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'Bicicletas vs coches', la revolución pendiente

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Olga Àbalos | 08 Jun 2015

'Bicicletas vs coches', la revolución pendiente

'Bicicletas vs coches', la revolución pendiente

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El documentalista sueco Fredrik Gertten intenta recorrer en bicicleta las ciudades por donde pasa. Hace unos días estuvo en Barcelona para promocionar su último film “Bicicletas vs. coches”, obra que pretende hacer reflexionar sobre la resistencia del status quo a dejar paso a nuevos modelos de ciudad que harían posible la convivencia entre automóviles y bicicletas. “Tengo una bici Brompton en el hotel —comenta—. He estado muchas horas en la carretera, necesito salir, ir en bici”. Los últimos tres años de su vida los ha pasado rodando en grandes ciudades como Los Angeles, Sao Paulo o Toronto para hacer este documental que platea muchas preguntas como las siguientes: si somos conscientes del problema del cambio climático y de la limitación de recursos naturales, ¿porqué seguimos fabricando coches y pasándonos media vida sorteando retenciones de tráfico? ¿Qué influencia tiene el lobby de la industria automovilística en nuestras vidas?

“Bicicletas vs. coches” es el título que protagoniza este mes de junio el ciclo El documental del mes en más de cuarenta salas en todo el estado. Busca tu sesión: http://www.eldocumentaldelmes.com/es/documentals/257-bicicletas_vs_coches.html 

¡Mira el tráiler!

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El director sueco Fredrik Gertten en una imagen promocional

 

En el film parecen muchos coches, carreteras, gente con caras de frustración... ¿se te ocurrió hacer un documental como este precisamente en un atasco?

(Sonríe) No recuerdo cuando me vino de idea, pero la frustración de estar en un coche no fue lo que me impulsó a hacer este documental. Vengo de Malmö, en Suecia, una ciudad donde he ido toda mi vida en bici. Tengo una bici muy vieja que tiene como 60 años y que me va muy bien. No me la han robado nunca. Siempre he escrito mucho como periodista sobre arquitectura y recalificación de ciudades y sobre los centros comerciales, eso es un asunto que me ha interesado mucho. Cuando viajo por el mundo intento ir siempre en bici y cuando he ido a algún lugar donde no se puede, es muy frustrante.

La bicicleta forma parte de tu vida diaria...

Siempre he querido hacer algo sobre el bici pero no sabía como hacerlo, porque hacerlo en positivo era muy aburrido. Y mi último documental, “Big Boys Gone Bananas!*” (2009), está muy enfocado en el poder de la información que tienen las grandes empresas, en como invierten mucho en publicidad y són lobby para proteger sus intereses. Si quería hacer algo sobre la bicicleta vi que era importante estudiar a qué se estaban enfrentado los ciclistas. Y vi que los lobbies son parte de ese paisaje que hay que cambiar, es la resistencia que hay en el sistema.

En el documental el lobby de la industria automovilística tiene un gran protagonismo. ¿Qué poder real tiene?

Su poder existe a muchos niveles, como en la publicidad. Cada publicidad de un coche es como una propaganda de un determinado modelo de organizar una ciudad. Nunca se habla de la reconstrucción [de esas ciudades] de forma explícita pero el coche existe si al final hay una autopista, hay un centro comercial con parking,... El coche apoya una estructura con capitales muy fuertes. La bici, es al revés, apoya al negocio pequeño. Los canales de televisión dependen mucho de la publicidad de los coches, también las revistas, e incluso la gente del cine, que ganan mucho dinero haciendo anuncios. En Barcelona, por ejemplo, hay muchos puestos de trabajo que dependen de ello y eso es algo que no se toca.

Es verdad, aquí tenemos la fábrica de Seat en Martorell. Cada vez que llega un modelo nuevo para fabricar es la noticia del día.

Y eso se entiende, pero eso significa que tanto los políticos como los sindicatos son pro-coches y esas fuerzas son muy importantes dentro de una sociedad. En cambio la bici, que podría cambiar una ciudad, no tiene ese poder y eso hace que el cambio sea más difícil, aunque haya razones de peso como que ya no hay más espacio, que hay una crisis climática, hay una crisis de uso de recursos naturales... Todos tenemos esa información y sabemos que tenemos que cambiar. Pero ¿qué hacemos? Seguir invertir un montón de dinero para que no cambiemos. Por ejemplo, la Unión Europea querían limitar las emisiones de los coches pero Alemania, con dinero, ha conseguido que no prosperara porque la industria alemana aun no estaba lista para ese cambio.

¿Porqué escogiste Los Angeles y Sao Paulo para vehicular la historia del documental?

