Vía París. Etapa 17: Digne-les-Bains - Pra Loup

El ciclismo es uno de los pocos deportes capaces de rendir homenaje a una derrota y parece que esto es lo que se ha propuesto la organización cuando se cumplen 40 años del que tendría que haber sido el sexto Tour de Merckx. El carpetazo a la era de dominación del Caníbal lo dio en última instancia Bernard Thévenet en Pra-Loup, donde llega hoy la carrera, una tarde de julio de 1975 cuando el belga hincó la rodilla exigido por el calor y el desgaste de una etapa legendaria.

Que hoy al final del día se pueda decir lo mismo de este parcial es de un optimismo temerario. A ello nos lleva la deriva actual del ciclismo de primer nivel, con una medición de esfuerzos tirando a rácana, y también por un diseño del trazado a la baja, solo coincidente con la etapa de 1975 en sus últimos dos puertos; antes, el desgaste es muchísimo menor en pos del cacareado y falaz lema de “un ciclismo más humano”. Si esa jornada se ganó un hueco vitalicio en el corazón de los aficionados no fue solamente por el qué, sino sobre todo por el cómo, con Thévenet poniendo a prueba a Merckx una y otra vez lejos de meta, y con el belga respondiendo con orgullo, con ese amor propio que todavía hoy no le cabe en el pecho. Aquél día Merckx murió matando y eso es lo que hace pervivir su leyenda.

Así que hoy el recorrido hasta llegar a Colmars, al pie de Allos, no dará para mucho más que para presenciar una nueva escapada numerosa, en un trazado de media montaña que, eso sí, pisa parajes no muy habituales en las últimas ediciones de la Grande Boucle. Por ejemplo, Castellane, la subprefectura menos poblada de Francia, es un punto de partida estupendo para explorar una de las regiones más agrestes del país, el Parque Natural Regional del Verdon, con sus impresionantes desfiladeros, sus embalses de tonalidad esmeralda y en general un terreno con un indudable encanto salvaje e indefinido: ni son los Alpes más habituales, ni la Provenza más típica y expuesta mediáticamente.