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De Cookson a Lappartient. Devenir y porvenir del UCI Women's World Tour (parte 1)

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Diego Molpeceres-Martin | 28 Jun 2018

De Cookson a Lappartient. Devenir y porvenir del UCI Women's World Tour (parte 1)

De Cookson a Lappartient. Devenir y porvenir del UCI Women's World Tour (parte 1)

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Han pasado ya casi tres años desde que la UCI anunciará en septiembre de 2015 el lanzamiento del UCI Women’s World Tour (WWT) como un paso estratégico hacia adelante en el ciclismo femenino, englobado en su lema de "elevar al ciclismo femenino al lugar que se merece".

La Copa del Mundo Femenina echaba su cierre tras dieciocho temporadas, para abrir paso a un nuevo formato que aglutinase pruebas de un día y por etapas, con un aumento de la exposición mediática como estrategia central en el programa de la UCI para el desarrollo del ciclismo femenino. Un discurso que calaba hondo entre aficionados, ciclistas, organizadores y demás personas involucradas con este deporte, que auguraba un prometedor porvenir y que en gran medida parecía satisfacer las tan ansiadas demandas de profesionalización del deporte.

Primer año WWT: el rodillo neerlandés

Siena fue el lugar escogido para el histórico debut del proyecto estrella de la UCI. Carreteras de gravilla y arena, icónicos paisajes y un pelotón hambriento, con ganas de demostrar al gran público que el espectáculo en el ciclismo femenino no es solo cosa de citas olímpicas y mundialistas.

Sin embargo a la gran fiesta que se suponía, no fueron invitados ni la televisión en directo, ni la paridad de premios, ni la comunicación social (uno de los grandes pilares que promovía el naciente circuito, y a priori una de las causas de la no inclusión de la Emakumeen Bira que, a tenor de lo mostrado más tarde, fue más bien una escusa) y la ilusión tornó en decepción. Salió el arcoíris en la Strade Bianche Donne, demostrando ser la más fuerte (de las cuatro contendientes que quedaban) en la empinada rampa de Via Santa Caterina, pero la victoria de Lizzie Deignan —entonces Armitstead— (Boels Dolmans) no fue suficiente para compensar la frustración.

Lizzie Deignan durante la Strade Bianche Donne de 2017 (foto: Strade Biache)

 

Aun era pronto, había tiempo para redimirse de los errores y aprovechar la inercia generada por el anuncio inicial. Pasaban las semanas, se acaban las espectaculares clásicas de primavera y sin embargo, la situación no mejoraba, el WWT era un espejismo de lo que nos habían vendido y de nuestras expectativas latentes.

Madrid puso fin a la primera edición del circuito, un broche final atípico para cualquier evento que busque la máxima del espectáculo desde el primero hasta el último metro. El pseudo-criterio, vencido por Jolien D’hoore (Wiggle-High5) tras un soberbio lanzamiento de su entonces compañera Chloe Hosking, con final a los pies de la Cibeles no fue una excepción; haciendo gala de lo que hasta entonces había devenido el circuito, con incluso apáticos comentarios desde la comunicación y con visible desinformación y desconocimiento acerca de la premiación final del WWT (la vencedora Megan Guarnier y el conjunto Boels-Dolmans esperaban recibir el galardón esa jornada), que posteriormente se celebraría en la gala de la UCI en Abu Dabi.

El primer año del circuito dejaba un sabor agridulce. Por un lado, un sensacional Boels-Dolmans había dominado con espectacular solidez y polivalencia, imponiéndose en la mayoría de las pruebas del mismo; por otro, la ausencia de retransmisiones, comunicación y la ausencia de homogeneidad (clave en un producto comercializable) había hastiado, por momentos, los ánimos de hasta los más optimistas.

El equipo holandés Boels Dolmans después de ganar la contrarreloj por equipos en el Tour de Qatar de 2017 (foto: Boels Dolmans)

 

Segundo año WWT: la consolidación anticipada

Ante un escenario que pudiera parecer desolador, la UCI se aventuraba a recordarnos las bondades del circuito: 9 pruebas con televisión en directo, 5 más produjeron y emitieron resúmenes superiores a los 30 minutos de duración, crecimiento del 25% de seguidores en 6 meses y del 100% en Twitter e Instagram de sus cuentas oficiales de ciclismo femenino y, quizás la nota más destacada, 18 millones de espectadores vieron los 140 minutos de contenido (resúmenes y extras) del circuito. Unos datos sensiblemente mejores a los años previos aunque muy por debajo de las expectativas.

En aquel momento, desde la Comisión de Ciclismo Femenino de la UCI avanzaban que no habría grandes cambios de cara a 2017, más allá de la inclusión de algunas pruebas nuevas (nuevamente la Emakumeen Bira se quedaba fuera del selecto club y una vez más se veía obligada a modificar sus fechas, alejadas de su histórica situación en el calendario internacional) y la consolidación de la retransmisión televisiva y cobertura mediática. Algo que hasta para los más optimistas sonaba extremadamente poco ambicioso. Eran nanas de la cebolla.

Los cambios importantes se posponían a 2018: la reforma del calendario. Parecía realista, visto lo visto; el adelanto del WWT a 2016 en vez de 2017 (como inicialmente se habló en 2014) había dejado numerosas puntadas sin dar, números ajustes sin realizar y refutando, aun más si cabe, que el cambio requiere tiempo (más del que sería deseable) y acciones progresivas.

Anna van der Breggen con el maillot de líder en el Giro Rosa de 2017 (Foto: Cor Vos/Boels Dolmans)

 

2017 fue una continuación de la dinámica, el nivel de las corredoras y de los equipos continúo elevándose y vimos una pelea más abierta durante un gran número pruebas aunque finalmente Países Bajos volvió a imponerse merced al Boels Dolmans con una soberbia Anna van der Breggen (venciendo el primer Tríptico de las Ardenas de la historia y el Giro Rosa, entre otras pruebas).

El circuito volvió a concluir en el corazón de Madrid, con un recorrido que cumple la máxima de acercar el deporte a los ciudadanos pero muy distante de la otra máxima (y a mi juicio trascendental) del deporte, de proveer a las ciclistas de un escenario que permita explotar sus aptitudes y actitud para generar un espectáculo que contribuya al desarrollo y promoción del mismo.

Fin del segundo curso se saldó con ligera mejoría (de 9 a 12 pruebas con televisión en directo, 300 horas de retransmisiones, y de 18 a 80 millones de espectadores que vieron los resúmenes y extras de la segunda edición de las series) y anuncio de ampliación de pruebas, ya por fin con la Emakumeen Bira (parece ser que al fin comprendieron que su historia, sus guerrilleros y exigentes recorridos atraen a las ciclistas y promueven el espectáculo y el deporte como pocas citas), Driedaagse Brugge - De Panne y el Tour of Guangxi, para cerrar la temporada. Queda claro que el concepto de finales divertidos y competidos del primer al último metro como última fiesta todavía no forma parte del objetivo del UCI WWT.

Imágenes de la Driedaagse Brugge - De Panne 2018 (Fotos: Driedaagse)