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Adrien Niyonshuti: 'Es importante que los africanos vean que el ciclismo les puede cambiar la vida'

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Albert Rabadan | 04 Nov 2016

Adrien Niyonshuti: 'Es importante que los africanos vean que el ciclismo les puede cambiar la vida'

Adrien Niyonshuti: 'Es importante que los africanos vean que el ciclismo les puede cambiar la vida'

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Hace dos semanas, Girona acogió la primera edición de la Girona Gala, una cena benéfica organizada por el australiano Nathas Haas y el irlandés Matt Brammeier, ciclistas del equipo Dimension Data, para sumar fondos para el proyecto #BicyclesChangeLives de Qhubeka, la fundación sudafricana que reparte bicicletas por África a cambio de trabajos para la comunidad, el medio o resultados académicos y que daba nombre a su equipo antes de la entrada de la influyente empresa de información y tecnología como patrocinador principal.

El ruandés Adrien Niyonshuti (Rwamagana, 2 de enero de 1987) había sido el invitado especial de la gala que, según comenta, "fue muy bien". "Con lo conseguido logramos superar el objetivo de llegar a la cifra de cinco mil bicicletas financiadas al año, por lo que se puede decir que fue un éxito”, celebra el que se ha convertido en uno de los mayores símbolos del primer equipo africano en llegar a la primera categoría mundial del ciclismo. Niyonshuti corre en esa estructura desde el 2009, cuando eran un pequeño continental llamado MTN. 

Ahora, el conjunto que dirige Douglas Ryder fue el equipo con más victorias del pasado Tour de Francia, con cinco entre los británicos Mark Cavendish y Stephen Cummings. Niyonshuti lucha por hacerse un hueco en una plantilla cada vez más competitiva para poder cumplir su sueño de participar en alguna de las grandes vueltas, igual que ya cumplió el de participar en unos Juegos Olímpicos (lo ha hecho dos veces) y ser el abanderado de su pequeño país, Ruanda, que aun lucha por rehacerse del horror del genocidio de 1994, donde murieron cerca de un millón de personas, entre ellos gran parte de su familia, tutsi. Él, que tenía siete años entonces, sobrevivió junto a su madre y dos hermanos.

El ruandés ha construido su vida alrededor del ciclismo, que le ha llevado a ser un ídolo nacional y protagonizar un documental y un libro que explican la historia del Team Rwanda, el equipo que formó Jonathan Jock Boyer, el primer americano en participar en el Tour de Francia, después de estar ocho meses en la cárcel por abusar de una menor. Gracias a él, Niyonshuti ha podido conseguir su objetivo de convertirse en ciclista profesional y convertirse en la referencia de varios jóvenes ruandeses quieren seguir su estela, la del héroe que da pedales para olvidar el horror.

Esta ha sido la primera temporada en que has hecho carreras WorldTour en carretera. ¿Cómo te has sentido?

En [la Volta a] Catalunya me estaba sintiendo bien, pero cogí un gran dolor estomacal y tuve que abandonar en la etapa de montaña porque no me sentía nada bien. Después fui a Suiza y, aunque hacía mucho frío y llovió mucho, fue una gran experiencia. En ciclismo es muy habitual ponerse enfermo porque cambian mucho las condiciones meteorológicas, o te caes, y en los últimos años he tenido mucho de eso, caerme y tener que rehacerme para volver…

Ahora estás viviendo en Europa. ¿Desde cuándo?
Estoy viviendo en Lucca, en Italia, desde 2014. Somos varios ciclistas africanos que vivimos allí y también los hay varios en Girona.

¿Entrenáis juntos?
En realidad no tanto. En toda la semana, lo mismo entrenamos uno o dos días. Porque tenemos entrenadores distintos, y hay días en que tienes sesiones específicas, salidas largas o intervalos y no siempre se puede salir juntos. 

Si tuvieras que destacar un momento de este año, ¿cuál sería?
Poder clasificarme otra vez en los Juegos Olímpicos, esta vez y por primera vez en carretera, fue un gran logro. También estuvieron muy bien los campeonatos de Ruanda, donde gané la crono y fui segundo en la ruta. Estuve muy cerca de hacer el doblete. Estoy muy contento de volver al nivel de un tiempo atrás y de haber tomado parte de grandes carreras por etapas de primera categoría mundial y acabarlas.

