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Romain Bardet, corazón amarillo e irracional

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Álvaro Rubio | 29 Jun 2024

Romain Bardet, corazón amarillo e irracional

Romain Bardet, corazón amarillo e irracional

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La última vez que Romain Bardet consiguió una victoria de etapa en el Tour de Francia era Chris Froome quien dominaba a su antojo la ronda gala. Muchas cosas han cambiado desde entonces. Aquel 13 de julio de 2017 en Peyragudes el francés doblegó la dureza del altipuerto pirenaico y Fabio Aru recuperó el liderato que ya se había conseguido en La Planche des Belles Filles. Ahora, siete años después, el italiano lleva tres temporadas retirado y Bardet ha anunciado que colgará la bicicleta en junio de 2025. Este será su último Tour y el guión de la despedida no podría haber tenido un inicio más dulce en Rimini enfundándose el maillot amarillo por primera vez.

Infatigable y valiente. Esas podrían ser dos de las condiciones inherentes de un ciclista como Romain Bardet. El corredor del Team DSM firmenich-PostNL ha vuelto a correr con el corazón y de forma irracional, pero es en estos casos donde se esconden las mejores historias. El francés ha saltado del pelotón a falta de 50 kilómetros para la línea de meta y en poco más de tres kilómetros ha conectado con el grupo cabecero en el que marchaba su compañero Frank van der Broek, el otro actor indispensable en este relato. Tras la cota de Montemaggio la etapa se ha convertido en un agónico pulso mano a mano con el pelotón.

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“He visto que la gente sufría mucho y yo me encontraba con buenas sensaciones, así que he decidido probarlo”. Así explicaba un Bardet visiblemente emocionado en la antesala del podio el momento en el que ha lanzado su órdago. Las grandes gestas en el ciclismo a veces esconden un preludio muy sencillo. Esa narrativa con la épica como hilo conductor ha llegado en una etapa inaugural inusual en el Tour de Francia con más de 200 kilómetros y 3.600 m de desnivel. La acumulación de fatiga hace florecer a los grandes fondistas y aunque la aparición de Bardet podría ser predecible en estas circunstancias, el joven Van der Broek ha destapado un motor incombustible después de una larga aventura en fuga.

Relevos cortos, confianza plena y la unión de dos generaciones. Ambos se han regalado una actuación magistral capaz de mantener a raya a todo el pelotón comandado por Lidl-Trek y Visma-Lease a Bike, que buscaban la victoria con Mads Pedersen y Wout van Aert. Al belga, tercero en Rimini, se le quebraba la voz al hablar sobre su rendimiento y el duro proceso de recuperación en los últimos meses. “Nunca esperé estar aquí el primer día con este nivel”, afirmaba. Tan solo cuatro segundos le han separado de una victoria que Bardet ha hecho extensible a Van der Broek con una fotografía para el recuerdo. Sin duda, una bonita manera de iniciar la carrera a través del territorio italiano en la costa adriática.

Y con el premio de un maillot amarillo soñado que el francés no contemplaba que pudiera vestir: “Era el último objetivo que me quedaba por conseguir en mi carrera, pero para ser sincero ya había asumido que era inalcanzable”. Muchas veces la constancia facilita que los sueños se cumplan y la melodía del último baile de Bardet en el Tour suena muy bien.

 

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