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Transibérica 2019, una aventura ultraciclista

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Texto: Carlos Manzón | Fotografía: Transibérica Media | 27 Nov 2019

Transibérica 2019, una aventura ultraciclista

Transibérica 2019, una aventura ultraciclista

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El ciclismo extremo sin asistencia comienza a ser una disciplina que está ganando muchos adeptos. Por ello, carreras como la Transibérica Ultracycling Race supone una nueva oportunidad para descubrir un ciclismo sin ayudas ni avituallamientos, en la que los participantes deben controlar y gestionar la totalidad de los aspectos que rigen una carrera de estas características para cruzar la Península Ibérica de norte a sur.

Bilbao, haciendo honor a su cultura ciclista, acogió la salida y la llegada de la segunda edición de la Transibérica que arrancó el 1 de septiembre desde el museo Guggenheim. Tras superar 3.500 kilómetros y cerca de 50.000 metros de desnivel acumulado, la capital vizcaína recibía de nuevo a los valientes que hubieran sido capaces de soportar las dificultades para finalizar esta carrera ultraciclista.

La principal particularidad de la Transibérica Ultracycling Race es la inexistencia de una ruta diseñada. Los ciclistas tienen fijados ocho puntos de control que recorren territorios franceses, portugueses y españoles, pero tienen total libertad para definir, de manera individual, cuál es la mejor forma para llegar a ellos. 

Un viaje del País Vasco a Almería pasando por Francia

Puppy, la mascota del Guggenheim, se erigió como la principal atención en la salida de la Transibérica Ultracycling Race. Era una noche lluviosa en Bilbao, por lo que la dureza de la prueba se vio incrementada desde el primer kilómetro. La mayoría de los ciclistas decidieron marchar por la costa vasca, aunque alguno de ellos, queriendo evitar el paso fronterizo de Irún, lidiaron con el complicado interior guipuzcoano.

La noche es muy fría y húmeda, pero Ullrich Bartholmös —el que posteriormente sería el vencedor de la carrera—, completó los primeros 240 kilómetros en menos de 11 horas y atravesando el CP1 en el Col de la Pierre de St. Martin con más de cuatro horas de ventaja. Una vez superado el descenso la siguiente estación en el recorrido era Javalambre. En este punto comienzan a verse diferentes alternativas, pues si bien la mayoría tomó la referencia de Zaragoza y Teruel, muchos otros descendieron por el Pico del Buitre superando entre 8 y 20 kilómetros de gravel. 

De nuevo, Bartholmös fue el primero en coronar la Sierra de Javalambre, ampliando la diferencia con Bruno Ferraro y Sami Martiskanen. El Cabo de Gata, en la provincia de Almería, se presentaba como el próximo objetivo de los ciclistas. Aunque algunos marcharon por Valencia, el interior de la península fue la ruta mayoritariamente escogida. Los primeros rayos de sol del tercer día de competición acompañaron al alemán en el Parque Natural del Cabo de Gata.

La imponente sierra andaluza

Tras dejar la costa almeriense la carrera se dirigió hacia el Pico del Veleta. Bordear Sierra Nevada camino de Guadix y Granada se convirtió en la vía principal para llegar al CP4, aunque algunos valientes decidieron marchar por el Puerto de la Ragua y la Alpujarra. Este camino dificultó a corredores, como Javier García, pues perdió alrededor de ocho horas al tener problemas de navegación. 

El que mantuvo su paso firme fue Bartholmös. Realizó los cuarenta kilómetros de ascensión durante la noche con la intención de completar la travesía andaluza en tan sólo una jornada. Y así fue, ya que al término del cuarto día de competición el alemán ya había superado el Puerto de las Palomas para finalizar en Zahara de la Sierra, en el interior de la provincia de Cádiz. 

Por su parte, el resto de riders se vieron obligados a detener su ascensión al Pico del Veleta al verse sorprendidos por una fuerte tormenta en las proximidades de la cima. El último albergue a 2.400 metros de altitud se convirtió en un refugio improvisado para muchos ciclistas antes de proseguir con la aventura.

Bem-vindo Portugal

Un viaje en barco dio la bienvenida a Portugal. El ciclista alemán, que estaba manejando la diferencia con un gran tesón, se presentó rápidamente en el CP6, situado en la ciudad costera de Albufeira, uno de los puntales turísticos de la zona del Algarve. Su estrategia de planificación y navegación estaba saliendo a la perfección por lo que acumuló una media de 400 kilómetros al día. La enorme ventaja que ostentaba Bartholmös hizo que mientras él ya se dirigía hacia el norte, sus más inmediatos perseguidores, Ferraro y Martiskanen, estuvieran todavía tomando el ferry que les acercaba a la costa portuguesa. 

Con el siguiente punto de control en Monte Farinha la dualidad de recorrido vuelve a ser un quebradero de cabeza para los ciclistas. Los que decidieron tomar la alternativa costera se encontraron con un viento de cara angustioso, mientras que los que optaron por el interior como referencia, tuvieron dificultades de navegación entre las carreteras secundarias. 

En Visau, en el centro de Portugal, la carrera de Bruno Ferraro dio un giro drástico, pues fue atacado por un perro callejero produciéndole una herida en la pierna. Este incidente le obligó a acudir al ambulatorio más cercano para vacunarse del tétanos y la rabia y, así, evitar contraer posibles enfermedades antes de continuar sin ninguna dificultad. 

Bilbao en el horizonte

Las tierras leonesas dieron la bienvenida al líder con una temperaturas entre los 2ºC y los 3ºC. Esta situación provocó que sus rodillas, machacadas por el gran número de kilómetros acumulados, no respondieran como a él le hubiera gustado. Por ello, en Benavente decidió detenerse, buscar un fisioterapeuta y descansar durante prácticamente 24 horas.

La siguiente parada en esta épica aventura fueron los Picos de Europa, concretamente Caín de Valdeón. La aproximación fue dura y extrema por las condiciones meteorológicas, dejando más de 120 l/m2. La fuerte lluvia provocó un desprendimiento que dejó incomunicado al pueblo de Caín durante unas horas. Ullrich Bartholmös, el primero en llegar, tuvo que sortear la maquinaria que se encontraba abriendo paso en una carretera difícil de transitar.

Tras recorrer los últimos 340 kilómetros y 5.600 metros de desnivel como una auténtica locomotora el corredor alemán cruzó la línea de meta en Bilbao y se convirtió en el segundo vencedor de la Transibérica Ultracycling Race. Por detrás, más de cincuenta horas después, llegaron Sami Martiskanen y Bruno Ferraro. Finalmente, la ciclista finlandesa recortó la ventaja desviándose por la Meseta en vez de continuar por la costa. Con el paso de las horas fueron llegando todos y cada uno de los participantes celebrando haber concluido una auténtica hazaña. 

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Más información en: www.transiberica.cc. Inscripciones ya abiertas para la edición de 2020, que empieza el próximo 12 de julio desde Valencia.