El norteamericano Ian Boswell (Bend, Oregon, 1991) afronta su segunda temporada en el Katusha Alpecin con la ambición de alguien que se ha redescubierto a sí mismo. Después de militar como gregario durante cuatro temporadas en el equipo Sky (2014-2017), un quinto lugar en el Tour de California de 2017 supuso un punto de inflexión en su carrera. Ese cambio de mentalidad se gestó con un contrato con un nuevo equipo, el Katusha, donde, además de ser escudero principal de Ilnur Zakarin, también podría buscar sus oportunidades. Ese año también adquirió una casa en Peacham, Vermont, en la que pone en práctica un tipo de vida rural alejada de la disciplina de un deportista de élite. Hablamos con el ciclista de Oregon en la presentación el equipo en Koblenz, Alemania.
Versión íntegra del reportaje "Ian Boswell y la vida comunitaria" publicado en VOLATA#17.
Estos días de pretemporada, cuelgas fotos en las redes sociales de paisajes nevados y de una casa llamada Boswell Farm. Cuéntanos qué es...
Compramos esta casa que fue constuida en 1785, que para ser una casa en los Estados Unidos es muy antigua. Fue una granja de vacas en Peacham, Vermont, donde había como unas cien reses. Siempre había tenido el sueño de tener un propiedad en un lugar tranquilo y poder tener animales, algo muy alejado del mundo del ciclismo, sobretodo si vives en Europa y compites en grandes ciudades, te pasas el día viajando, en los buses de los equipo y todo eso. Siempre he anelado ese contraste: de algún modo continuar con mi carrera pero a la vez, ir planificando lo que vendrá después.
¿Así que tu plan es pasar más tiempo allí cuando te retires?
Sí, cuando me retire pero también pasar el máximo de tiempo que pueda ahora. Este año, por ejemplo, fuimos en noviembre y ya había mucha nieve, así que fue muy complicado entrenar... Puedo ir en snowbike, claro. Pero al vivir en un sitio así siempre hay muchas cosas por hacer, desde cortar leña de los árboles que caen para el fuego hasta limpiar las zonas de cultivo antes de que venga el invierno.
¡Es otra forma de entrenamiento!
¡Claro! Siempre tienes que estar pensando en lo que vendrá y lo que se necesitará en invierno, en verano, en primavera... Las estaciones cambian el entorno y eso te mantiene siempre ocupado. Es una forma de vida totalmente distinta a la que vivo en Niza, en Europa. Ahí estoy cien por cien centrado en el ciclismo; me levanto, hago estiramientos, entreno, vuelvo a casa, hago una cabezadita... Cada día es lo mismo. Y cuando estoy en casa, donde normalmente puedo ir allí enmedio de la temporada cuando hay un parón, es genial poder tener esa vida más espontánea, distinta a la otra en la que todo está planificado. Por ejemplo, si cuando voy a entrenar y veo que un árbol se ha caído, dejo la bici y me ocupo de eso y lo corto para la leña.
¿Un ciclista usando una hacha?
De momento no me hecho daño —risas—. Es algo que siempre tengo en mente. Hay cosas que no hago porque la carrera de un deportista es corta y no quiero hacer nada estúpido por estar cortando leña. Estoy en una situación en la que por un lado no puedo disfrutar plenamente de la vida que quiero llevar porque tengo que estar atento a mi carrera como ciclista pero por otro mi profesión es la que nos ha permitido a mi novia y a mí poder comprar esa casa.
Boswell atendió a VOLATA en la presentación del equipo Katusha en Koblenz (Alemania) (Foto © Kathrin Schafbauer)
¿Vermont está cerca del lugar en el que naciste?
No, está lejos. Yo soy de Oregon, de la costa oeste, pero mi novia sí que es de esa zona. Allí llevo una forma de vida muy parecida a la que tenía donde me crié. Mis tios vivían en el campo y de pequeños pasamos mucho tiempo en aquella casa, cazando, pescando, yendo de camping, así que es algo que siempre ha formado parte de mi vida.
