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Detrás del Mundial de Innsbruck, con Thomas Röhregger

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Albert Rabadan | 10 Oct 2018

Detrás del Mundial de Innsbruck, con Thomas Röhregger

Detrás del Mundial de Innsbruck, con Thomas Röhregger

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Es la mañana del viernes en el Mundial de ciclismo de carretera en Innsbruck (Austria) y nos citamos con Thomas Röhregger en el restaurante que hay en pleno centro de operaciones del evento en el casco antiguo de la capital tirolesa, ya en la zona de acceso restringido; para los periodistas, a medio camino entre la sala de prensa y la zona mixta. Llega con el móvil pegado a la oreja –«todo el día al teléfono, es una locura», musita para saludar antes de colgar– y con el dorsal de inscritos de la prueba sub23 que echará rodar dos horas después bajo el brazo. «También estoy comentando todas las carreras por la tele. Tengo que estudiar un poco», apunta con el tono acelerado de quien vive con prisa.

Röhregger vive en Innsbruck desde los 30 años, cuando decidió dejar atrás nueve años de carrera como ciclista profesional para ponerse a “estudiar Derecho y Económicas. Había estado bastantes años corriendo en el WorldTour, a un nivel bastante bueno. Corrí todas las grandes vueltas, los Mundiales, los Juegos Olímpicos… Lo había visto todo, sabía qué corredor podía llegar a ser y sentía que necesitaba cambiar y hacer algo diferente. Soy una persona que necesita estar 100% centrada en lo que hace. Si pierdes solamente el 3 o 4% de la motivación ya no puedes mostrar tu mejor versión, especialmente en el deporte. Fue una decisión personal, ya que tenía una oferta de renovación con RadioShack”, nos relata.

Ahora, el ex ciclista es el embajador oficial del evento – horas antes le veíamos en el restaurante Seegrube, haciendo de maestro de ceremonias en una cena organizada por Turismo del Tirol con cerca de una decena de ex campeones del mundo–, además de ser uno de los protagonistas clave en la preparación del Mundial: se encargó de diseñar los recorridos de todas las pruebas. Uno de los Mundiales más exitosos del último año, de los que nos disponemos a conocer más detalles de cómo se cocinó.

Un Mundial en “el corazón de los Alpes”

“El Tirol es como una familia pequeña pero muy bien conectada, una zona donde las amistades y los contactos son una parte fundamental. Es un ambiente parecido al que me ha parecido ver en el País Vasco. Conozco bien al jefe de Turismo de Tirol y siempre repetía: ‘tenemos que llevar aquí el Mundial, el Giro o el Tour’. Ha estado años trabajando en ello. Finalmente, el proceso de decisión resultó ser bastante fácil, se nos otorgó la sede del Mundial, así que solamente nos quedaba ponernos a trabajar. Y me dijeron: ‘ahora hace falta tener unos recorridos espectaculares’”, ríe.

El Mundial de Innsbruck generó muchas expectativas desde que se anunciaron sus recorridos. Con casi 5.000 metros de desnivel en la prueba en ruta para los profesionales, era uno de los 10 Mundiales más duros de la historia, según la Unión Ciclista Internacional. Un reto del que se encargó “personalmente” el ex ciclista austríaco. “Hay mucho desnivel porque eso es lo que nos dijo la UCI, que teníamos que diseñar unos recorridos duros. Además, Tirol es el corazón de los Alpes, tenemos montañas por todos lados, así que es evidente que nos teníamos que mostrar dureza”, apunta Röhregger.

Una semana de competición con hasta doce pruebas, cada una con sus particularidades. ¿Cómo se afronta un reto de estas dimensiones? “Para mí, hay tres principales puntos que se deben tener en cuenta. El primero es la parte deportiva. Los recorridos tienen que ser selectivos y ofrecer espectáculo, anticipando cómo se desarrollará la carrera. Todo ello asegurándose de que, técnicamente, sean seguros. La segunda cosa es ser consciente que el principal proveedor económico del evento es la Oficina de Turismo, que quieren que se muestren los mejores paisajes y que se pase por las ciudades clave. Con esto se debe conseguir un buen equilibrio. Y, en este sentido, esta semana hemos tenido suerte de que hemos tenido unas condiciones meteorológicas envidiables para que todo luzca como se esperaba”, celebra.

“Y la tercera parte es el la parte logística. El Mundial dura una semana, en la que la vida cotidiana debe seguir siendo posible. La región es como es y muy fácilmente se podría haber bloqueado el valle entero, pero por suerte tenemos unas instituciones públicas muy colaborativas que están trabajando duro para el buen funcionamiento. Hubo muchas críticas al evento antes del inicio, que poco a poco se han ido convenciendo. Ahora veo que todo el mundo está contento y disfrutando de esto, que al final es una fiesta. Es algo de lo que estoy muy muy contento, no solamente de que mucha gente de fuera conozca el Tirol”, recuerda Röhregger.

