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French Divide 2016: pedalear, comer, dormir

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Mònica Aguilera, VOLATA | 20 Sep 2016

French Divide 2016: pedalear, comer, dormir

French Divide 2016: pedalear, comer, dormir

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El pasado mes de agosto se celebró la primera edición de la French Divide, una non-stop en autosuficiencia de montaña que cruzó Francia de norte a sur, pasando por el Macizo Central y los puertos más emblemáticos de Pirineos. Se trata de un concepto de prueba que poco a poco se va extendiendo por Europa y que cada vez cuenta con más adeptos.

En este tipo de pruebas el recorrido no está marcado sobre el terreno sino que los participantes deben seguir el track que se envía a todos los inscritos con antelación. La French Divide se definía como un recorrido de un 70% gravel y un 30% carretera, así que a priori parecía que iba a ser muy ciclable.

Mònica Aguilera, que fue junto Joan Carrillo los dos únicos participantes españoles de un total de 50, nos cuenta sus impresiones después de finalizar la prueba en primera posición de la categoría femenina. Invirtió 12 días en superar los más de 2.100 km y 39.000 mentros de desnivel positivo, mientras que Joan la hacía en cuarta posición tras poco más de 10 días.

Esta no era la primera experiencia en pruebas de larga distancia de la catalana, que entre muchas otras victorias, puede presumir de ser la Campeona del Mundo de Orientación en Bicicleta de Montaña o ser la primera atleta española en vencer la prestigiosa Marathon des Sables. Aún así, esta French Divide era algo nuevo para ella. "Aunque tengo experiencia en carreras de este tipo, en competiciones en solitario era la primera vez que me enfrentaba a algo así. Era toda una novedad para mí. Me lo tomé como unas vacaciones, sin planificar demasiado y cada día fui improvisando y planificando sobre la marcha."

Aguilera optó por competir con una bicicleta Gravel con ruedas de montaña de 29'' y por equiparse con lo mínimo necesario, combinando material básico de primeros auxilios con ropa que pudiera soportar cambios meteorológicos y cambios de temperatura. A diferencia de otros participantes optó por no llevar tienda de campaña para ir más ligera. Tan solo iba equipada con una esterilla y un saco de dormir. "Lo que me más me inquietaba fue no encontrar hotel cada día para poder descansar bien. El recorrido era muy duro como para dormir cada noche en la intemperie. Aún así en cuatro noches no encontré alojamiento y en dos lo solucioné en un càmping. En uno de ellos me dejaron dormir en la zona de los lavaderos y en otro, a mí y a otra participante con la que coincidimos, nos dejaron dormir dentro de una roulotte."

El recorrido seguía desde tramos de asfalto de carretera secundaria y pistas muy rodadoras, a sendas de montaña, técnicas y lentas y de gran desgaste físico. La prueba sorprendió a sus participantes y su dureza la hizo mucha más lenta de lo previsto. Se recorrieron tramos ciclistas emblemáticos, como parte de la clásica París-Roubaix caracterizado por sus adoquines, pistas y sendas del Camino de Santiago francés o la legendaria subida al Col du Tourmalet, uno de los puntos de la ruta más destacables para la corredora. "La experiencia de subir el Tourmalet fue muy especial, por lo emblemático y porqué todavía no lo había subido. Ya me avisaron que está muy masificado y efectivamente, había mucha gente y eso le quitó encanto. Del viaje también me quedo con la variedad de paisajes. Empiezas en el norte de Francia, que está lleno de pistas planas, carriles bici, y de golpe apareces en el Macizo Central, que es más salvaje, para luego llegar los Pirineos."

Aguilera es codirectora de la CAT700 MTB Brevet, una prueba similar que cruza Cataluña de norte a sur y que en este 2016 celebró su segunda edición, precisamente ganada por Joan Carrillo, así que el diseño del recorrido fue un aspecto en lo que prestó especial atención. A pesar de algunos tramos "poco trabajados" por parte de la organización, su valoración es muy positiva. "La intención y el espíritu de la prueba son geniales", comenta a la vez que destaca lo especial que tiene rodar en solitario durante tantos días: "Al final, la competición queda en un segundo lugar y todo convierte en un reto contigo misma. Se trata de llegar. Cuando pasé el ecuador del recorrido vi que sí que podría acabarlo." Y prosigue: "Es un lujo y un privilegio participar en una carrera así porque realmente desconectas de todo y simplemente te dedicas a completar con tus necesidades básicas: pedalear, comer y descansar. Es como una limpieza mental."

Mònica Aguilera se enfundó el maillot y la gorra de ganadora de la prueba a su llegada a Mendionde, en el País Vasco francés (foto ©French Divide):