¿Cómo de importante es para ti conocer el territorio en el que vives?
Muy importante. Es algo que me encanta. Ya me gustaban los mapas a una edad muy temprana; y la geografía, buscar diferentes rutas... De hecho, en el ciclismo estás siempre explorando. Siempre me ha interesando mucho mirar los mapas, aprender cosas nuevas de una misma zona o incluso descubrir un nuevo tipo de árbol o un nuevo río, o ver si hay diferentes maneras de llegar a un mismo lugar. De hecho, aquí en Alemania no sabía que el río que pasa por Koblenz es el Rhime, que es un río muy conocido. Hoy con los smart phones todo eso muy fácil. Si, por ejemplo, estoy en la Vuelta hago una marca si descubro algo cool y me lo apunto por si puedo volver en un futuro. Porque en el ciclismo viajamos a lugares ¡tan preciosos! En el Tour, en el libro de ruta siempre incluyen explicaciones de la geografia, la historia y la cocina de la zona. Me encantaría poder saber muchas cosas más.
En la zona del norte de Francia y Bélgica hay mucha historia, hay lugares clave de la Primera Guerra Mundial.
Sí, y además es increíble la cantidad de veces que pasamos por las miasmas carreteras sin que nos demos cuenta, como en el Tour de Francia, Dauphiné, el Tour de l'Avenir... La Vuelta hace un buen trabajo buscando nuevos puertos, lo que pasa es que con la novedad a veces se pierde la parte histórica que hay en otras cimas como Los Lagos de Covadonga. Sería genia si hubiera una manera de conectar más las carreras con la geografía y la historia... Aunque hay muchos corredores que solo están centrados en la carrera y no prestan demasiada atención a dónde estamos o dónde vamos al día siguiente.
¿Cómo es Niza para entrenar y cómo territorio para explorar?
Es una zona que me encanta. Llevo viviendo allí seis años. Hay costa y, si voy al norte, tengo los Alpes. Tengo mucho donde elegir. Fue una zona en la que habían muchas carreras en los años cincuenta y sesenta. Hay buenas carreteras y es un territorio no demasiado poblado y con tráfico. Niza es una gran ciudad, al menos para mi. En su momento consideré mudarme a España para probar algo distinto y aprender una nueva lengua, pero ahora es complicado porque estoy muy establecido en Francia y me siento muy agusto. He invertido mucho tiempo en convertirlo en mi base de operaciones europea para entrenar. Todavía me gusta mucho. Ahora hemos comprado una casa en Vermont que considero que es mi casa y Niza es, cada año que pasa, más como mi lugar de entrenamiento.
En una entrevista comentabas que la vida en Vermont es una vida comunitaria. ¿En qué sentido esa dinámica puede compararse al trabajo dentro de un equipo ciclista?
Mmmm... deja que lo piense. Quizás en cierto grado sí que pueden compararse. Si tu eres un buen miembro de un equipo ciclista, la gente no te va a juzgar solo por tus resultados. Dentro de un equipo puedes no tener victorias pero ser un miembro muy valioso para el equipo, tener muy buen feedback de los patrocinadores, de los utilleros, de los mecánicos, de la dirección del equipo... Creo que en ese sentido sí que se puede comparar a una forma de vida comunitaria, donde no hace falta que, para contribuir, aportes dinero. Puedes ser voluntario, ayudar y ser una persona fiable para aportar cosas valiosas a tu comunidad.
El corredor norteamericano, primero por la izquierda, al lado de Matteo Fabro, Pavel Kochetkov e Ilnur Zakarin (Foto © Kathrin Schafbauer)
Este es tu segundo año dentro del Katusha. Supongo que el primero fue en cierta medida como de transición.
Sí, correcto.
¿Cómo afrontas esta segunda temporada?
