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Vía París. Etapa 21: Sèvres - Grand Paris Seine Ouest - Paris Champs-Élysées

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Borja Barbesà | 26 Jul 2015

Vía París. Etapa 21: Sèvres - Grand Paris Seine Ouest - Paris Champs-Élysées

Vía París. Etapa 21: Sèvres - Grand Paris Seine Ouest - Paris Champs-Élysées

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Marcha triunfal en honor del ganador, pero también homenaje a todos los supervivientes de la carrera. En las últimas vueltas a los Champs-Élysées la competitividad reaparecerá con fuerza y veremos una resolución al sprint… si no hay sorpresa.

Apuesta conservadora: André Greipel.
Apuesta arriesgada: Peter Sagan… sorprendiendo antes del sprint.

 

París es una y mil cosas, de las más tópicas y cursis a las más exquisitas, de las más idealizadas a las más prosaicas. Fue una inmensa playa bajo los adoquines y hervidero de muchas revoluciones, es campo de batalla recurrente de múltiples desigualdades y escenario de demasiados terrores y sinsentidos contemporáneos. París es esa ciudad que se despierta a las cinco de la mañana en la canción de Jacques Dutronc y que parece que no duerme según un puñado más; también es la caja de resonancia de algunas de las películas preferidas de quien les escribe y el cliché pegajoso de muchísimas otras. 

París no se acaba nunca, como bien sabía Hemingway y nos recordó Vila-Matas, y también es un pozo sin fin para el ciclismo, para el Tour de Francia, alfa y omega histórico de una carrera que sacude la ciudad un domingo de finales de julio. Al día siguiente, la prueba se retira a sus cuarteles de invierno a cocinar la próxima edición y la ciudad se sume en su letargo estival, se convierte en una urbe sin apenas parisinos y tomada por los turistas. 
París significa, también en clave Tour, una selecta media docena de nombres que desafiaron con éxito la dictadura del sprint, los Meslet, Knetemann, Hinault, Pierce, Seigneur y Vinokourov, y, por supuesto, LeMond birlándole el Tour a Fignon mediante una contrarreloj que no se ha vuelto a situar en el último día de carrera. París, en fin, es ese espectro desenfocado que aparece hoy ante nuestros ojos cansados, y el golpe de gracia a una carrera a la que volveremos de aquí ya menos de un año, con la mirada limpia y la ilusión de un niño.