El nutrido vocabulario comienza a ser escaso para calificar la cautivadora superioridad de Tadej Pogačar. “Aunque hubiera tenido las piernas de Roubaix, tampoco podría haber hecho nada contra él”. La sinceridad de Mathieu van der Poel al finalizar la 110ª edición de ‘La Decana’ —incrédulo tras cosechar una impresionante tercera plaza del podio— refleja la magnitud del recital del esloveno surcando las cotas ardeneras. Ha conquistado su segunda Lieja-Bastoña-Lieja firmando con su sello personal, y de una forma muy diferente a su estreno en las Ardenas en 2021.
Ataque en La Redoute, a 35 kilómetros de meta, y un ritmo imparable e inaccesible para el resto de los mortales, entre los que esta vez también se incluía el propio campeón del mundo. Pogačar ha transmitido una sensación de facilidad pasmosa para marcar la diferencia, como quien ejecuta una labor sin esfuerzo. Y todo ello a pesar de ser un inicio marcado por el frío (-2ºC), la nieve y los intensos chubascos intermitentes. Ninguna condición meteorológica ha alterado la hoja de ruta.
Los chubasqueros y las perneras fueron recurrentes en unos primeros instantes de la prueba protagonizados por las bajas temperaturas (Fotografía: Gaëtan Flamme / A.S.O.)
La cota más emblemática de las Ardenas —con permiso del Muro de Huy— ha sido el escenario escogido (y anunciado) por el esloveno para sentenciar la carrera tras el gran trabajo del UAE Team Emirates endureciendo las subidas precedentes. Pero ha sido tan sólo el trampolín para lanzarse a una aventura en solitario que para muchos sería inhóspita, pero que ha convertido en un paseo triunfal mientras por detrás sus rivales se aferraban a la idea de una persecución imposible.
Y en la narrativa de toda esta historia, la victoria en Lieja tenía un significado especial que ha evidenciado con una dedicatoria apuntando al cielo. “Ha sido un día repleto de emociones”, explicaba Pogačar en la antesala del podio. “Hace dos años —ha continuado— falleció la madre de Urška [igart, su pareja] y tuvimos que volver a casa justo antes de Lieja. Hoy estaba corriendo por ella, así que estoy muy feliz de poder volver a ganar esta hermosa carrera”. Quizá por ese motivo el esloveno siempre recordará con más cariño la septuagésima victoria y el sexto Monumento de su palmarés (¡y tiene tan solo 25 años!).
Tadej Pogačar se marcó una contrarreloj individual de 35 kilómetros para acabar imponiéndose por 1'39" en la meta de Lieja (Fotografía: Gaëtan Flamme / A.S.O.)
El cóctel de emociones en meta también lo ha plasmado un Romain Bardet tenaz. Las lágrimas del ciclista francés junto a los auxiliares del Team dsm-firmenich PostNL ha sido la consecuencia de una luchada segunda plaza batallando contra el viento de cara después de atacar en la Côte de la Roche-aux-Faucons. “Sabía que sería complicado, pero simplemente intenté centrarme en mi esfuerzo”, admitía un Bardet todavía emocionado.
El podio lo ha completado Van der Poel, a contracorriente toda la jornada, pero con una capacidad resiliente inagotable para imponerse en el esprint del grupo y cerciorarse de que clavar la bandera en Lieja será una labor compleja, aunque no utópica. "No tenía las mejores piernas, por lo que en La Redoute era importante para mí correr a mi propio ritmo", reconocía. No hubo un duelo cara a cara entre el neerlandés y Pogačar con el que poder extraer conclusiones definitivas, pero el deseo de Van der Poel por conquistar Lieja y el dominio evidente del esloveno y Remco Evenepoel, ausente tras la caída en la Itzulia, presente un horizonte muy emocionante en las próximas temporadas