Supongo que no estoy satisfecho de como fue este año para mí. Mi principal objetivo fue hacer un buen papel en el Tour de California, cosa que no pasó, y luego correr el Tour. Y fue genial correrlo pero me quedé con la sensación de que podría haberlo hecho de una forma más agresiva. No es que tuviera miedo porque nunca había corrido el Tour antes y no sabía cual era el nivel real de la carrera. Y aunque sí que había corrido el Giro y La Vuelta, fui con la idea que la exigencia era mucho mayor y fui un poco conservador. Pero pude ayudar a Zakarin y con eso estoy satisfecho. Luego fui a la Vuelta con muchas aspiraciones y tuve esa caída... Pero te diría que lo más interesante es que he visto, quizás desde la Vuelta del 2017, que me ha costado un año darme cuenta que tenía la capacidad de ganar etapas e incluso carreras.
¿En Katusha te dan esa libertad para tener protagonismo?
Sí, desde el principio en el equipo me han animado a intentarlo pero creo que de algún modo todavía tenía la mentalidad del equipo Sky en la que me inculcaron que debía tener siempre un rol muy concreto que consistía en trabajar para otro corredor. Y con el Katusha se presentan grandes oportunidades para mí. El año pasado apredí muchísimo y vi que necesitaba tiempo para romper esa mentalidad. Por ejemplo, durante el Tour hubieron un par de ocasiones en las que me moví para ayudar a Zakarin pero justo él me dijo que no me necesitaba porque ya estaba bien situado. Eso es fruto de mi mentalidad, de querer hacer siempre algo más, cuando a lo mejor debería estar guardando fuerzas y así poder conseguir mantenerme en el grupo de delante.
Claro.
Dejar atrás esa mentalidad y buscar resultados ha sido un proceso complicado: correr para conseguir una victoria. Es un cambio psicológico importante porque de algún modo cambia el motivo de porqué estás corriendo. Sin el objectivo de las victorias personales, corres sin presión. Haces tu trabajo y punto. Pero correr para conseguir resultados, óbviamente eso añade un punto de presión. Creo que necesito esperar un poco más de mí mismo.
¿Cómo ligan tus aspiraciones en un equipo con un estilo difícil de definir?
Uhmm, yo definiría a Katusha como un equipo de mentalidad internacional y con una actitud muy neutral.
Ya no es un equipo con espírturo ruso aunque haya algunos corredores...
... y también bastantes corredores alemanes, pero tampoco es un equipo alemán. El inglés es el idioma con el que nos comunicamos todos. No hay una comunidad de ciclistas que sea más numerosa que otra, hay corredores rusos, australianos, españoles, italianos, alemanes... Creo que lo más complicado para el equipo es conseguir conseguir una unidad con todos estos corredores. En Movistar, por ejemplo, es un grupo principalmente español y a todos les une una misma cultura y de algún modo eso define la mentalidad del equipo. El equipo Sky es un equipo muy internacional pero tiene una cultura británica muy marcada y eso puede ser complicado para la integración de corredores de otros países, como los italianos, porque no forman parte de ese grupo de "cool kids" del equipo. En Katusha creo que no tenemos esos grupos internos. Creo que líderes como Zakarin, Marcel Kittel o Spilak tienen a su alrededor un grupo de corredores muy fiables que no tienen que hacer la pelota a nadie. Errr... es complicado definir al Katusha porque no tiene una identidad superdefinida.
¿Esa indefinición puede ayudar a que los corredors encuentren su lugar?
Creo que nunca me he sentido tan cómodo en un equipo como hasta ahora. En el Sky de algún modo me sentía un poco fuera de lugar. Porque el núcleo central era un grupo muy cerrado de corredores británicos que llevaban corriendo juntos muchos años o viviendo juntos o cerca y era complicado integrarte. Y en este equipo, en Katusha, hay un ambiente muy familiar y abierto. Es importante tener la sensación dentro de un equipo que estás rodeado de gente de quien te puedes fiar y sientas que todos pueden trabajar para todos.
El colombiano Restrepo y Boswell en un momento de distención durante la Vuelta a España de 2018 (Foto © Jojo Harper)