“Un reto logístico especialmente complicado”

El embajador de este Mundial de Innsbruck-Tirol asume las dificultades logísticas que supuso la preparación del evento, ya que “estamos en un valle con un tráfico bastante intenso. Solamente tenemos tres carreteras principales, así que es una sede especialmente conflictiva”, admite. “Durante el diseño del recorrido, con quien más se está en contacto es con la UCI por la orientación deportiva, pero las autoridades locales tienen un papel muy importante en que cualquier idea sea posible porque, al final, para cuadrar el recorrido, tienes que planificar cortes en las líneas de tren, de carretera, afectar al transporte escolar… Hay mucho en lo que pensar”.

Un trabajo que requiere de una gran implicación de muchos actores, con experiencia en grandes eventos. “En la operación logística trabaja mucha gente. Al cargo de ello está el padre de Patrick Konrad (actual ciclista profesional austíaco con el equipo Bora-hansgrohe), Wolfgang, y su equipo, que también se encargan de la Maratón de Viena”.

Röhregger también ha estado trabajando en los dos últimos años en los recorridos del Tour of The Alps (antiguo Giro del Trentino, donde en la última etapa de la edición de 2018 se testó en competición el circuito que posteriormente sería protagonista en el Mundial), y apunta que “hay una diferencia clara, y es que en el Tour of The Alps, tú eres el organizador y al final tienes la última palabra en todo. Está claro que la UCI supervisa, hay unas normas y manda a sus comisarios. En un Mundial tienes que pensar que es un evento de la UCI. Es su evento y ellos deciden cómo será, por lo que estás trabajando codo con codo”.

Y respecto a aquella etapa en Innsbruck en abril, y de hecho, respecto a todas las pruebas del Mundial, la cita estrella del domingo con los profesionales masculinos tuvo un cambio radical: la inclusión del nombrado como El Infierno, Höttinger Höll, 3 kilómetros a casi el 10% de media y con rampas de hasta el 28%. Un esfuerzo extremo nunca visto en un Mundial. «Cuando presenté la propuesta de recorrido, dije: ‘aquí tenéis el circuito, pero le he añadido algo más, the cherry on the top. Siendo sincero, la mayor parte de la gente implicada estaba en contra”, confiesa.

“Quizás no tanto desde la UCI como del Comité Organizador de aquí, porque tiene un punto de riesgo y complicación: es una subida estrecha y con muchísimo desnivel. Durante todo el proceso ha tenido ciertas preguntas que le rodeaban: sabíamos que no se podía dejar acceder vehículos, que no puede haber mucho público porque los corredores son la prioridad. Teníamos que asegurarles el terreno de juego. Pero he vivido seis años al pie de la subida y tengo la certeza de que será un final espectacular”, continuaba el austríaco.

“Un sueño cumplido” dentro de una carrera amplia

Röhregger hace cinco años que dejó de ser ciclista profesional, y aunque admite que este Mundial ha sido “un sueño cumplido”, no esconde que sus ambiciones van más allá del ciclismo. “Ahora tengo mi propia empresa de márketing, que también trabaja en esquí y demás. Y también estoy trabajando para ser abogado, porque esto es a lo que me quiero dedicar en el futuro: al derecho deportivo, trabajando con deportistas, con eventos”, apunta.

Sin embargo, durante el trabajo del Mundial se le han abierto varias puertas en el deporte que fue su ocupación profesional: fue parte del equipo que diseñó los recorridos de los Juegos Olímpicos de Tokyo 2020 y ahora también tiene “un contrato de media jornada con la UCI como Delegado Técnico: estoy trabajando en el World Tour, como asesor sobre cómo hacer las carreras más seguras. Lo hacemos junto a Robbie Hunter, que aquí (en el Mundial de Innsbruck) es el director de carrera. Somos como un intermediario entre organizadores, UCI y los corredores. Recogemos información y tratamos de solucionar conflictos, así que es una buena posición”. Sin olvidar que “tengo otros objetivos a lograr y mundos en los que desarrollarme. Si no, puede llegar a volverse todo aburrido”, sonríe.

“Sin tener conocimiento del lugar, no hay ninguna posibilidad de hacer un recorrido como el que hemos planteado este año. Tienes que conocer cada metro, y desde mi perspetiva era una gran ventaja. He hecho muchas veces el recorrido, cada curva, y de ahí se acaban haciendo los últimos arreglos: viendo dónde limitar público, eliminar alguna rotonda para asegurar la línea perfecta para los corredores… Para mí, fue muy fácil y agradecido tener que trabajar en las que siempre han sido mis carreteras de entrenamiento”. Y, ahora, a por nuevos retos.