Óscar Pujol: 'Muchas carreras WorldTour pagarían por tener un público tan entregado como en Indonesia'
SUSCRÍBETEÓscar Pujol nació el año 1983 en Terrassa, la ciudad de su padre, el exciclista Joan Pujol, que luego pasó luego a ser masajista y actualmente es auxiliar del equipo Astana. “Pero mi madre es de Valladolid, así que como mi padre siempre está fuera, nos volvimos aquí”, cuenta Pujol hijo desde allí. Como su padre, también ha salido ciclista, aunque con una trayectoria más peculiar.
Empezó en equipos profesionales europeos de carretera pero con treinta y dos años ha tocado casi todos los palos de la baraja: ha pasado por equipos de Irán, Taiwán e Indonesia, ha hecho bicicleta de montaña y ciclocross... y ahora ha sentado base en Japón.
Una historia larga de contar de alguien que se define a sí mismo como “un culo de mal asiento”.
En 2009 logró la aspiración de cualquiera que empieza en el ciclismo: estar en un equipo de primera categoría. Parecía augurar una carrera con proyección en el ciclismo en carretera. “En la estructura Cervélo estaba mi primo Manel Lacambra en el equipo de féminas así que abalado por el buen año que hice en el Burgos y lo bien que le hablaron de mí encontré hueco en un World Tour”, rememora. Estuvo dos años en el equipo suizo, en los que tuvo buena presencia y combatividad como escalador.
“El segundo año tuve suerte, venía muy fresco de un descanso y estaba de reserva para ir a correr el Tour de California, que me gustaba mucho. Uno se rompió la clavícula y fui. Me hacían tirar mucho para enseñar el maillot como directamente me decían, pero llegaron las etapas de montaña y estaba delante”. De allí salió una famosa foto con el mismísimo Lance Armstrong a rueda que todavía hoy preside su cuenta de Facebook. “Esto les cambió un poco la mentalidad, me tuvieron más en cuenta y así debuté en la Vuelta a España. Iba a continuar con ellos y la verdad que era un equipo precioso, por filosofía, por gente... pero volvió la mala suerte y me quedé sin plaza al hacerse la fusión con el Garmin”, se lamenta Pujol.
Del WorldTour a dar vueltas por Asia
Tuvo una nueva oportunidad en la máxima categoría con el conjunto belga Omega Pharma-Lotto, pero de nuevo la mala suerte se cebó con él. Contaban con él para el Tour de Francia pero su cuerpo nunca respondió bien en una primera mitad de temporada marcada por una bronquitis mal curada y acabó por no ser seleccionado. Luego fueron contando menos con él. “Apenas corría, era la parte final de temporada y veía gente que corría sin ganas. Yo se lo dije a un director, que yo tenía ganas para ir a correr lo que sea, Lombardía, las World Tour de China... y me lo dijo claramente, que debían correr los que tuvieran contrato el año que viene para sumar puntos. Tenía un año más de contrato con ellos pero no me lo respetaron al separarse los esponsors”. Un nuevo golpe que le dejó con las manos vacías a los 28 años, edad clave para cualquier deportista de alto nivel.
“La sensación que tenía era de impotencia y desilusión. Seguía hablando y lo he tenido medio hecho con un porrón de equipos y nunca ha acabado cuajando. Yo siempre he puesto por delante la sinceridad y no me dejaban las cosas claras. Pasé un año complicado porque me movía y veía que varios hasta me pedían dinero para correr y eso siempre he tenido claro que no lo permitiría”. Lo fácil hubiera sido rendirse. Hasta que un mensaje en su cuenta de Facebook le abrió las puertas para correr mucho más lejos de lo que nunca hubiera imaginado.
“Me mandó un mensaje uno de un equipo iraní, que me conocían y buscaban un escalador. La opción tampoco era muy buena pero por lo menos seguía corriendo. Me pagaban los desplazamientos y tenía ahorros para volver si no iba bien”. Así que se lanzó a la aventura, mucho más arriesgada e incierta que el inicio de su carrera. Y esta vez la suerte se le volvió a su favor: le salió bien. “Al final corrí varias carreras, gané el Tour de Singkarak y con premios y demás pasé un buen año”. De esa manera empezó así una carrera de trotamundos que no ha parado desde aquel 2012.
Estos últimos años su vida de ciclista le ha llevado por infinidad de países. “Con el equipo iraní Azad University Cross Team he corrido en Indonesia, Irán y China, con el equipo taiwanés RTS-Santic Racing Team, en Malasia y con el equipo indonesio Polygon Sweet Nice Team, allí en Indonesia”. Un sinfín de experiencias interesantes pero que no siempre ofrecían las garantías suficientes para alguien que además, paradójicamente, afirma no gustarle “cambiar mucho de equipo, me gusta poder tener una estabilidad”.
