En VOLATA #19 hemos ido a buscar al hombre que abrió la puerta al ciclismo norteamericano. Jim Ochowicz es, actualmente, el director del CCC y, aunquea sea de perfil discreto y silencioso, se trata de uno de los grandes directores del ciclismo profesional. Lleva más de tres décadas asentado en la élite des de que creó el 7-Eleven en los años ochenta, y ha liderado grandes proyectos consiguiendo, entre otros, un Giro d’Italia (Andrew Hampsten, 1988), un Tour de Francia (Cadel Evans, 2011) y dos Mundiales (Lance Armstrong en 1993 y Philippe Gilbert en 2012). Se trata, sin duda, de una figura clave para entender la evolución del ciclismo en las últimas cuatro décadas.
Este es un extracto de la entrevista publicada en el último número de VOLATA.
Vuestra primera gran vuelta fue en 1985. ¿Cuál era vuestra relación con el ciclismo europeo antes de aterrizar?
Corredores como Andy Hampsten, Davis Phinney o Ron Kiefel habían adquirido cierta experiencia en el mundo amateur corriendo con la selección americana, pero nunca antes habían corrido una carrera profesional en Europa hasta que el 7-Eleven les llevó a competir en 1985. Llegamos allí sin ninguna experiencia: no conocíamos las carreras, no conocíamos los puertos... ¡no sabíamos nada de nada! Tuvimos que pasar un proceso de aprendizaje en muchos niveles porque nadie estaba allí para guiarnos ni decirnos qué hacer. Era la primera vez para todo el mundo de la estructura.
¿Cuál crees que fue el mayor reto para vosotros?
Todo lo que tiene que ver con las carreras: en qué hotel alojarse, a qué hora había que llegar a las salidas, cómo era el recorrido de las etapas, dónde conseguir ruedas... De hecho, ¿cuántas ruedas debemos tener? ¿Cuánta ropa? ¿Dónde conseguir bidones de agua y cuántos necesitamos? Podría hacerte una lista de cientos de cosas que fuimos aprendiendo sobre la marcha. ¿Qué vehículos necesitamos? ¿Dónde guardamos el material entre carrera y carrera? Llegamos allí sin sede logística, sin apenas vehículos... No puedo negar, eso sí, que fue muy divertido.
¿En qué momento notaste que ya erais uno más?
Lo que realmente me sorprendió es que fuimos muy exitosos desde el primer día: ¡piensa que ganamos la primera carrera en que corrimos! Nuestro debut fue en Italia, en el Trofeo Laigueglia, y lo ganamos con Ron Kiefel. Eso ya nos valió la invitación al Giro, y tanto Ron como Andy Hampsten ganaron etapa allí. En 1986 corrimos nuestro primer Tour de Francia, y ya logramos nuestra primera etapa y vestir un día el maillot amarillo... Éramos un grupo muy motivado y, por qué no decirlo, con talento, que tuvo la capacidad de ser competitivo desde su inicio a pesar de tener el hándicap de ser inexperto en las carreras en que participaba. También creo que éramos un grupo de gente muy auténtico y fuimos pioneros en muchas cosas. Fuimos el primer equipo en tener a mujeres trabajando en la estructura del equipo, por ejemplo, fuimos el primer equipo en tener un chef en carrera... Estábamos muy unidos y sabíamos pasarlo bien juntos. Eso hacía que no tuviéramos ningún miedo a los retos a los que nos enfrentábamos.
¿Cuál crees que fue la principal contribución del equipo 7-Eleven al pelotón internacional?
Expandimos el mapa del ciclismo profesional. Ya no era una cuestión entre europeos, aquello se estaba convirtiendo en una plataforma global, tanto de deportistas, estructuras, patrocinadores... y se empezó lo que ahora vemos.
Y no tardó mucho en llegar una gran victoria, con el Giro de 1988.
¡Aquello fue muy grande! Hampsten era un gran deportista, tenía un muy buen grupo de corredores y staff para apoyarle... y logró lo que mucha gente consideraría imposible. Él lo logró: hizo lo imposible. Y eso es especialmente difícil en una carrera como el Giro.
¿Tuviste la opción de seguir en el ciclismo cuando Motorola desapareció en 1996?
Me tomé un tiempo, porque llevaba 16 años en la carretera. Estuve cerca de un año y medio sin relación con el ciclismo. Luego fui seis años presidente de la Federación de Ciclismo de los Estados Unidos, del 2000 al 2006, pero no me volví a involucrar en ningún equipo hasta el proyecto BMC.
ALGUNOS NOMBRES PROPIOS
Andrew Hampsten: Fue un pionero. Que sea el primero y por ahora el único americano en ganar el Giro lo dice todo. Era un escalador excepcional, lo demostró ganando en Alpe d’Huez y otras cimas icónicas. Ojalá tuviéramos ahora un corredor americano que pudiera hacer las cosas que lograba Andy. Solamente puedo tener palabras buenas hacia él.
Davis Phinney: Con Davis es una cosa casi familiar. Éramos muy cercanos cuando corría, seguimos siendo amigos cuando cambió de equipo, la relación se mantuvo cuando se retiró y luego su hijo Taylor empezó su carrera profesional con nosotros. Seguimos hablando, compartiendo historias y disfrutando de nuestra compañía.
George Hincapie: Es alguien que sigo viendo a día de hoy y que empezó su carrera con nosotros. Logró ser un atleta excepcional en sus habilidades, creo que ha sido el mejor ciclista americano sobre el pavé y era capaz de hacerlo casi todo. Sobre todo, George era el capitán de nuestro equipo cuando vino a BMC y aseguró la victoria de Evans en el Tour de 2011 con su trabajo y compañía en diversos momentos difíciles. Creo que sin él en el equipo no hubiéramos ganado la carrera.
Lance Armstrong: Lance siempre ha sido una persona de la que ha sido muy excitante estar alrededor. Convertirse en el campeón del mundo más joven de la historia en 1993 supuso el inicio de una carrera de alguien que sabe que siempre estará en los titulares. Estuvo con nosotros hasta 1996 y ganó un montón de carreras. Sin duda, una persona muy excitante de tener cerca y verle, un gran ‘performer’.