Antes de la segunda jornada de descanso, el Tour llega hoy a las puertas de los Alpes con un último tramo que es ya un clásico contemporáneo: el bucle final en Gap con el col de Manse.
Apuesta conservadora: no hay, consulten las cuotas en las casas de apuestas y verán qué bien se paga cualquier corredor.
Apuesta arriesgada: Bob Jungels
Un final en Gap es sinónimo de Contador poniendo la carrera patas arriba en un puerto de segunda; de Rui Costa resolviendo a su favor una fuga muy numerosa con pasmosa facilidad; de Erik Zabel asegurando su primer maillot verde tres días después del pajarón de Indurain en Les Arcs; o, en el plano personal, sinónimo de un amigo que le espeta un “Ramon, la vida es una mierda” a un conocido en pleno encuentro callejero, minutos después de la caída de Beloki en La Rochette, dejando, claro está, una mueca de perplejidad y pánico en el rostro del tal Ramon. Pero bien, yendo a la etapa de hoy, el camino a Gap debe ser sinónimo de escaramuzas finales, de reivindicación de descendedores técnicos, pero antes, en su primera mitad, de escapada numerosa y del paso junto a los viñedos de donde proviene el Clairette de Die, un vino de aguja con denominación de origen. Este es un aspecto relevante, puesto que curiosamente está siendo un Tour que ha recorrido pocos parajes vitivinícolas y esto en Francia —junto con Italia y España lideran con holgura el ránquin mundial de producción de vino— poco menos que se debe buscar adrede. Como en los próximos días, todos en los Alpes a excepción de la jornada final en París habrá poca o nula ocasión de impregnarse la retina de viñedos, habrá que aprovechar hoy. Y si a uno le quedan ganas según como ha transcurrido la carrera, brindar. Brindar por los vencedores en Gap, por los vencidos y en general por la vida, que la mayor parte del tiempo no suele ser una mierda. |
Mañana: segunda jornada de descanso antes de afrontar el asalto a los Alpes