Desde hace más de una década, Barcelona lleva inmersa en un proceso de transformación continuo a nivel de movilidad urbana. Ya en 2009, fue una de las primeras ciudades del estado en incorporar un sistema de bicis compartidas, el Bicing, y dar un paso adelante para que la bicicleta fuera un vehículo de transporte protagonista en la ciudad. Aquella acción fue acompañada de la construcción de casi un centenar de kilómetros de carriles bici que empezaron a cambiar la manera en las que los ciudadanos se desplazaban. Su alta densidad de población y la enorme presencia de tráfico rodado que cada día entra y sale de Barcelona, hacían necesarias medidas para aprovechar el potencial de la ciudad como una urbe asumible, cercana y de dimensiones medias y, por lo tanto, ideal para ser recorrida en bicicleta y a pie.
Después de diez años de continua inversión, Barcelona cuenta ya con más de 200km de carriles bici —en 2011, había tan solo 93,6km construidos— y cerca de 800km de calles pacificadas a 30km/h, además de las que se están poniendo en marcha a raíz de la medida "Ciudad 30", y una red con 424 estaciones de bikesharing municipal, el Bicing, tanto de bicis mecánicas como eléctricas —estrenadas en enero del 2019—, y 68 de las 95 previstas en la ampliación para este año ya están operativas recientemente y han conseguido llegar a barrios con carencias endémicas de opciones de transporte público, como Nou Barris o Horta-Guinardó.
Antes de la crisis del Covid-19, con la apuesta por el Bicing Barcelona tenía el objetivo de augmentar en un 10% los desplazamientos en una década —según datos de 2017, la bici ocupaba tan solo el 2% de la movilidad rodada— y llegar a los 16 millones de desplazamientos anuales, pero el coronavirus puede que convierta estas previsiones en papel mojado y estemos delante de una auténtica revolución para la movilidad urbana. ¿Por qué no aspirar a más? Así también lo han entendido los ciudadanos, que en las últimas semanas han protagonizado algunas concentraciones reivindicativas, como las de #RecuperemLaCiutat, para empujar en esa misma dirección.
El nuevo plan
Desde el Ayuntamiento de la ciudad quieren adaptar el espacio público a este nuevo escenario para la recuperación de la actividad diaria con un plan de acción que busca que los ciudadanos se puedan mover con más facilidad y seguridad y que complementen las acciones ya iniciadas en el confinamiento. Una de ellas son los 60 cortes diarios de calles y las 7 grandes zonas cerradas al tráfico motorizado durante los fines de semana para que puedan dedicarse al ocio y al deporte, como el área de la montaña de Montjuïc, muy apreciada por el colectivo ciclista, que, por primera vez, puede disfrutar de uno de los pulmones verdes de la ciudad sin coches.
Desde el Área de Ecologia, Urbanismo y Movilidad, responsables de esta serie de actuaciones posCovid, tienen el objetivo de favorecer la movilidad a pie —que supone más del 46% de los desplazamientos según datos de 2017— y en bicicleta, sin olvidarse del transporte público, uno de los pilares de la movilidad sostenible en Barcelona, que ha realizado un gran esfuerzo estos meses para adaptarse a la demanda con las reducciones de aforo y las medidas de seguridad sanitaria. Se trata de apostar por los medios de transporte más seguros y menos contaminantes, lo que conecta con las acciones ya emprendidas al declararse la emergencia climática en la ciudad el pasado mes de enero.
En esta nueva movilidad se intentarán implementar medidas que también congenien bien con el gasto público, muy centrado ahora en paliar las consecuencias del Covid-19 y el rescate de la sociedad (hablamos de ello en este reportaje). Una de ellas es la apuesta por la "Ciudad 30" —zonas con tráfico pacificado para una mejor convivencia de vehículos— y por fomentar la relación entre coches, bicis y peatones.
También se están constuyendo 21km más de carriles bicis, se han cerrado 12 km al tráfico motorizado —como algunos tramos laterales de vías principales como la Diagonal y la Gran Via de les Corts Catalanes—, y se ha ampliado la zona para peatones en calles tradicionalmente con tráfico intenso y aceras estrechas, como la Via Laietana. Del mismo modo, calles como Girona, Consell de Cent y Rocafort también gozan ahora de aceras más amplias. Todo esto se acompaña con un plan para liberar las aceras de motos y promover su aparcamiento en aparcamientos subterráneos y otras medidas que el propio ayuntamiento detalla en este comunicado: una nueva movilidad sostenible en un nuevo espacio público.
Otro punto interesante, aunque aún no desarrollado, es el fomento de la movilidad sostenible desde la empresa privada, donde todavía queda mucho camino por recorrer y que sin duda será clave para seguir remando hacia una misma dirección.
Fotografías: Ajuntament de Barcelona