Me gustaría revivir contigo uno de los momentos más significativos de tu vida, la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos de 2012 [sonríe viéndose a sí mismo en un vídeo llevar la bandera de Ruanda en el Estadio Olímpico de Londres, vestido con un vestido tradicional ruandés]. Se te ve serio, como solemne. ¿Qué sentías?
Fue impactante. Para mí llegar allí era un sueño. Además, impresiona salir ante tanta gente, rodeado de deportistas de tantos sitios distintos.

 

¿Cómo fue ese camino hasta Londres? Leí que estuviste trabajando con el suizo Thomas Frischknecht, ex medallista mundial de bicicleta de montaña.
Conocí por primera vez a Thomas a finales de 2006, y a principios de 2007 ya vino junto a los americanos Jock Boyer y Tom Ritchey para desarrollar el proyecto del Team Rwanda de ciclismo. Ellos me llevaron. Cuando les dije que quería llegar a las Olimpiadas, estuvimos hablando de cómo hacerlo y vimos que lo mejor era tratar de clasificarme en bicicleta de montaña. Cuando me clasifiqué, Thomas cogió totalmente mis entrenamientos y viví con él unos meses en Suiza para correr algunas pruebas de la Copa del Mundo y de la Copa de Suiza. Fue una gran experiencia para mejorar mi entrenamiento y mi rendimiento en bicicleta de montaña.

Después de esos Juegos ya he dejado la bicicleta de montaña. Mi equipo, Dimension Data [entonces MTN] está centrado en la bicicleta de carretera, y el sueño de Douglas Ryder era el de ser el primer equipo africano profesional en ser WorldTour y poder correr el Tour de Francia, la Vuelta a España o el Giro de Italia. Por suerte, pude seguir en la bicicleta de carretera con el objetivo de volver a las Olimpiadas y también de estar en alguna de las grandes vueltas. Este es mi sueño y espero lograrlo. Por ahora sigo en este equipo, por lo que toca seguir trabajando y sumando experiencias. Últimamente, todo ha estado yendo bien.

Cuando empezaste a correr en Ruanda, ¿hacías más mountain bike?
De hecho, mi primera carrera fue en una bicicleta de una velocidad. Nada muy serio. Empecé a conseguir algunas victorias y mi primera carrera en bicicleta de carretera fue el Tour de Ruanda de 2004. Tenía dieciséis años. Acabé el sexto en la general, gané una etapa y fui segundo en otras cuatro etapas. Desde entonces, me di cuenta que podía ser ciclista. Se lo comenté a mi hermano y me dijo que, por favor, siguiera estudiando, pero estuvo mucho por mí y pude seguir mejorando.

¿Qué estabas estudiando?
Telecomunicaciones Electrónicas.

¿Cuándo te diste cuenta de lo potente que era tu historia?
Nunca pensé en si la mía podía ser una buena historia. Siempre he querido hacer lo mío, seguir luchando hasta lograr mis objetivos, ir mejorando como ciclista y dar lo mejor de mí para ser el mejor ciclista de Ruanda. Cuando trabajas duro y tienes la suerte de estar bien rodeado, llegan los éxitos.

¿Sueles pasar tiempo en Ruanda?
Sí. A finales de este mes iré a Ruanda y suelo pasar los meses entre temporadas.

¿Crees que es un buen país para entrenar?
Sí, es un buen país para entrenar y además la gente se preocupa por los ciclistas. Es mucho más seguro que en Europa. Un poco como aquí, en Girona. La gente en la carretera es más paciente, no te están pitando desde el primer momento y cabreándose. Es como son los ruandeses: son abiertos y calmados. A veces incluso me paran y me dicen: “¡oh, Adrien, para, ¡que quiero hablar contigo! ¿Cómo puede conseguir una bicicleta, cuánto valen?” La gente se interesa por el ciclismo y ahora es uno de los mejores deportes del país. Es increíble cómo han mejorado los resultados. Eso está cambiando el país. Incluso muchas féminas se están animando a correr, lo cual está muy bien.

Es un país muy montañoso, ¿verdad? En el libro La tierra de la segundas oportunidades (Libros de ruta, 2015) se explica que la selección de Gabón abandonó al completo el Tour de Ruanda en la edición 2011 diciendo que era demasiado duro...
Sí que es muy montañoso, de hecho se le llama "El país de las mil montañas". Realmente, el Tour de Ruanda es muy duro, por la altitud y porque cada día es un subir y bajar constante. Incluso yo, cuando vuelvo de Europa, tengo que mentalizarme. "uff, tengo que entrenar aquí..." [ríe]. Pero a la vez me va bien.

