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'Ir en bicicleta te predispone a conocer con más intensidad', Jordi Bigues

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Olga Àbalos | 04 May 2020

'Ir en bicicleta te predispone a conocer con más intensidad', Jordi Bigues

'Ir en bicicleta te predispone a conocer con más intensidad', Jordi Bigues

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Sin aspavientos pero con contundencia, lanza ideas que desmontan conformismos. Jordi Bigues (Barcelona, 1954), periodista y ecologista, lleva toda una vida dedicada al activismo, la educación y la concienciación colectiva. Es autor de libros como 50 Cosas sencillas que tú puedes hacer para salvar la Tierra (1993) además de pionero en la organización de las primeras movilizaciones ciclistas en pleno franquismo. Está convencido —“Soy más optimista crítico que pesimista activo”, asegura— de que nos dirigimos hacia un cambio de mentalidad general en el que ecologismo, los derechos humanos y la democracia se dan la mano.

Artículo publicado originalmente en VOLATA#6

¿Qué papel ha tenido la bicicleta en tu vida?
Siempre he usado la bici porque tuve la suerte de conseguir el carnet de conducir bastante tarde. Durante el franquismo no pude tener permiso de conducir por mala conducta y porque estuve en prisión (por estar involucrado en la lucha armada contra la dictadura). Aquello provocó que la fase infantil de ir en bicicleta se alargara más de la cuenta. De hecho, la bicicleta me sirvió varias veces para escaparme de la policía.

También te sirvió para organizar las primeras movilizaciones ecologistas.
La bicicleta siempre ha encajado con mi pensamiento ecológico. Tengo el orgullo de pensar que incorporé las bicicletas a las movilizaciones sociales. Organicé la primera Volta Ciclista Antinuclear i Ecologista en el País Valencià, que fue muy chocante porque por entonces aún no se practicaba el ciclismo lúdico-deportivo. Nuestro lema era “no contamina ni gasta gasolina”. Fue un movimiento contra la central nuclear de Cofrents. Cuando llegábamos a los pueblos nos recibían el alcalde y las falleres majors pensando que recibían a una vuelta ciclista convencional y, cuando veían aparecer a un grupo de hippies, se quedaban con la cara desencajada. Dormíamos en sacos de dormir en los polideportivos y tal. Éramos una fauna que aún no se había inventado, y me siento orgulloso de haber formado parte de ella.

¿Podemos conectar aquellas vueltas ciclistas con movimientos reivindicativos actuales, más urbanos, como Masa Crítica?
Creo que sí. En los años sesenta y setenta los ecologistas eran vistos como un grupo de jardineros bien intencionados. Luego los ecologistas fuimos declarados lampistas, como si nos preocupara que se contaminase un lago pero no que se contaminasen los obreros que procesaban esos productos. Eso es una idea muy reduccionista porque en realidad nosotros representamos la voluntad revolucionaria de transformación de la sociedad, no desde el poder, sino desde los valores y las prioridades, desde una posición ecopacifista. Un ejemplo es el logo de “Nucleares? No, gracias” que diseñó la ciclista Anne Lünd. Significó un cambio cultural muy grande, democrático y no autoritario.

Eso me recuerda la máxima "One less car", que siguen muchos ciclistas urbanos y que pone de relieve el dominio del coche en las ciudades.
Ahora lo importante es derribar dos mitos: el de la propiedad de la vivienda y el de la propiedad del vehículo. Unos de los desastres ecológicos que hemos vivido son la idea obsesiva de la propiedad de la vivienda y el contraer deudas por treinta o cuarenta años. Es algo muy español. Esa idea de no tener que hipotecarse también la encontramos en el coche, porque necesita una dedicación extraordinaria de horas: hay que revisarlo, repararlo, llenar el depósito... Si la gente contabilizara esas horas como costes se darían cuenta de que es una ruina total. Hay confusión entre vehículo y movilidad. Despilfarramos recursos comprando coches. En Irlanda, por ejemplo, los pobres son los que tienen coche; los ricos no quieren perder el tiempo teniendo un coche.

¿Crees que es posible un cambio de mentalidad en nuestro país?
Yo creo que el cambio es inminente, ya no tanto por los intereses creados, sino por las inercias. Todas estas opciones de alquilar coches por horas es algo raro hasta que lo pruebas. Ir en bici te puede dar vergüenza hasta que la coges y te das cuenta de que es la forma más rápida de ir a un determinado punto dentro de la ciudad. Las inercias no son una cosa del poder, sino de la ciudadanía. Dar el primer paso, cuesta. Una sociedad que acaba controlada por las inercias es una sociedad poco democrática, poco participativa y con poca capacidad de adaptación. Sin embargo, para romper algunas inercias necesitas una administración receptiva.

Claro...
Por ejemplo, en Barcelona cada año mueren tres mil habitantes por contaminación atmosférica. Eso quieres decir que cada día mueren diez personas, que cada dos horas sistemáticamente muere alguien. Si cada dos horas sonara una campana en las parroquias de barrio seguramente la gente se lanzaría a cambiar el modelo de movilidad, pero ¿la reacción sería coger la bicicleta? Seguramente si lo haces te pondrás a la cola de los que se mueren por contaminación atmosférica, porque se respira más contaminación.

Pero ¡alguien tendrá que hacerlo!
Claro, tiene que existir la movilización pionera de una minoría, pero también alguien que corte el bacalao: las administraciones. Hay que actuar de forma decidida. ¿Cuántos muertos podemos aceptar por contaminación atmosférica? Eso es algo que no se le pregunta a la gente. ¿Cuántos aceptamos: uno, mil o uno cada dos horas como tenemos ahora? Si no aceptáramos ninguno, el compromiso por la adopción de las medidas para evitarlo sería diferente. Por ejemplo, reducir la velocidad de 120 a 80 km/h en algunos tramos nos da rabia y, tal como se ha explicado, lo interpretamos como algo autoritario. Si los que mandaran fueran ecologistas sería fácil defender ciertas decisiones, y habría un gran consenso social.

¿Crees que el ciclista es un activista en potencia?
Entiendo que uno puede ser socio con compromisos tribales y con el entorno. Una persona en bicicleta se muestra delante de la colectividad como una persona que ha decidido usar un medio de transporte que tiene unos valores asociados. En ese sentido, sí que puede ser un activista, pero no tendría que ser así: ir en bici debería ser un acto de racionalidad más que otra cosa.

¿Qué te parecen el cicloturismo y otras formas de viajar pedaleando?
El turismo tiene un impacto ambiental brutal que no se ve, y sería muy injusto colocar dentro de esta industria ingente al ciclista. El ciclista tiene una manera de conocer el territorio muy cercana al caminar, mucho más que viajar en avión o usar las estructuras residenciales de las industria turística, que son las que producen un gran impacto. Creo que la gente sabe que a nivel de suelo las cosas de conocen mejor y que ir en bicicleta además te abre puertas: te predispone a la conversación, a conocer las cosas con más intensidad.

Fotografía: Tomás Montes
 

 

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