Dejar el curro hace unos meses es lo mejor que he hecho últimamente. Desde entonces he podido invertir prácticamente todo mi tiempo en lo que más me gusta, día sí, día también. Sobredosis de bici. Montar como si no hubiera un mañana. Además, tengo, por fin, una bici ligera y a medida: mi Rizzo Mermaid. Ahora me dicen que me voy al Haute Route Ventoux. ¿¿En serio?? ¿¿De verdad?? Me emociono.
Recorrido preparado para el reto del Haute Route Ventoux
En estos dos años, mi historial competitivo de carreras organizadas consiste en: dos Geocentrum, dos FoolMoon, una Clásica de Primavera, y todos los alleycats de Madrid. No he hecho ningún entrenamiento específico hasta ahora. Nada de series (sólo las de la televisión). Pero de pronto, Haute Route. Siento un gusanillo en el estómago. Miro vídeos y leo artículos en internet: es una experiencia profesional para no profesionales. En total, 267 kilómetros de distancia y 7.600 metros de desnivel acumulado. ¿Estoy en forma para enfrentarme a esto? No es un día, sino tres seguidos. ¿Aguantaré?
Puerto de Navacerrada
Perales del Río
Comienza la cuenta atrás: debo subir todos los puertos de la sierra de Madrid. Navacerrada, Morcuera, Canencia, Navapelegrín, Navafría… Aquí no hay nada tan largo como Mont Ventoux, así que practico con lo que tengo. Es pleno verano y hace mucho calor. Vosotros no sé, pero yo nunca antes me había levantado a las cinco y media para montar en bici. Pero no queda otra porque a las doce del mediodía, subiendo, ya te quieres morir; son muchos kilómetros, muchas horas. Voy muy lenta. Tengo días mejores y días peores. Por momentos pienso que no puedo. Pero estoy en camino. ¡Esto es duro! Las cuestas, cuestan.
Puerto de Morcuera
Puerto de Navafría
Además, durante unos días sentía muchas molestias en la espalda, un fuerte dolor lumbar que me obliga a parar a menudo. Entonces decido hacerme un estudio biomecánico —visito a Yago Alcalde, de Ciclismo y Rendimiento—. ¡Qué cambio! Con unos pocos ajustes en la bici, la diferencia es abismal: apenas ninguna molestia y bastante menos esfuerzo al pedalear.
Desde luego, si me hubieran dicho el año pasado que llegaría el día en que subiría cinco puertos en una jornada, no lo habría creído. Pero, después de esta última semana, ya me siento preparada. Por lo menos, ¡que no me recoja el coche escoba! Ahora ya sólo queda disfrutar (y sufrir un poco también) de la enorme experiencia que me ofrece Haute Route. Y admirar ese paisaje lunar que tantas veces he visto en fotografía. ¡Os cuento más a la vuelta y en VOLATA#17, el número de Navidad!
Valle del Lozoya