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Un mecánico precoz

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Albert Rabadan | 27 Jun 2014

Un mecánico precoz

Un mecánico precoz

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En la salida de El Vendrell, sexta etapa de La Volta a Catalunya, el bus del CCC-Polsat, equipo continental polaco invitado por la organización, resta solitario, el más alejado del control de firmas. Todas las miradas –que no son pocas– se centran en los lujosos vehículos de Katusha, Tinkoff o Movistar (el local Purito, Contador y Quintana están en ellos, respectivamente). Pero fuera de ese bulto naranja butano trabaja alguien que también en su día estuvo dentro de los buses, esperando para firmar.

Andrei Kunitski (Grodno, Bielorrusia, 1984) era uno de tantos prometedores ciclistas del este que empezaron a labrar su carrera en Italia a principios de milenio. Con planta de buen rodador pero con suficiente polivalencia, las victorias en el prestigioso GP Palio del Recioto y una etapa del Giro de las Regiones le valieron el paso a profesionales con el equipo Acqua&Sapone. Con ellos corrió un Giro de Italia y fue cuatro días líder de la Vuelta a Burgos tras ser el más fuerte de las escapada del primer día.

Llegó a la máxima categoría cuando Quick Step le rescató del naufragio del Amica Chips, pero no funcionó en el equipo belga. Se retiró al cabo de año y medio con ellos sin haber corrido con ellos ninguna grande y con el puesto 15 en una etapa del Tour de Romandía como mejor resultado. Tenía 26 años. "Problemas de salud acabaron con mi carrera", explica el bielorruso. "Fui a diversos médicos, pero lo más jodido es que todavía no sé qué problema tenía. Tenía que ver con la respiración, eso seguro. Lo notaba en las montañas, que me costaba respirar. Al final decidí dejarlo", relata.

Ahora, Andrei Kunitski es mecánico. "Le pedí a Piotr [Wadecki], el director deportivo del CCC-Polsat, si podía hacer alguna cosa, y me cogió como mecánico. Y también tendré algunas oportunidades com a director este año". No parece especialmente ilusionado, pero ya ha normalizado su situación. "Se me hace raro, porque cuando veo carreras la mayoría fueron rivales míos. Pero no pienso 'podría estar aquí...' porque el ciclismo visto desde el staff también está bien. Y al fin y al cabo mi vida es bastante parecida a la de un ciclista. Viajo mucho, incluso te diría que más que cuando corría", opina Kunitski, ahora de 30 años.

Tampoco ha tenido que adquirir ningún gran conocimiento que le haya poder hacer chocante el cambio a ser mecánico. "Me he pasado la vida encima de una bicicleta. No me he encontrado ningún problema para hacer mi trabajo", explica.

Se da la curiosidad de que en esta Volta a Catalunya corre con el equipo polaco el italiano Davide Rebellin, veteranísimo de 43 años. Kunitski es trece años más joven que él. ¿No es eso raro? "Bueno, piensa que hay un mecánico en el equipo más joven que yo", resalta con tranquilidad. La tranquilidad con la que vive ahora, sin la presión de los resultados que tiene un deportista de élite. "Ahora tengo mujer y dos hijos. Tienen dos años. No me puedo quejar...", y sonríe. La única vez que lo hace en toda la conversación.