Vía París. Etapa 8: Rennes - Mûr-de-Bretagne

Si ayer Argentan traía a colación los cimientos del primer Tour de Indurain, el final de hoy también fue el escenario, veinte años más tarde, del primer golpe de autoridad del que sería el ganador final. Cadel Evans, año y medio después del título mundial que metamorfoseó su carisma, no contaba con la vitola de favorito al Tour de 2011. Como máximo era un outsider, una alternativa a un Contador que venía de ganar el Giro y a un Andy Schleck en sus mejores días. Era solamente la cuarta etapa y las diferencias no fueron más allá de unos segundos entre los mejores, pero el corredor de BMC fue quien se llevó la victoria cuando más de un locutor español ya celebraba la victoria del de Pinto. Este detalle resume bastante bien lo que fue ese Tour: nadie parecía tomarse mucho en serio a Evans, sobre todo los hermanos Schleck, obsesionados con Contador y, en parte, gracias a ello el australiano consiguió alzarse con el amarillo en París.

Antes de llegar a Mûr-de-Bretagne la carrera dibujará un recorrido serpenteante de este a oeste partiendo de Rennes. A mitad de etapa se pasará por un terreno de colinas, de entre las que sobresale el Mont Bel-Air, el punto más alto del departamento Côtes-d’Armor con unos modestos 336 metros. En lo alto hay una capilla del siglo XIX ajardinada y supondrá una cota puntuable de cuarta categoría. La nota curiosa la pone un hombre de la zona, tozudo como pocos: Bernard Hinault no es otro que el responsable de la utilización de esta subida, inédita hasta 2011 y que antes de incorporarla al recorrido del Tour ya hizo lo propio para las marchas cicloturistas que llevan su nombre. Incluso se molestó en inaugurarla en persona, encima de una bicicleta y con la presencia de autoridades y prensa.