Esperaba con cierta tensión conocer en persona a Mark Cavendish por primera vez. Llevo más de treinta años en el ciclismo, pero nunca había tenido que trabajar tan directamente con él. Le conocía de entrevistas o de verle en la zona de meta de alguna carrera. Agitado, caprichoso, a menudo enfadado.
El primer encuentro tuvo lugar en enero de 2023 en Altea, Alicante, durante la concentración del equipo Astana. Queríamos hacer un vídeo en la playa para presentar a Mark a nuestros aficionados. "Trae una chaqueta, porque hace fresco", le dije. Cav llegó justo a tiempo. En camiseta, sin chaqueta. "No hay problema, amigo". La entrevista transcurrió sin problemas. Enseguida nos hizo saber que, tan sólo después tres días, se sentía realmente a gusto con su nueva familia del Astana. También se pudo ver en la mesa que estaba disfrutando bastante entre los italianos y los kazajos.
Sus carreras de primavera en Flandes no estuvieron nada mal. Mark también dedicó tiempo para hacerse selfies con los aficionados, fue entrevistado alegremente en el escenario por un joven corredor y luego tomó él mismo el micrófono y entrevistó al ese mismo joven corredor. Vimos un Mark Cavendish muy relajado, e incluso terminó tercero en la Scheldeprijs. Después de la carrera me quedé con él con la bolsa de meta, es decir, una mochila con ropa seca para la ceremonia del podio. Pero había un problema, no había pantalones en esa bolsa. Cav se enfadó bastante, me hizo picadillo a mí y a los comisarios ausentes y luego hizo la ceremonia con los pantalones mojados y sucios. Esa misma noche cogió un vuelo de vuelta a Inglaterra y yo tuve que entregar sus flores a la chica de los aparatos dentales en el vestíbulo del hotel del equipo. Después le envié una foto de la mujer feliz con las flores, a lo que él respondió: "Amigo. Quería escribirte. Siento haber estado un poco estresado después de la carrera. No es nada personal. Pero sólo para darte las gracias por tu ayuda en todo. Ah, y el vídeo que hicimos en enero es muy, muy bonito. Gracias". En momentos como éste se ve que Cav es realmente una persona dulce.
En el pasado he trabajado con corredores de primera fila como Armstrong, Contador, Klöden, Leipheimer, Cancellara, los Schleck, Kristoff, Purito Rodríguez y Ewan. Y contra todo pronóstico, Cavendish es el más amable de todos ellos. Esto también quedó claro durante este último Tour de Francia cuando su mujer y sus cinco hijos vinieron a visitarle. Irradiaba amor por todos lados. Por supuesto, durante ese mismo Tour, a veces también se enfadaba conmigo, pero después volvían las disculpas que te alegraban el día.
Foto: Getty
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