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Gimondi y Cochise, estrellas que bajaron del cielo

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Pablo Arbeláez Restrepo | 13 Feb 2019

Gimondi y Cochise, estrellas que bajaron del cielo

Gimondi y Cochise, estrellas que bajaron del cielo

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En ese inolvidable día, Emiliano Cano, “Balín”, y Gonzalo “Parlante” Agudelo quedaron irremediablemente prendados por el ciclismo. Fue como si algo se les hubiera metido en el cuerpo. Sí, era evidente que se habían contagiado de la fiebre del pedal. Y cómo no sentir, en esa mañana del 7 de noviembre de 1974, que los pelos se les ponían de punta, al ver a Felice Gimondi, Domingo Perurena, Martín Cochise Rodríguez, Rafael Antonio Niño, José Manuel Fuente y a Vicente López Carril. El tener cerca a estas estrellas del deporte del pedal, y poder estar ahí, incrustados con ellos en la primera y única edición del Clásico Polímeros Colombianos POC, era una oportunidad de oro.

El Clásico POC tuvo amplia repercursión en el ciclismo de Colombia. Este fue su logo símbolo promocional./En la foto de portada Felice Gimondi y Martín Cochise Rodríguez, en segundo plano, fueron las figuras promocionales del Clásico POC (Foto propiedad del periódico El Colombiano de Medellín)

Emiliano era el alimentador –hoy se le conoce como auxiliar- y Gonzalo era el monitor de los dos equipos de ciclismo de Antioquia, que tenían la conducción técnica de Mario “Papaya” Vanegas –quinto en la velocidad de los Olímpicos de Tokio-1964- y de Roberto Escobar Gaviria, destacado rutero paisa de los años 60. Ambos mozalbetes no cabían en sus cuerpos de la emoción. Sabían lo afortunados que eran, porque se trataba de estar inmersos en el mundo de las bielas y de los pedales a nivel internacional. Los dos se trasportaban en las motos y carros acompañantes del equipo de Antioquia y andaban pendientes de los ocho corredores que representaban a su departamento, entre ellos Gonzalo “Chalo” Marín, pero no le perdían huella a sus ídolos en ese lote de 84 participantes.

“Este fue mi primer contacto con el ciclismo internacional y me marcó para siempre con ese gusanillo que recorre por mi cuerpo. Tengo grabada en la memoria la cuarta etapa que subía por Las Mellizas (vía empinada del Barrio Buenos Aires, en el oriente de Medellín), hacia el Alto de Santa Elena. Nunca olvidaré cómo se rezagaba Rafael Antonio Niño –corría con el Jolly Cerámica de Italia- y que, desde el carro, le entregaban un tubular que se terció como veíamos en las fotos que nos llegaban de los ciclistas que corrían en Europa o en nuestras primeras Vueltas a Colombia”. Aunque ya han trascurrido 45 años, ese momento se mantiene vivo, como si se tratara de un gesto heroico en el disco duro de los recuerdos de Emiliano, quien hoy, después de trabajar por 30 años en EE.UU., sigue las carreras en suelo patrio, como acontece con el Tour Colombia 2.1.

Emiliano Cano, “Balín”, posando al lado de Felice Gimondi, fue en aquella carrera, uno de los auxiliares de los dos equipos de Antioquia. (Foto cortesía B. Cano)

Aquel Clásico POC de 1974, fue un volver al pasado. Era como echar marcha atrás en la máquina del tiempo y recordar el tercer Clásico El Colombiano de 1958, en el que Fausto Coppi y Hugo Koblet fueron derrotados por Ramón Hoyos, manifiesta el técnico campeón Raúl Mesa Orozco. “Lloré de la emoción con aquella victoria”, recuerda el director deportivo, y añade que, 16 años después, esto se convirtió, a su vez, en la puerta hacia el futuro, en un paso de renovación. Luis Felipe Echavarría, ex nadador de la Selección Colombia y gerente de Polímeros Colombianos, quien se había enamorado perdidamente de la bicicleta, fue el encargado de dar el paso trascendental, al poner en marcha el Clásico POC, y brindarle respaldo al profesor Mesa Orozco, para que formara el equipo de la empresa, que tuvo como hipotético líder al Flaco Guillermo León Mejía, pero que, al final de cuentas, mostró a Carlos Julio Siachoque como ganador de la competencia.

