriesga. “Desde pequeño he hecho mucho BMX y bicicleta de montaña, por lo que para mí es divertido”, explicaba en la misma entrevista a la revista americana. Ahora, con 29 años ha logrado la triple corona en las grandes vueltas, como prometió (solamente es el sexto ciclista en la historia que lo consigue). Pero aún hay nuevos retos que se abren para "el tiburón", un hombre ambicioso y de ideas claras. |