Remate final a los Pirineos con una etapa con final en alto. Esta vez hay puertos de paso de cierta enjundia, ideales para proponer desgaste, pero su falta de continuidad, unida al poder intimidatorio de la última subida, la más dura de la jornada, no nos hacen ser demasiado optimistas respecto a la posibilidad de ver movimientos lejanos por parte de los hombres fuertes.
Apuesta conservadora: Chris Froome.
Apuesta arriesgada: Robert Gesink.
La estadística dice que es muy probable que quién gane en Plateau de Beille, acabe en París en amarillo. Así fue las primeras cuatro veces, con victorias de Pantani (1998), Armstrong (2002 y 2004) y Contador (2007), a la postre ganadores de esos Tours. El belga Jelle Vanendert (2011) constituye la excepción a una regla que este año no parece descabellado que se confirme de nuevo. Antes de llegar aquí, a un altiplano sin más interés que constituir el campamento base de una importante estación de esquí nórdico, la etapa sí que resigue una ruta que bien podría ser un aconsejable itinerario turístico por esta sección del Pirineo galo. Para ello, sin embargo, pronto se dejará atrás Lannemezan, población de poco atractivo cuyos lugareños de renombre se dividen principalmente entre jugadores de rugbi y deportistas de nieve. A los veinte kilómetros sí que habrá que detenerse con los cinco sentidos: Saint-Bertrand de Comminges es una pequeñísima localidad de unos 200 habitantes dominada por una colina… con una catedral en lo alto. El edificio, elegante y sólido, presenta algunos elementos románicos y otros góticos. El pueblo, además, conserva parte de la muralla romana reaprovechada durante la edad media. Tras dejar atrás Saint-Bertrand, la carrera seguirá por bellas carreteras secundarias en el paisaje de transición entre el valle del Garonne y los Pirineos propiamente dichos. Al menos hasta llegar a Aspet. A partir de aquí nos meteremos ya entre montañas donde nos esperan los que tal vez sean los mejores bosques que recorrerá el Tour de Francia, puesto que los puertos de esta parte del Pirineo no alcanzan la altura, a la postre rocosa o llena de pastos, de otras jornadas de montaña. Así, Portet de Aspet y Core, remontando este último por el valle de Bethmale, nos permiten contemplar estampas de gran frondosidad. Lo mismo ocurre un poco más adelante en la zona de Massat y la primera mitad del Port de Lers, comarca que aprovechó el paso del Tour 2012 para mostrar sus discrepancias entre partidarios y detractores de la presencia del oso pardo por estos lares. Los partidarios, impulsados por asociaciones de defensa, pusieron la nota de color con unos atuendos terroríficos que daban más miedo que un oso de verdad, hambriento después de una semana en ayunas. |
Mañana: etapa número trece entre Muret y Rodez, de 198.5 km