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De fiesta con la bici

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Redacción | 20 Mar 2019

De fiesta con la bici

De fiesta con la bici

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El uso de la bicicleta evita unas seis mil quinientas muertes al año en los Países Bajos y, gracias a esta actividad, los holandeses tienen una esperanza de vida medio año más larga. Es una muestra contundente de que las inversiones en políticas de promoción del uso de la bicicleta tienen un resultado positivo a medio y largo plazo. Las grandes urbes están trabajando en este sentido; en Madrid está en marcha el uso del servicio municipal de bicicletas eléctricas y en Barcelona, la apuesta por las dos ruedas ha tomado un tono radical –radical, ir a la raíz de las cosas—

La “Festa de la Bicicleta” de este domingo 24 de marzo pone la bici de protagonista absoluta y visibiliza la apuesta de la ciudad por este vehículo de dos ruedas, para que se convierta en un agente imprescindible de la movilidad urbana.

Barcelona cuenta ya con más de 200 kilómetros de carriles bici y trabaja para mejorar la infraestructura ya existente, para que los usuarios y usuarias de la bicicleta tengan su espacio dentro de la trama urbana para circular en bicicleta de mar a montaña y del Besòs al Llobregat. Eso implica también la mejora de la señalización para garantizar unos desplazamientos más seguros y las acciones para asegurar la coexistencia y convivencia con el resto de usuarios de la vía pública —sin duda, uno de los aspectos más problemáticos.

El objetivo, compartido con el resto de grandes ciudades que siguen la misma línea en materia de movilidad, tiene una voluntad de calado cultural: hay que tomar consciencia de los beneficios que el trasvase hacia la movilidad ciclista puede suponer para la calidad de vida en las ciudades. La contaminación es uno de los problemas latentes en las grandes metrópolis, y Barcelona la sufre por igual, de modo que a partir de 2020, en Barcelona entrará en funcionamiento la zona de bajas emisiones que afectará a 125.000 vehículos para reducir la contaminación del aire un 15% en un período de cuatro años.

Para visualizar esta situación, la “Bicicletada i Festa de la Bicicleta” de este domingo pondrá sobre la mesa la necesidad de incrementar el uso de la bici. Se trata de una fiesta participativa abierta a toda la ciudadanía con una “bicicletada popular” de doce kilómetros con un recorrido por la parte central de Barcelona y una fiesta ciudadana y feria comercial y de entidades en el Arc de Triomf, donde, como acción estrella, se dibujará un gran mosaico en el que, desde el cielo, se verá una gran bicicleta, a modo de tributo a la bici como medio de transporte.

El resto de actividades propuestas en esta edición –entre talleres, circuitos, concursos y propuestas varias para personas de todas las edades- pivotarán en base a tres ejes: fomentar el uso de la bicicleta y su convivencia con otros medios de transporte, el nuevo Bicing de la ciudad con la incorporación de bicicletas eléctricas, y la salud y la calidad del aire. Y es que ir en bici es la forma más práctica, saludable y sostenible de moverse: no genera humos, no hace ruido, no consume derivados del petróleo y contribuye a recuperar las calles como espacios de convivencia ciudadana.

La movilidad en bicicleta es, además, más sencilla que en otros medios de transporte; es más rápida que el coche en distancias cortas y medianas como han demostrado diferentes competiciones “puerta a puerta”. Además, permite ahorrar dinero y reduce los costes medioambientales, gasta doce veces menos energía que un coche ocupado y ¡cincuenta veces menos que un coche ocupado por una sola persona! Ir en bici es bueno para la salud porque se trabajan diferentes grupos musculares, reduce la frecuencia cardíaca y respiratoria y ayuda a prevenir enfermedades coronarias, la hipertensión, el colesterol y la diabetes. Un ciclista es mucho a pesar de ser poco; ocupa cinco veces menos el espacio de un automovilista.

Barcelona apuesta pues por la línea marcada por ciudades como Copenhaguen, paradigma del uso de la bicicleta en la vida cotidiana de las personas a pesar de tener un clima menos generoso que el mediterráneo —se calcula que el 50% de sus habitantes van en bici al trabajo—.

Ahí, la arquitectura urbana también se ha beneficiado del “dominio cultural” de la bicicleta como pasa en Utrecht, donde hay carriles bici incorporados a parques públicos que son auténticas maravillas. En Berlín la actividad ciclista como práctica diaria o como simple diversión en el aeropuerto urbano de Templehof es un regalo para los amantes de la bicicleta mientras que Amsterdam es el referente mundial de Brompton, la famosa marca de bicicletas plegables que tiene en la capital holandesa su principal cliente. De nuevo, los Países Bajos son el epicentro mundial del ciclismo: invierten 595 millones de euros al año en infraestructuras ciclistas, lo que supone 35 euros por habitante. Cada holandés recorre al año 912 kilómetros y el sistema de salud del país ahorra, también al año, 19.000 millones de euros, según un estudio que cuantifica el estado de salud en términos económicos en el país.