Los Angeles juega el papel de una ciudad histórica que tenía el mejor transporte público del mundo, después dejó tenerlo y pasó a no tener nada. Y ahí es donde se formó el modelo de ciudad pensada para el automóvil. Los Angeles me sirve para entender el desarrollo del coche. El espacio que ha ganado no hay sido un proceso natural sino que ha sido obra del hombre. Además, cuando pones una carretera rompes una estructura de la ciudad, la gente no puede cruzar, no puede pasar.

En “Bicicletas vs. coches” cuentas que ¡el 70 % de Los Angeles está ocupado por carreteras y parkings!

Y además, este espacio ¡ahora ya no es suficiente! Es como una enfermedad. El documental no dice que la gente que va en coche es gente mala, sino que son víctimas de una ciudad hecha a base de la presión de los lobbies. En Los Angeles no puedes planificar ni tu día a día ni como llegas a los sitios. Además el 50% de los viajes en coche son de menos de 5 km, que eso serían unos 20 o 15 minutos en una bici. ¡Eso se puede cambiar!

Es sorprendente descubrir que Los Angeles precisamente era pionera como ciudad ciclista en el siglo XIX. Hay una escena en la que el personaje angelino busca los restos de una antigua vía ciclista como quien busca las ruinas de una civilización antigua.

Esa escena es muy interesante, aquello me impresionó mucho. Precisamente esa vía ciclista era como una autopista de bicicletas y fue después la primera autopista de coches. Pero si hubieran podido coexistir bicis, autos y peatones, la situación sería muy distinta. Pero no han dejado que fuera así. Y con ese hambre han creado una sociedad infeliz, porque la gente que va en coche no es feliz. Lo bonito de mi trabajo es encontrarme con gente que vive en ciudades como Sao Paulo o Los Angeles que van en bici porque ellos son los que realmente aman la ciudad. Si vas en bicis, paras, miras, te paras si te apetece. Si vas en un coche no puedes hacerlo, porque tienes la visibilidad limitada y no puedes parar en aquella cafetería que te gusta porque no hay parking. Y al final terminas en un centro comercial.

Otro caso distinto es el de Sao Paulo.

Representa las economías crecientes. Podía haber sido también alguna megacity como México DF, Jakarta, Bangkok. Pero en Sao Paulo hay muchas familias que por primera vez pueden comprar un coche y se venden más coches que nunca, precisamente en un momento en el que necesitamos cambiar. Se sigue con el mismo error. Eso también pasó en España.

 

 

¿Tu experiencia pasada con la denuncia de la multinacional alimentaria Dole Food Company a raíz de tu documental “Bananas*” te sirvió para saber cómo tratar a estos nuevos lobbies de la movilidad?

Sí, pero el poder que tienen Dole no se puede comparar con las marcas de coches. Dole tiene el 25% del mercado mundial y ninguna casa de coches tiene esa influencia. Pero sí que he notado que BMW me sigue en Twitter y ese tipo de cosas (ríe). En la publicidad de autos si te fijas ahora hay más hipsters e incluso aparecen bicicletas. Atacar a un documental como este seria muy tonto.

¿Has tenido presiones?

No, no te tenido ningún tipo de presión o resistencia. La gran resistencia quizás ha venido de parte del colectivo de ciclista por el título del documental, que quizás es muy provocador. Me dicen, '¡no queremos esa guerra contra el coche!' Es que el conflicto en la calle es muy fuerte y sobretodo ellos quieren coexistencia. Pero para mí el título significa dos modelos enfrentados de organizar una ciudad.

Por lo que se ve el documental hay ciudades donde la convivencia es muy complicada, casi de acoso mutuo entre bicis y coches

Sí, eso pasa en Los Angeles, Sao Paulo, pero también en Londres y en Estocolmo. Hay como una rabia en la calle, cosa que en Malmö no existe, como tampoco en Amsterdam o Copenhage. Cuando más gente va en bici, la sociedad se educa. Lo importante ahora es que mucha gente que anda en bici es gente que tiene dinero para comprarse un coche también. Es gente de clase media, clase media-alta. Eso de alguna manera tiene un sentido revolucionario porque cuando ellos van en bici, donan su espacio al resto. Cuando tienen accidentes, ellos tienen más fuerza para cambiar cosas. Cuando muere un obrero o un sin papeles, no importa, pero si es gente como un abogado o un publicista, como el chico del film que tiene un accidente con un autobús y que hace anuncios de autos, tiene más contactos para hacer que la policía busque a los responsables.

En la cinta tienen un gran peso el componente político, de denuncia y tú como documentalista también te posicionas.

Claro que yo me posiciono ante el conflicto, pero no estoy en contra de gente que conduce un coche: estoy en contra de la gente que no quiere cambiar el mundo. El cambio es necesario, provoca mucha angustia, hay mucha gente que no es feliz. Estar en un atasco no es muy divertido.