Hace más de un año y medio que Alberto Contador (Pinto, Madrid, 1982) anunció su retirada del ciclismo profesional. Desde entonces, lejos de estar fuera de los focos, se ha centrado en el desarrollo del proyecto de la Fundación Alberto Contador y sus equipos ciclistas y en su nueva faceta como comentarista en Eurosport. Asegura que sigue siendo un tipo "riguroso, ordenado y exigente", pero ahora se permite disfrutar de los paisajes. "Ser corredor profesional era, por decirlo de alguna forma, como una esclavitud. Tienes que hacer todo a la perfección, el descanso, la alimentación… ". Lo entrevistamos en Pinto, justo después de retransmitir la primera etapa de la Itzulia.
Este es un extracto de la conversación que mantuvimos con Contador y que publicamos en el número #19 de VOLATA.
El ex ciclista en Pinto nos concedió una larga entrevista para el número 19 de VOLATA
Este año te has estrenado como comentarista en Eurosport. ¿No te viene un poco de nostalgia cuando ves las carreras?
Un poco, sí. Ahora he descubierto un ciclismo totalmente diferente. Siempre he estado rodeado de amigos, pero el que estoy viviendo ahora todavía es más así, de amigos, de buena gente, de buenos sitios, de buenos paisajes. Antes no miraba los paisajes, sólo miraba mi cuentakilómetros, el tiempo que tardaba en subir y el por qué del resultado... Lo analizaba todo basado en el rendimiento. Hoy, por ejemplo, la Itzulia empezaba con una contrarreloj de las que se me daban tan bien, con una bajada, un poquito de recorrido llano, luego unas rampas de porcentajes imposibles, de esas de retorcerte, y encima lloviendo. Yo me sentía cómodo en esas circunstancias. Y en la retransmisión he dicho que, ay, que lo echaba un pelín de menos —sonríe-, porque físicamente me encuentro bien. Pero esto también es bueno, porque me está ayudando a que la post-carrera esté siendo positiva. No sé lo que durará esta fase de adaptación, pero como tengo un buen recuerdo y buenas sensaciones, creo que se me está haciendo fácil.
En el número 17 de VOLATA entrevistamos a Fabian Cancellara y contaba que, una vez te retiras, es muy importante mantenerse ocupado y poder aplicar las cosas aprendidas en el ciclismo en otros ámbitos
Es que tienes posibilidades de todo tipo. A mí me salen cantidad de charlas, de mesas redondas, proyectos…
Claro…
Cuando estaba ahí, concentrado en el Teide durante tres semanas —resopla—, recuerdo que te acostabas con hambre, te costaba dormir. Te tenías que tomar la ensalada sin aceite, sin clara de huevo, sin aguacate. Nada de pan, ni mucho menos una cerveza. Es una esclavitud muy grande. El hecho de poder hacerlo ahora… es que lo disfrutas el doble, ¡el triple! Es incalculable. Cuando estaba allí lo pensaba, me estoy sacrificando para hacer todo al 100% para luego, el resto de mi vida, estar lo más cómodo posible. En mi fuero interno necesitaba estos truquitos psicológicos para aguantar, y son los que ahora me permiten disfrutar. Solamente pasé un pequeño momento de debilidad después de Reyes del año pasado, que es cuando normalmente me iba al Teide. Me quedé pensando, ¿y ahora qué? Pero a las dos o tres horas recibí una llamada de mi hermano diciendo que le tenía que buscar un hueco para esto, para aquello, para lo otro y, ya me dije, “bueno, tengo la agenda muy ocupada”. Me han salido proyectos muy interesantes y los acepto todos porque me gusta hacerlos. La gente lo consideraría trabajo, pero para mí no lo es.
¿Como el trabajo de comentarista?
Ha sido tanta la exigencia que he tenido con la bicicleta que, por ejemplo, ahora voy a comentar que es el trabajo de mucha gente y yo no lo considero ni trabajo.
Contador dirigiéndose a los corredores del Kometa Cycling Team durante la pretemporada (Foto: Patricio Garcia)
Este momento de debilidad tú lo has podido gestionar bien, pero al igual a otros corredores les cuesta más. ¿Hasta qué punto habría que hacerse eco de las dificultades que pueden tener algunos corredores en su vida posterior a la etapa profesional?
A ver, hay una cosa que tengo clarísima: el tema de la retirada es un momento complicado, e influye mucho la manera en que se produce. Yo tengo compañeros, que han sido gregarios míos, que son amigos míos y que ahora están disfrutando muchísimo de su familia y de sus amigos, con algún trabajo y demás, pero muy felices. Pero tengo otros que todavía están buscando su sitio, que han estado cerca de separarse o que se han separado, porque pasas a hacer una vida totalmente diferente de la que llevabas. En mi caso lo dejé voluntariamente y con opciones de continuar si quería, y encima con una victoria. Fue perfecto. Pero cuando tengo un pequeño momento de debilidad, me pongo a pensar en el que ha tenido una carrera menos laureada, termina con la bicicleta y no le llama nadie… Es un momento complicado. Pero no es solo aplicable al ciclismo, sino en cualquier trabajo al que te dedicas en cuerpo y alma durante quince años y de buenas a primerasse para. Te tienes que reinventar.