La estabilidad llega en Japón
“En SkyDive Dubai [equipo de los Emiratos Árabes con quien corrió la temporada 2014] empezamos mejor, corrimos el Tour de Qatar aunque no se me adapte en nada y la Vuelta al Algarve en febrero e íbamos a tener un calendario interesante con carreras como la Volta a Portugal, pero al final se nos iban cayendo. Me dijeron de renovar y ya estaba cansado de ir dando vueltas, iba a dejarlo y centrarme en el mountain bike que he descubierto que me gusta”. De hecho, aquel mismo año participó en la Titan Desert, carrera de bicicleta de montaña celebrada en Marruecos, en la que ganó una etapa y fue tercero final, y en 2015 participó en el mundial de Maratón de bicicleta de montaña.
“Un amigo, Rafa Simón, me dijo que seguiría buscando cosas. Le dije: Busca tú que yo ya me he cansado, y al final salió la opción de Japón, que era una buena oferta. Son serios, con calendario estable y con ello puedo hacer una mejor planificación que los años anteriores”, celebra tras haber completado su primera temporada entera en las filas del Team Ukyo, en la que ha acabado quinto en la general del circuito Japan Pro Tour, además de imponerse en dos de sus pruebas, en Ishikawa y Miyata.
Un compañero suyo, Yusuke Hatanaka, se llevó la victoria final de un calendario nacional japonés con nivel cada vez más alto. “Quieren crecer mucho, especialmente con las Olimpiadas de 2020 en el horizonte. La gente se vuelca y con la llegada de corredores extranjeros hay un buen nivel. El año que viene seremos cinco españoles en el equipo. No sé por qué les gustamos tanto, si por carácter o no sé”. Este año ha competido junto al navarro Pablo Urtasun y el murciano Salvador Guardiola, mientras que ha tenido de rivales a los también catalanes Benjamí Prades y Airán Fernández, el castellano-manchego José Vicente Toribio y el vasco Ricardo García.
“Pasamos siete u ocho meses allí en Japón. Vivimos todos los españoles juntos en una casa que nos da el equipo junto a un japonés y un mecánico. Convivimos mucho porque no conocemos a nadie más”, explica Pujol sobre su nueva vida, que a pesar de llevar ya unos años dando la vuelta al mundo, no resulta fácil. “Allí lo que se me hace más difícil es a nivel de cabeza. Me gusta viajar, soy un culo de mal asiento, pero a veces te sientes algo solo. Suerte de las nuevas tecnologías, pero te entran momentos de nostalgia de la familia y los amigos”, se sincera.
El barro, el futuro... y el bigote
Con las nuevas obligaciones japonesas, el catalán está teniendo que readaptar sus incursiones en el barro. “Por calendario tengo el mountain bike muy limitado, pero he descubierto que puedo hacer bien el ciclocross, que al final es seguir dando pedales durante mis vacaciones pero es algo que me motiva. Aún sabiendo que no es lo mío y que es el Ukyo quien me paga el sueldo y debo devolver esa confianza, el año que viene me ilusiona hacer un proyecto bonito durante el invierno porque este año me ha dado confianza y veo que puedo mojar la oreja a los de delante”, asegura tras una temporada de ciclocross española en la que, efectivamente, ha hecho más de un podio en Copa España ante los especialistas de la disciplina a pesar de estar muy atrás en la parrilla.
Su intención es mejorar estas posiciones y lograr sumar puntos UCI en carreras internacionales. “Tenía casi cerrado ir a alguna carrera a Bélgica con los de MMR, que me dejan las bicicletas y con los que me llevo muy bien, pero valía mucha pasta y también quería pasar las Navidades.
con mi padre. El año que viene lo miraremos mejor”, afirma. En este invierno, no solamente ha llamado la atención por sus resultados sino por su bigote al más puro estilo Dalí: “Este año en Japón he estado algo aburrido así que me he decidido a ir cambiando de look. Lo he probado todo: pelo largo y con barba, solo pelo largo, calvo —ríe con su particular tono de pillín—. La verdad es que me divierto, pero si desde el equipo me dicen como este año que el tema de la barba no lo ven bien yo me la quito sin problema”.
Y es que, hablando con él, parece que se esté hablando con un debutante con la ilusión de un niño que destapa un nuevo juego. “Tengo treinta y dos años, si no me van mal las cuentas —ríe—, pero la verdad es que me siento súper fresco. Si pudiera cambiar mi DNI a los veintitrés años lo haría. Con la lesión complicada que tuve en amateur y todos los problemas que he tenido con los equipos, he aprendido a tomarme la vida más al día a día. No sé qué pasará mañana, así que por ahora aprovecho que gracias a la bicicleta estoy pudiendo conocer a gente nueva, otras culturas... y practicar el inglés que era algo que en la época de la escuela no tenía la motivación para hacerlo”.
Unos aprendizajes que le sirven para reconocer el dispar nivel de entusiasmo con el que se viven las carreras en distintos sitios del mundo. “En Asia se nota que hay menos cultura ciclista que aquí pero he visto cosas, como en Indonesia, que son impresionantes. He corrido tiempo en el WorldTour y ya te digo que en Dauphiné, por ejemplo, pagarían por tener el público tan entregado como en Indonesia. Para ellos es una fiesta y la repercusión en periódicos, reportajes por la tele... es de estrella”, recuerda Pujol todavía asombrado, uno de los ciclistas españoles del momento con una trayectoria más particular.
Fotos: Federación Iraniana de Ciclismo, Team Ukyo, OИA OИAЯI