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Y Segovia se vistió de amarillo en 'La Perico'

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Olga Àbalos | 24 Aug 2018

Y Segovia se vistió de amarillo en 'La Perico'

Y Segovia se vistió de amarillo en 'La Perico'

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"Segovia se pone... Uf, a tope. Piensa que aquí vienen más de dos mil ciclistas con la familia, los niños..." Juan es taxista y comenta como la ciudad se transforma cada año cuando acoge la marcha ciclodeportiva Pedro Delgado, La Perico. "A mí me gusta mucho el ciclismo, lo sigo. De hecho hice la marcha los primeros años pero me fracturé la cadera y tuve que decir adiós a la bici", comenta de forma distendida mientras me lleva a Madrona, un pueblo de unos 500 habitantes a unos 12km de Segovia, donde había conseguido alojamiento. Efectivamente, Segovia hacía semanas que estaba imposible. En la radio, una tertulia nocturna de la Cope. A través de los cristales del taxi, negra noche que permitía ver un cielo lleno de estrellas.

 

"¿Perico? ¡Se lo ha montado bien! Es un tipo cercano y simpático. ¿Y tú, has venido a correr la marcha?", pregunta Juan. "No, no, estoy en la feria que hay delante del Pabellón Pedro Delgado. Tengo un stand donde vendo revistas, pósters y camisetas", le respondo. "Ah, muy bien. Pues ya me pasaré mañana. Siempre voy a ver la carrera". Llegamos a Madrona. La noche era intensa, densa. Se oían cigarras y, a lo lejos, música animada que parecía llegar desde distintos lugares. Me cuentan en el alojamiento que es una zona de casas rurales que se alquilan para celebrar bodas y justo aquella noche coincidían dos celebraciones en dos fincas distintas.

Después de un corto paseo por el pueblo, conseguí comer algo en El Molino, un concurrido mesón castellano que olía a pimentón de la Vera en el que las raciones tenían una medida más que generosa. Pedí huevos rotos con morcilla y una copa de tinto como regalo personal después de superar un día largo y de mucha fatiga. Durante todo el día, VOLATA había tenido un stand en la zona de expositores de La Perico, justo al lado de lo que sería la llegada al día siguiente y de la oficina permanente donde se recogían los dorsales. Y... ¡qué experiencia más intensa! Más de 2.300 ciclistas pasaron por allí y fueron muchos los que se acercaron con curiosidad a conocer la revista. Desde aquella tribuna privilegiada puede observar a ciclistas llegados de muchísimas partes: andaluces, catalanes, valencianos, gallegos, vascos, ... Resultaba entretenido ir leyendo todos los nombres de los clubes y peñas ciclistas de lo más variopintos en los maillots que llevaban algunos y algunas. Porque también había una amplia representación femenina con unas 90 participantes.

 

 

Algunos aprovechaban que conseguían la bolsa de bienvenida para ponerse el maillot oficial de la marcha, que este año rendía homenaje al equipo Reynolds que en 1988 consiguió el Tour de Francia. Al día siguiente, todos los integrantes de aquella esquadra —menos Dominique Arnaud, fallecido en 2016— estarán en la línea de salida de Segovia.

Cuando el sol ya se iba poniendo y empezaba a hacer algo de fresco, Delgado en persona visitó a todos los expositores rodeado de una nube de fans y flashes de cámaras de fotos. El enjambre de personas se iba acercando hasta que apareció el segoviano, vestido con el polo oficial de la organización. "Uy, creía que no llegaría hasta aquí", me comenta con una sonrisa. "Bueno, ¿qué tal? Se está vendiendo bien la revista, ¿no? Hoy he firmado una cuantas". Sin tiempo material para que pudiera pensar alguna respuesta elaborada, balbuceé algo que ya no recuerdo mientras Carlos, el fotógrafo de la organización, nos hacía unos retratos. Clic, clic, clic, clic. "Bueno, hasta la próxima entonces". Beso, beso. Nota mental 1: le tenía que haber pedido que también me firmara un ejemplar. Nota mental 2: se le ve en forma. 

© Marcha Pedro Delgado

Al caer la noche, todavía me faltaba completar una misión más: convencer al conserje del pabellón que me dejara guardar las cosas del stand en una habitación hasta el día siguiente. A pesar de la mirada fría y algo inquisitoria, sacó un llavero enorme del bolsillo y abrió un cuartucho que resultó ser una habitación de reunión arbitral. Lo dejé todo allí y llamé a un taxi.

La morcilla con los huevos. Muy bueno todo. Cuando yo termino, los de la mesa del lado se piden una ronda de gintonics. "Oye, pero cortitos, ¿eh?", le pide uno de ellos a la camarera. Ella asiente y suspira discretamente. 

***

© Marcha Pedro Delgado

© Marcha Pedro Delgado


El domingo por la mañana, a las 8, en la zona del acueducto se daba la salida a la XXV marcha La Perico con los antiguos integrantes del Reynolds, como estaba previsto, presidiendo la comitiva: Miguel Indurain, Herminio Díaz-Zabala, Julián Gorospe, Omar Hernández, Ángel Arroyo, Luis Javier Lukin, Jesus Rodríguez Magro y Pedro Delgado. Mientras, en la zona de la llegada, los expositores se desperezaban para empezar a abrir de nuevo a media mañana. A eso de las 11h, la parada de VOLATA ya estaba lista de nuevo. Eso sí, casi sin stock de camisetas, ya que el día anterior se vendieron casi todas. "Hola, soy el que te llevó ayer. ¿Estas son las camisetas? Mira, vengo mi hijo. ¿Esta le sirve?". Juan, el taxista, cumplió con lo prometido y se llevó una de las últimas unidades. 

 

© Marcha Pedro Delgado

© Marcha Pedro Delgado

© Marcha Pedro Delgado

© Marcha Pedro Delgado


Al poco de empezar a llegar los primeros corredores, el olor a sofrito empezaba a inundar el aire. Cerca de allí, cinco paellotes gigantes se preparaban para las fideuás y alimentar a miles de ciclistas. Como banda sonora, la música de la zona de llegada y los gritos de ánimo incansables de los voluntarios hacia los corredores que iban terminando. Caras de cansancio, maillots llenos de sudor y muchas sonrisas. En mi regazo, un bocadillo del bar de la esquina de tortilla de patatas de medidas descomunales. Pasaron por el stand Ángel Arroyo, con el que discutimos formas de sobrevivir siendo autónomo y empresario, y Herminio Díaz-Zabala, que quiso leerse en la entrevista que le hicimos en VOLATA#15. 

 

Cuando la voz de Juan Mari Guajardo —mítico speaker de La Vuelta y otros muchos eventos deportivos— empezó a sonar por megafonía, estaba claro que las ceremonia del podio había empezado y en breve se terminaría la aventura. Se oyó hablar a Indurain —"para los que no lo sepáis, el Reynolds era el Sky de entonces", dijo—, Magro, Arroyo, Hernández —que había viajado desde Colombia y, como buen pastor evangelista, no dejó de dar las gracias a Diós— y Perico —que deseveló que la noche anterior se habían ido todos a cenar y a contarse batallitas—. 

A eso de las 17h todos empezamos a recoger. El conserje del día anterior pasó por allí y nos cruzamos la mirada. Esta vez, me guiñó un ojo.

 

*Gracias a la marcha Pedro Delgado por acogernos tan bien y por proporcionarnos material fotográfico

© Marcha Pedro Delgado

© Marcha Pedro Delgado