El hecho de que todavía tengas esa cercanía con la realidad del pelotón actual hace que tu faceta de comentarista conecte muy bien con la audiencia.
Sí, ahí tengo uno de mis mayores desafíos, no perder eso. No sé cuánto tiempo podrá durar. Tendré que pedir que me den un capón cuando repita por tercera vez la misma anécdota —risas—. Pero... ¡sí que todavía me veo ahí! Lo tengo todo muy reciente.
¿Has encontrado el equilibrio entre lo que puedes contar y lo que no?
Creo que sí, y de hecho ya me he abierto bastante. Me han propuesto bastantes veces, muchas, hacer un libro. De hecho, se han publicado libros ya, aunque no son oficiales. Pero si lo pongo en una balanza creo que, trabajando como comentarista, dando charlas en las que puedes comentar anécdotas o contar historias internas, haces un trabajo muy importante, aunque no se escriba un libro sobre ello. La persona que te está viendo o escuchando ya puede disfrutar de esa información en exclusiva.
Lance Armstrong y Alberto Contador, ya de amarillo, durante el Tour de Francia 2009 (Foto: Cycling-Passion.com)
Entonces, ¿qué se puede y qué no se puede saber del famoso Tour de Francia de 2009 y tu relación con Lance Armstrong?
Relación no había, pero no era por mi parte, era más por la suya. Había un choque de intereses tremendo porque él quería ganar el Tour de Francia y yo también. Yo había ganado las últimas tres grandes que había disputado (Tour, Giro y Vuelta) y además me habían privado de la participación en el Tour de 2008 por asuntos del equipo del año anterior. Tenía ganas de volver a ganarlo. Éramos dos líderes con las ideas muy claras. Él, a nivel mediático, tenía un poder tremendo y, además, con las redes sociales fue uno de los pioneros. Las usaba como herramienta y hubo una batalla psicológica bastante fuerte. Cuando había cualquier historia él aprovechaba para atacarme y para hacer su guerra, pero para mí, sinceramente, aquello era una motivación extra. Yo pensaba, “sí, sí, tú escribe un tweet…” Yo estaba encantado. Eso me ayudó mucho a saber a lo que me iba a enfrentar. Sabía que iba a vivir un Tour súper intenso, tanto en lo deportivo como fuera.
Y así fue.
Uno de los días antes de empezar el Tour, la tensión que había en la mesa era tremenda. Decidí acercarme a la habitación de Armstrong y le propuse que conviviéramos de una manera cordial, que los dos queríamos ganar el Tour, pero que el objetivo para el equipo debía ser ganar el Tour, con él o conmigo.
¿Qué te dijo?
Me dijo que tenía razón, que sí, que por supuesto. Dijo que para él, era mucho mejor que yo ganara el Tour —risas—. Terminamos de hablar, salgo de su habitación y a las dos horas, llega un tweet: “Mañana en la contrarreloj veremos claramente quién es el líder”. Es que mi inglés es muy malo, porque si no… Así empezó todo. Luego pasaron muchas cosas. Hubo un abanico, él tiraba delante y yo estaba en el corte de atrás. Dijo que no le iba la radio, me distanciaron y claro, llegó la novena etapa y ahí era el primer final en alto en Arcalís, Andorra. La estrategia del equipo era ir a ritmo, al tran tran. Primera etapa de montaña y yo con el freno echado.
Yo dudaba, porque me veía con mucha fuerza para romper la carrera. Entonces, una persona muy importante para mí me dijo: “Antes de que se te quede cara de tonto a ti, que se le quede a él". Entonces supe lo que tenía que hacer. Oído cocina. Empezamos a subir el puerto y yo tenía claro que no iba a lanzar el primer ataque, pero empezaron a saltar otros. Íbamos en un grupo de cincuenta y yo me subía por las paredes porque veía que íbamos a llegar al esprint... Recuerdo que saltó Van Den Broeck y después Cadel Evans. Y ahí vi mi oportunidad. Me fui con todas mis ganas, nadie me pudo seguir y aventajé en 22 segundos al grupo. Armstrong, con el aire, me había sacado 20 segundos, y entonces yo me puse dos segundos por delante de él. Fue un golpe estratégico, porque él ya no tenía el liderazgo.
...
Lo que pasó el día siguiente, una bomba de relojería, lo contamos en VOLATA#19...
©Patricio Garcia
Gracias a: Hotel Princesa de Éboli de Pinto, Gobik y Fundación Alberto Contador