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El blog de Cortina - La hora de morder el polvo

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Iván G. Cortina | 16 Mar 2017

El blog de Cortina - La hora de morder el polvo

El blog de Cortina - La hora de morder el polvo

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Iván García Cortina (Gijón, 1995) ya ha empezado su temporada de debut en el WorldTour con el equipo Bahrain-Merida, y en la segunda entrega de su blog en VOLATA nos explica sus primeras experiencias en las clásicas belgas que tanto le apasionan y donde ha podido vivir de primera mano el sufrimiento que llevan consigo.

Después de coger rodaje en el Dubai Tour, donde fue uno de los protagonistas de la fuga de la última etapa, y en la Vuelta a Andalucía (9º en la quinta etapa), el asturiano ha empezado su periplo por las clásicas de primavera que tanto apasionan a los aficionados al ciclismo. En esta entrada, relata sus experiencias en el fin de semana belga del Omloop Het Nieuwsblad y Kuurne-Bruselas-Kuurne y en la Strade Bianche italiana.

Foto: Bahrain-Merida

Ya es hora de morder el polvo, y es que las clásicas han empezado. Esas carreras típicas belgas, de las que más de medio pelotón no quieren ni oír hablar de ellas y que, en cambio, a mí me apasionan. Son, a mi modo de ver, las carreras más duras y más emocionantes que hay, donde te lo juegas todo a una carta. Cualquier fallo, problema mecánico, pinchazo… lo que sea, te deja fuera de combate en un instante. 

El día 25 de febrero empezaron las clásicas. Se abrió el telón con una de las carreras más bonitas. “El pequeño Tour de Flandes”, la Omloop Het Nieuwsblad, antigua Het Volk, primera gran cita del año para los clasicómanos. 

Como siempre, la afición belga al pie de cañón. El velódromo de Gent abarrotado de gente, no entraba ni un alfiler en la presentación de equipos. En la salida estaba tranquilo, dentro de lo que cabe. Rodeado de grandes ídolos como Peter Sagan, Tom Boonen, Niki Terpstra... hasta que suena el fuerte el disparo de salida. La señal de que empieza la guerra. Así son estas carreras, son la guerra. O luchas o te matan. 

Desde la salida “limando” todos con todos, y es que cada posición en estas carreras cuenta. Un puesto más adelante significa “comerte” un poco menos de látigo al salir de una curva. Todo el día a tope y con tensión, y eso al final se paga, y se cometen errores que siempre acaban castigándote. Como olvidarte de comer y beber cada momento de respiro. Y ese fue mi caso. 

Todo iba muy bien. Aguantaba incluso en el primer grupo, pero de un momento a otro… ¡ZASCA! Llegó el hombre del mazo. 

Entonces, es cuando de ir en el primer grupo, empiezan a pasarte grupos pequeños sin parar, y aunque intentes ponerte a rueda no puedes seguirlos. Un grupo tras otro, y nada. Tomar geles sin parar, todos los bollitos que me quedaban, coger lo que fuese a auxiliares de otros equipos… 

Y ahí es, cuando te das cuenta que estás vacío, que no te queda un gramo de fuerza en el cuerpo… y que aún te quedan 45 kilómetros para llegar a meta. Dicho así parece poco, pero viene a ser una hora y cuarto de pura agonía en soledad. Hasta que eres alcanzado por otro grupo de incomprendidos como tú. Y así hasta meta. 

Llegué al autobús del equipo y me tiré en el asiento como un saco, que poco más y tuvieron que ayudarme a quitarme la ropa del cansancio que tenía. Entonces empieza la rutina de competición: comer el plato de arroz en el camino, llegar al hotel, masaje, cenar como si no hubiese mañana y a dormir. 

Por si no era suficiente, al día siguiente, segundo round. Empieza la Kuurne–Bruselas–Kuurne. La salida también abarrotada de gente, como es de costumbre. Una carrera a priori de sprinters, pero con mucha tela por el camino. Es una clásica en toda regla. Una carrera también súper bonita, con un paso por el mítico Oude Kwaremont, uno de los templos de esta distinguida religión. 

Por desgracia, una caída a 80 kilómetros de meta provocó un corte en el pelotón y ya no vimos cabeza de carrera, para que os hagáis una idea de lo “despacito” que se va en estas carreras. Una de las curiosidades es que en los últimos cuarenta kilómetros se pasaba tres veces por meta, y cada paso cuatro o cinco ciclistas ponían pie a tierra, y de ese grupo terminamos solamente ocho o nueve. 

Y la última cita hasta ahora ha sido otra carrera preciosa. La carrera de L´Eroica, la Strade Bianche. Con salida y meta en Siena, en la plaza del Campo. Un sitio precioso donde por cierto, se sirve muy buen café. 

175 kilómetros con setenta de sterrato y pendientes cerca del 20%. Luché por meterme en la fuga pero no fue nada fácil y no pudo ser. Al final, no se forjó hasta el kilómetro treinta o cuarenta. Hubo unos minutos de tranquilidad para que la fuga ganase tiempo, como suele ocurrir en todas las carreras. Pero en el momento que Lotto-Soudal se puso a tirar del pelotón, sobre el kilómetro sesenta, ya se lió. Todo el pelotón en fila. Y empezó la fiesta. 

Sin exagerar, cada tres o cinco kilómetros veías a algún ciclista en la cuneta. Innumerables caídas o pinchazos durante su recorrido. Mismamente, yo sufrí tres pinchazos, y el último estando en el grupetto. Pero eso no hizo que no disfrutase de su trazado. Esas bajadas técnicas sobre la tierra, sus subidas llenas de tifosis a ambos lados de la carretera animando como locos, la última subida por las baldosas de Siena y, cómo no, la meta en el corazón de La Piazza del Campo también hasta los topes. 

Hasta ahora tres carreras inolvidables, pero también en las que tuve que sufrir muchísimo para poder terminarlas. El primer año siempre es difícil, por el cambio de ritmo tan grande que hay en las carreras de categoría World Tour. Pero luchar por terminarlas, no tirar la toalla ni abandonar y mantener las ganas y la pasión que tengo por este tipo de carreras, hará que año a año pueda ir mejorando en todos los aspectos. 

Esto es todo hasta ahora. Ahora mismo os escribo a 2300 metros de altitud. Concretamente, desde el CAR de Sierra Nevada, donde estoy ultimando los entrenamientos y aprovechando los efectos de la altura antes de las siguientes exigentes clásicas como son Doors Van Vlaenderen, E3 Harelbeke, Gante-Wevelgen, De Ronde, Scheldeprijs, París-Roubaix y Flecha Brabante.

Fotografías realizadas por Tomás Montes (@arriereDpeloton) durante la Strade Bianche del pasado 4 de marzo

La anterior edición de El Blog de Cortina:

El blog de Cortina - A punto de arrancar motores