Utilizamos cookies propias y de terceros para mejorar nuestros servicios. Si continúa navegando, consideramos que acepta su uso.

Vía Turín. Etapa 19: Pinerolo - Risoul

SUSCRÍBETE

Borja Barbesà | 27 May 2016

Vía Turín. Etapa 19: Pinerolo - Risoul

Vía Turín. Etapa 19: Pinerolo - Risoul

Compartir

Penúltima etapa con sustancia del Giro 2016, penúltimo día para probar de poner patas arriba el orden establecido. Terreno no faltará, con un puerto de paso como el interminable Agnello y el remate final, ya en territorio francés, en la estación de esquí de Risoul, pueblo también famoso por sus manzanas. ¿Quién le hincará el diente a la etapa?

Apuesta conservadora: Steven Kruijswijk
Apuesta arriesgada: Joe Dombrowski

El Agnello, por su vertiente italiana, es uno de mis puertos favoritos como espectador. De todo el mundo, de todas las carreras. ¿Stelvio? Le sigue cerca, de acuerdo, pero el final no es tan duro. ¿Tourmalet? Sí, muy bien, pero no es para tanto y está sobreutilizado. ¿Alpe d’Huez? Ni de broma, y además no es ni un puerto, es una subida a una estación de esquí y eso siempre tendrá menos carga semántica que un paso de montaña. Franquear un puerto es abrir una puerta a otro valle, a otro mundo posible, a un nuevo horizonte de expectativas. Ya sea en bicicleta o a pie, quien lo probó lo sabe. Subir a una estación de esquí, con chalets, telecabinas, pizzerías y aparcamientos, para tener que volverse por la misma carretera de seis metros de ancho, no es lo mismo.

A pesar de parecer un mito, el Agnello no es un puerto que en ciclismo profesional se haya utilizado precisamente desde el inicio de los días. Dos pasos por parte del Tour (2008 y 2011, el primero por el lado francés) y tres dentro del menú del Giro (1994, 2000 y 2007). La primera vez que se subió en carrera fue en el Tour del Porvenir de 1976, en una etapa que terminaba en Les Orres, esa estación que irá siempre ligada a la memoria de Luis Ocaña. Entonces el Agnello no estaba asfaltado en su totalidad, así que los últimos kilómetros, los más terroríficos, por pendiente y por hallarse a gran altura, se escalaron por pista de tierra. Esa etapa, sin duda una prueba de fuego para los jóvenes corredores enrolados en la competición, la acabó ganando el sueco Tommy Prim por delante de José Luis Mayoz y del malogrado Alberto Fernández. La general final de la prueba, curiosamente, también se la llevó un sueco, Sven-Ake Nilsson. Ambos, Prim y Nilsson, lograron en los años sucesivos colocar el ciclismo de su país en los puestos de honor de no pocas rondas de tres semanas. Durante la primera mitad de los ochenta Prim fue dos veces segundo y otras dos veces cuarto en la general final del Giro, la carrera en la que más brilló. Por su parte, Nilsson frecuentó más el Tour de Francia, y se coló en el top 10 en 1980 y 1981. El año siguiente lograría subir al podio de la Vuelta.

Si el Agnello tuvo su puesta de largo en el Tour del Porvenir, lo mismo se puede decir de Risoul, la ascensión final del día. Los dos últimos días de la edición de 2010 de esta vuelta para corredores de categoría sub23 se emplazaron aquí. El 11 de septiembre fue el final de una etapa en línea; al día siguiente, acogió una cronoescalada que partió de Guillestre. El ganador de ambos parciales fue Nairo Quintana, mientras que el segundo también repitió: Andrew Talansky. En la general final, el hoy corredor del Cannondale también tuvo que conformarse con el segundo escalón del podio. Tres años después, el estadounidense volvió a subir a Risoul en carrera… y volvió a quedarse con la miel en los labios, al llegar tercero tras De Marchi, superviviente de la escapada del día, y Froome. Lamentablemente para él, Talansky no está corriendo este Giro, así que hoy no podrá resarcirse de su sambenito de segundón en esta ascensión. De momento, para otorgarle el título de El Poulidor de Risoul, habrá que esperar. Sin embargo, visto lo que le sucedió ayer a su compañero de escuadra Moreno Moser, segundo en Pinerolo y de qué modo, no descartamos que el mal fario sea cosa del equipo.