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Eterno retorno de Bradley Wiggins

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Olga Àbalos / VOLATA | 03 Dec 2015

Eterno retorno de Bradley Wiggins

Eterno retorno de Bradley Wiggins

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A las seis de la tarde, una hora antes del inicio del intento del récord, ya se había terminado la cerveza en las barras de bar que avituallaban el Lee Valley, el velódromo olímpico de Londres. Por orden expresa del asaltante a la marca, la temperatura en el interior del edificioese mantenía en unos constantes 28 grados. El ambiente era algo sofocante, parecido a esos primeros días de calor que te pillan con demasiada ropa encima, y por megafonía no cesaban los recordatorios para que el público se hidratara bien. Y el público, obediente, se hidrató muy bien.

Esos 28 grados de ambiente fue una de las medidas que tomó Bradley Wiggins para no fallar. Sabia que tenía las piernas para conseguir la nueva marca mundial pero lograrlo dependía únicamente de su capacidad mental de sufrimiento. Intentó tener a su alrededor todo lo que pudiera motivarle y presionarle en justa medida, como su familia, antiguos entrenadores o ídolos como Miguel Indurain. La carrera se vistió como un gran evento deportivo, con seis mil personas ocupando las gradas, con una cuantas carreras de exhibición previas para calentar el ambiente, una amplia zona VIP en el centro de la pista, la presencia de muchos patrocinadores y un hilo musical muy a la par de sus gustos musicales: Paul Weller, The Who, Small Faces, Oasis... Con todo aquel montaje era imposible no conseguirlo.

Wiggins cuenta ahora en primera persona en el libro My Hour (Yellow Yersey, 2015) como consiguió rodar esos 54,526 km que actualmente es la mejor marca conseguida hasta la fecha en esta disciplina que en los últimos años está viviendo un momento de auge. Tan solo unas semanas antes, otro británico, Alex Dowsett, consiguió también el récord con una marca de 52,937 km en el velódromo de Manchester. Era la marca a batir.

En este nuevo capítulo de su biografía, el londinense relata el enorme sufrimiento que supusieron las últimas siete vueltas al velódromo. Una vez terminada la hora de tortura y conseguido el nuevo récord el velódromo estalló de júbilo de forma espontánea. Aún faltaba el veredicto final de los jueces de la UCI que supervisaron la competición. Minutos más tarde, la nueva marca ya fue oficial y las dos costureras que esperaban pacientemente en un rincón ya pudieron empezar a bordar la cifra del récord sobre un maillot diseñado para la ocasión.

Wiggins por fin respiró tranquilo y dio las pertinentes vueltas de honor, que aprovechó para recuperar el aliento y las piernas. En ese momento se acordó de su ídolo. “Me vino a la cabeza la imagen que había visto aquella semana en los videos del récord del hora de Miguel Indurain —cuenta en My hour—. Miguel nunca se recreaba en celebraciones, tan solo hacía lo que yo llamo 'el golpe Indurain', un modesto gesto con el puño al aire. Pensé: hagamos ese gesto, el saludo a lo Indurain. Ernie Feargrave me sujetó así que desaceleraba y entonces llegué hasta la banqueta que había en la meta justo al lado de la barandilla (...), entonces bajé de la bici y la levanté en el aire”. 

El londinense se acordó públicamente del navarro agradeciéndole la inspiración y hacíendole salir a saludar para darle las gracias personalmente ante las seis mil personas que aquel 7 de junio llenaron las gradas del Lee Valley. Fue uno de los momentos más emotivos de un acto que se organizó con el postín de una gran jornada festiva.

Pocas horas más tarde llegaría la polémica: ¿era realmente legal el récord? La prensa británica se hizo eco de algunos comentarios del entorno de Alex Dowsett, anterior poseedor del récord, en los que cuestionaban que el nuevo récord fuera conseguido siguiendo el reglamento ya que la bicicleta que usó no estaba aún comercializada, tal y como marca la UCI, y el manillar fue construido a medida con tecnología 3D. Pero días más tarde, la UCI acalló la polémica con un comunicado en el que confirmaban la legalidad del récord. Actualmente, la Jaguar Pinarello Bolide HR construida para la ocasión puede adquirirse en la tienda boutique que la casa italiana tiene en pleno centro comercial de Londres.

En My Hour, Wiggins deja la puerta abierta para volver a atacar el récord en un futuro no muy lejano, incluso para superar la marca del "mejor esfuerzo humano" (los 56,375km de Boardman en 1996 con una bicicleta ahora antirreglamentaria por la UCI). Quien sabe. Quizás luchar contra el tiempo dentro de un velódromo, pasando por meta una y otra vez, tenga algo que ver con el mito del eterno retorno, con la transformación, con la reencarnación, con no querer abandonar nunca la juventud.

Para leer más sobre el récord a la hora en VOLATA: El mito Coppi y el récord a la hora