“El público antioqueño volvió a tener cercanía con los grandes del ciclismo por medio del Clásico POC. Gimondi y Cochise coparon la atención de la gente, pero los aficionados vieron el brillo de Domingo Perurena, el león de Astigarraga (KAS de España), ganador de la etapa inicial quien defendió el liderato durante tres jornadas. Él era algo grueso de físico, pero batalló duramente en las breñas antioqueñas. Lo que más recuerdo de la carrera fue la levantada de brazos de Cochise Rodríguez, quien creyó que era el ganador de la segunda fracción, pero antes había cruzado la meta el jovencito José Patrocinio Jiménez, quien a sus 20 años apenas despuntaba con el equipo de Minobras”. Esas son las imágenes guardadas en la lúcida mente de Gonzalo “Parlante” Agudelo, un hacedor de campeones, quien levanta las nuevas camadas paisas con el equipo juvenil de Bike House.

Domingo Perurena en una imagen de 1973, poco antes de viajar a Colombia, con el mallot del KAS (© PD)

El Clásico POC mostró en su epílogo un estrecho duelo entre los pedalistas colombianos, incluido Martín Cochise Rodríguez. Desde la cuarta etapa, en la que se impuso Guillermo León Mejía desbancando del sitial de honor al ibérico y combativo Perurena, fue otro el panorama. Entonces comenzó el emocionante final de la prueba. “El haber corrido con Felice Gimondi en mi tierra fue para mí una enorme alegría. Yo quería libertad en el equipo Bianchi-Campagnolo, para disputar el Clásico POC, pero todo se centró en Gimondi, quien no pudo responder y tuve que esperarlo varias veces en las subidas al oriente antioqueño, por orden del técnico. Esto me molestó, porque yo había venido a mi casa como corredor profesional y en buena forma. Sin embargo, en la segunda etapa volé en el descenso del Alto de Las Palmas y logré tomar diferencia. Yo creí que iba solitario al comando, pero solo al cruzar la meta, tras levantar los brazos creyéndome ganador, me enteré de que Patrocinio Jiménez había sido el triunfador”. Quien relata esto, con algo de lógica melancolía y bronca contenida, es Cochise Rodríguez, próximo a cumplir 77 años, el 7 de abril. Martín Emilio ocupó la quinta casilla en la clasificación general de esta competencia internacional, a 3.30, y fue uno de los ídolos encargados de abrir el camino en Europa, mostrando el poderío de los escarabajos en aquellos tiempos del ciclismo sin pinganillos ni radio ayudas.

Arriba, Cochise Rodríguez, campeón mundial de la persecución y récord de la hora aficionada, posa ante las camisetas de su equipo, el Bianchi. Abajo, en el pasado Congreso Nacional de Ciclismo, Cochise Rodríguez fue uno de los centros de atención de los seguidores del ciclismo (Fotos cortesía Eduardo Buitrago)

El remate del recordado Clásico que disfrutaron Cano y Agudelo, como privilegiados testigos, fue el duelo entre el aguerrido Carlos Julio Siachoque y el escalador Guillermo León Mejía, ambos del equipo POC. El escenario de la etapa final, sobre 152 kilómetros, fue entre el municipio de Itagüí, La Pintada —municipio a orillas del río Cauca— con el paso de vuelta por el colosal Alto de Minas y sus 42 kilómetros de escalada, hacia Medellín. El santandereano Siachoque le tomó 48 segundos en aquel tramo a su compañero, el paisa Mejía, quien fue sexto, y escolta del campeón, a 56 segundos en la general,- se consignó en el libro Memorias deportivas del historiador Tobías Carvajal Crespo-, en tanto que Gimondi (13 en la clasificación), Perurena (18) y el belga Antoon Houbrechts (35), se convertían en los únicos “sobrevivientes” extranjeros que cruzaron la meta, algo alejados del vencedor, quien quedó inscrito en la historia como único ganador del Clásico POC. Este 1-2 de Siachoque y Mejía se convirtió en una ventana abierta del ciclismo de Colombia frente a la curiosa mirada del planeta del pedal, algo que nunca borrarán de sus inquietas retinas “Balín” Cano y “Parlante” Agudelo.