En líneas generales, esta Vuelta a España se ha caracterizado por ver dos luchas en un mismo escenario. Por una parte, la carrera por la general; por otra, la fuga, todo un arte por sí mismo. Y en este caso, hemos vivido en repetidas ocasiones como se formaban grupos muy numerosos que podían incluso llevar a la confusión, “¿quién va por delante, la fuga o son los de la general?”.
Si nos detenemos en los ciclistas que han buscado la victoria de etapa escapándose del pelotón, hay muchos nombres que nos vienen a la cabeza. En primer lugar, Marc Soler, el ciclista que ha rodado más kilómetros en fuga a lo largo de esta Vuelta con un total de 1091 kms. El catalán, además, ha saltado del pelotón en doce de las diecinueve etapas, excluyendo, como es lógico, las dos contrarrelojes. En esta clasificación de los menos sociables del pelotón le siguen Pablo Castrillo, Jay Vine, Wout van Aert, Mauro Schmid, Marco Frigo y Xabier Isasa. Sí, son los corredores que, general aparte, más hemos visto por televisión estas últimas tres semanas.
Estar en las fugas ha sido muy caro en esta Vuelta (foto: Naike Ereñozaga / Cxcling / Unipublic)
Sin embargo, ahí no aparece un clásico en este arte, quizá el ciclista que a lo largo de la última década más se ha asociado a las fugas, Thomas De Gendt. El belga solo se dejó ver en la etapa 18 con final en Maeztu, en el Parque Natural de Izki, cuando sí que lo intentó aunque sin éxito. De Gendt ya avisó meses atrás que cada vez las fugas iban más caras, que la gente va muy rápido y que el ciclismo actual ha cambiado, el romanticismo ha dejado paso a los números y gente cómo él van perdiendo su lugar. A finales de esta temporada, De Gendt se retira y, por lo tanto, ha disputado su última Vuelta, una carrera en la que ganó una etapa en 2017, con final en Gijón, e imponiéndose, cómo no, a sus compañeros de escapada. No ha vuelto a repetir a pesar de avanzar que lo daría todo en la penúltima etapa de esta Vuelta, justo en su etapa 500 en una gran vuelta de tres semanas. No pudo ser.
Finalmente, quedan otros sospechosos habituales, compañeros de equipo que comparten penas escapándose del pelotón. Jesús Herrada y Ion Izagirre, del Cofidis, lo han buscado en esta Vuelta. También en esta Vuelta, como en tantas otras ocasiones. Ciclistas de raza, con calidad, que tienen olfato y buscan su oportunidad cuando los demás se despistan o flaquean. Son ciclistas ofensivos con números parecidos. El manchego ha conseguido 21 victorias en su carrera profesional, por 18 del vasco, y los dos llevan algo más de un año sin levantar los brazos. En el caso de Izagirre fue durante el Tour del año pasado, mientras que Herrada cumplió el año de sequía justo durante esta Vuelta, después de ganar el año pasado en La Laguna Negra. “El tiempo pasa rápido, sobre todo cuando no ganes”, reflexiona para VOLATA. “A veces te viene todo de cara y, otras veces, vas a contracorriente. Ya llevamos días con solo cuatro corredores y esto lo dificulta todo, vamos justos de fuerzas”, añadía ya en el tramo final de la carrera.
Ion Izagirre en la escapada de la etapa decimoctava terminada en Maetzu (Foto: Getty)
Los dos reconocen que cada día “hay mucha pelea para entrar en la fuga” pero también lo han buscado con ganas. Herrada e Izagirre coincidieron en la escapada buena el día del final en Maeztu. “Cierto —recuerda Herrada—. Estuvimos los dos, llegó un momento en que parecía una fuga de medio pelotón, con 40 corredores. Un tipo de escapada así es muy difícil rematarla”. Ion Izagirre añade que “al final, en casi todas las grandes vueltas, llega un punto en que la gente de la general y los equipos de los líderes tienen que dejar hacer. Y como dice Jesús, ese día llegó un momento en que la fuga era muy numerosa y, como siempre, con alguno de la general, que en ese caso era Alexander Vlasov, que aunque no está muy delante si es un corredor importante”.
Hemos visto que en estas fugas tan numerosas hay muchos equipos que repiten presencia, como ha ocurrido para el Cofidis, una situación que permite jugar algo más con la estrategia, ayudarte con la hidratación, la comida y el material, y, si es posible, comunicarte. “Ahí hablamos poco entre nosotros —explica Izagirre entre risas—, “porque nos llevan con el corazón en la boca pero bueno… Estas fugas tan grandes y con tantos corredores son muy difíciles de gestionar. Intentas observar quienes estan, quienes van solos, quienes tienen compañeros para poder trabajar más de cara a cerrar huecos… Cuando, en un momento determinado, se fueron Küng, Schmid y Vacek, pues tanto DSM como ‘Quick Step’ cogieron la responsabilidad para evitar que se fuesen mucho. Y a partir de aquí, pues las piernas de cada uno mandan…”. Su compañero de equipo le secunda: Poco a añadir, es tal cual, en una fuga tan grande, pues estando dos tienes que intentar que no se forme un corte muy grande sin estar nosotros”. Historias e intrahistorias de un arte muy difícil de domar, el de la fuga, aunque si se va bien acompañado, mucho mejor que ir solo.
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