Aunque la historia de amor entre Raúl García Pierna y el Tour de Francia viene de lejos —su padre, Félix García Casas lo disputó cuatro veces— el match definitivo ha llegado de forma abrupta. La ronda francesa no entraba en los planes del ciclista de Tres Cantos esta temporada, la de su estreno en las filas del equipo francés Arkéa – B&B Hotels, pero todo cambió a pocos días del Grand Départ de Florencia. El lunes previo al inicio del Tour, García Pierna recibió una llamada que lo cambiaría todo y “ahora ya sé qué explicar cuando me pregunten por qué el Tour es diferente”.
Acababan de completarse los Campeonatos Nacionales en los que el pequeño de los hermanos García Pierna acabó tercero en la prueba contrarreloj. Se suponía que con este podio se cerraba con muy buen sabor una primera parte de la temporada con La Vuelta, quizá, en el horizonte. Hasta el momento, Raúl García Pierna había sido noveno en O Gran Camiño y en el Tour de la Provenza fue tercero de la clasificación final. Pero volvemos a esa llamada. Sin margen para entrar en vértigo, la dirección del equipo bretón comunicó a Raúl que entraba en el equipo del Tour, que tenía poco tiempo para preparar las maletas, que su padre ya no sería el único de la familia en contar con el Tour en su palmarés.
De esta forma, a los veintitrés años, el exciclista del Kern Pharma, se plantó a la salida de la carrera más importante del mundo dispuesto a descubrirla. “Todo esto es enorme”, cuenta a VOLATA ya en Niza, con su primer Tour completado. “Lo que más me ha impresionado es la velocidad, la tensión, los nervios que hay cada día. Y que aquí, todos estan muy fuertes”. El cansancio de las tres semanas de carrera pasa factura, así como un brazo derecho magullado y protegido por un vendaje, pero en la mirada de García Pierna todavía predomina la emoción. Se le escapa un poco la sonrisa cuando recuerda cómo ha sido su primer Tour en que ha formado parte de un par de fugas. La primera la protagonizó en la cuarta etapa, camino de Valloire, el día del Galibier. La segunda, ya en la parte final, en la decimoctava etapa, Gap-Barcelonette.
“Estoy muy contento, he podido estar en algunas fugas —rememora el madrileño—. Ademá, hasta que se hace la fuga es una absoluta locura, no sé lo rápido que se va. Siempre pasa algo, que se va a tope y te deja muerto. Una vez te pillan pues ya te dejas ir tranquilo. Eso sí, cuando me he abierto, estaba como un seto, no podía dar un pedal más". Su compañero de equipo, el andaluz Cristian Rodríguez, también ha estado muy activo y el premio gordo para el Arkéa lo consiguió Kévin Vauquelin al ganar en solitario en Bolonia, en la segunda jornada.
En estos más de 230 kilómetros en que ha rodado en cabeza formando parte de alguna escapada en este Tour, Raúl García Pierna ha podido sentir todavía más lo que hace del Tour la carrera més especial. “¿Lo que me ha sorprendido más dejando de lado la competición? Sin ninguna duda la cantidad de gente que hay en todos sitios y en todo momento. Mira esto –dice mientras apunta al numeroso público que hay en Niza— es que es increíble”.
Lo cierto es que repasando los posts que ha publicado en su cuenta de Instagram a lo largo de estas tres semanas, las dos palabras que más repite son “increíble” y “duro”. A pesar de tener significados opuestos, estos dos calificativos resumen un Tour de Francia en toda su amplitud, especialmente cuando lo descubres por primera vez. “¿Te queda algo pendiente?”, le preguntamos antes de acabar. “Pues sí, me gustaría repetir pero para poder terminar en París”.