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La Vuelta, ¿un punto de inflexión?

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Álvaro Rubio | 18 Oct 2024

La Vuelta, ¿un punto de inflexión?

La Vuelta, ¿un punto de inflexión?

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El otoño siempre llega como un susurro de despedida que envuelve el ambiente con una fragancia de nostalgia. Las hojas se desprenden de los árboles y se apoderan de las calles, caminos y carreteras como recuerdos de la estación estival que el viento arrastra lentamente. Y el paisaje, teñido de tonos anaranjados ocres y dorados, se convierte en un tapiz donde la melancolía por la intensidad del verano deja paso a la serenidad, el silencio y la calma del invierno. En términos ciclistas, significa la llegada del barro y los circuitos de ciclocross, el ocaso de las pruebas ruteras y el inicio de ese periodo de hibernación (para algunos) de cara a la próxima temporada.

También supone un periodo de reflexión para valorar y hacer balance del año. En este contexto, La Vuelta suele ser un buen termómetro para medir las semanas finales de competición desde que se ubicó como la última gran vuelta del calendario. Históricamente, desde 1995 para ser exactos, disputar la ronda española es garantía, al menos sobre el papel, de poder acabar la temporada con un buen sabor de boca y con un pico de forma que permite afrontar lo que queda de temporada. Si le preguntáramos a Ben O’Connor, Enric Mas y Roger Adrià, probablemente así lo afirmarían.

Después de acabar segundo en La Vuelta, el ciclista australiano del Decathlon AG2R tan solo compitió en el Campeonato del Mundo de Zúrich, donde su actuación fue redonda: oro en el relevo mixto de contrarreloj y medalla de plata en ruta como el mejor del resto tras la sublime exhibición de Tadej Pogačar.

Desde el plano psicológico, ese ataque en el último kilómetro en el corazón de la ciudad suiza refleja la confianza de quien se había superado a sí mismo en La Vuelta: “Ha sido muy complicado estar en mi mejor nivel cada día. Estas tres últimas semanas son un momento decisivo en mi carrera”, comentaba O’Connor en Madrid. El ciclista australiano siempre se ha había caracterizado por tener un día muy bueno en las grandes carreras por etapas, pero por tener actuaciones algo irregulares.

La defensa titánica del maillot rojo frente a Primož Roglič hasta el Alto de Moncalvillo en La Vuelta lo había obligado también a dar un paso más en el aspecto mental. “Haber quedado segundo en una gran vuelta es como una victoria —aseguró el australiano—. Sabía que era un corredor bueno, pero quizás no tan bueno”. Y prosiguió: “Fue bonito poder tener esa sensación de que quizás algún día pueda ganar una gran vuelta. Siempre había creído que era algo poco realista, especialmente después del Giro, pero haber estado tan cerca es muy especial”. Las dosis de confianza de La Vuelta tuvieron su impacto en su excelente actuación posterior en Zúrich.

Roger Adrià y Enric Mas durante el pasado Mundial de Zúrich (Foto: Getty / Movistar Team)

La ronda española fue también el regreso de la mejor versión de Enric Mas. El balear remitía a las “sensaciones” como ese golpe de pedal que no encontraba desde la fatídica caída en la primera etapa del Tour 2023 en Bilbao. En La Vuelta, el ciclista del Movistar Team se mostró combativo, atacante y con ganas de luchar por la victoria final. Ese rendimiento se mantuvo en el Mundial, en el que terminó octavo, como mejor español, y el periplo por las clásicas italianas: octavo en Giro dell'Emilia, quinto en Il Lombardia e iba camino de la victoria en Tre Valli Varesine cuando la carrera fue neutralizada por las condiciones meteorológicas.

En todas ha habido un denominador común: sus mejores piernas en más de un año. Al de Movistar le ha faltado rematar en los momentos decisivos, pero La Vuelta puede haber sido el germen de un punto de inflexión de cara a fijar objetivos futuros. Quien sí materializó ese poso de la carrera española en una victoria fue Roger Adrià. El catalán del Red Bull - BORA hizo un despliegue encomiable en favor de su líder Roglič en la semana definitiva de La Vuelta y prolongó el buen estado de forma para sumar su triunfo más importante en el GP de Wallonie tras una temporada discreta hasta aquel momento. Posteriormente rozó el top 10 en el Mundial y en Il Lombardia. La Vuelta como trampolín para cambiar tendencias.