De otro país muy montañoso como es Eritrea hay varios buenos corredores. Si bien es verdad que Ruanda es bastante más pequeño, ¿crees que pueden salir también buenos escaladores para correr en Europa?
Si se quiere hacer la comparación entre Ruanda y Eritrea, la situación es diferente. Hay que tener en cuenta que Eritrea es un país más desarrollado y también hay pensar que fue colonizado por los italianos, que son un país con gran tradición en este deporte. Creo que esto hace más fácil que los eritreos hayan tenido grandes nombres en el ciclismo. Incluso por el hecho de tener que trasladar bicis hasta Europa. Comparado con viajar desde Ruanda a Europa, desde Eritrea es muy fácil. Eritrea lleva más tiempo desarrollando su programa de ciclismo y de aquí que salgan nombres como Daniel Teklehaimanot, Natnael Berhane u otros. Y en los Juegos Olímpicos, ¿cuánto hace que llevan representantes allí? ¡Desde hace mucho! En Ruanda solamente hace dos años… En Eritrea hace años que se trabaja en el ciclismo. En Ruanda no hace mucho que, si eras buen ciclista, nadie se interesaba por ti. Nadie se tomaba en serio el ciclismo y acababa centrándose en otros deportes.

Desde hace ocho o nueve años, cuando empezó todo con Jock Boyer, se puede ver que el ciclismo ahora en Ruanda es más popular, más organizado, más seguro, con mejores equipamientos…  Ahora Jock también está ayudando en equipamiento a Eritrea y Etiopía, lo que demuestra hasta qué punto nos hemos convertido en referencia en África. Algo está se está despertando porque ya se lleva un tiempo trabajando en ello. Nosotros salimos de en medio de la nada. Cambiar el ciclismo en África es mi sueño, e imagino que el de otros ciclistas africanos. Es importante que cambiemos África como continente y la gente vea el ciclismo como algo que les puede cambiar la vida.

Hay un proverbio ruandés que dice: "No puedes saber a dónde vas sin recordar de dónde vienes"…
Sí, es uno de las frases que más se dicen en Ruanda. Si no tienes presente de dónde vienes, nunca te podrás centrar en lo que quieres ser, y eso es cierto. Desde estas palabras creo que Ruanda está cambiando después de la guerra y el genocidio, convirtiéndose ahora en uno de los países más verdes y seguros de África en todos los aspectos, también económicamente. Todo el mundo que viene a Ruanda se sorprendre, viniendo de dónde venimos y dónde estamos ahora.

Imagino que para ti es dificil hablar del genocidio…
Sí, es verdad, porque pasaron cosas de mierda. Lo cierto es que no quiero centrarme en ello porque pasó hace mucho, ya hace como veinte años. Prefiero centrarme en el futuro y no en el pasado, seguir en mi desarrollo, el de mi familia y el del país, en vez de mirar atrás.

¿Siempre has estado en Rwamagana (una ciudad de unos 50.000 habitantes, a cincuenta kilómetros al este de la capital, Kigali)? 
Sí. Naci y crecí allí. Es mi casa, y cuando vuelvo a Ruanda siempre voy allí. Allí viven juntos mi madre, un hermano y una hermana [el padre y seis hermanos, entre otros familiares directos, murieron en el genocidio].

¿Cómo ven ellos ahora tu carrera?
Creo que están sorprendidos. Por supuesto están muy felices, pero nadie creía que podía vivir del ciclismo. Después de todo lo que pasó, nadie pensaba que podría convertirme en la persona más famosa de Ruanda gracias al ciclismo. No es nada fácil. Recuerdo que siempre me decían: "piensa que tu tío era bueno y fuerte, pero no llegó a nada". Me decían que me centrara en los estudios, que el ciclismo no me ayudaría, pero yo no quería escucharles, me centraba en lo que quería ser. También sentía que estaba luchando por lo que tanto me ayudaron mi tío y mi hermano, tenía que honrarlos. Ahora están muy sorprendidos de que viva en Europa gracias al ciclismo, claro. Me gustaría que mi tío y mis hermanos estuvieran aquí. En realidad, toda mi familia, para que vean dónde estoy y en cómo mi sueño del ciclismo ha cambiado mi vida. Pero pasó lo que pasó. No puedo cambiarlo y lo acepto.

*Este es un fragmento de una entrevista publicada en el número 10 de VOLATA