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Madrid-Toledo-Aranjuez, una aventura sobre tierra

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Zoe Calhoum | 18 May 2018

Madrid-Toledo-Aranjuez, una aventura sobre tierra

Madrid-Toledo-Aranjuez, una aventura sobre tierra

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A medida que voy subiendo, el camino se vuelve más rocoso. Hemos estado sobre el sillín durante más de cinco horas. Nos hemos quedado sin comida ni agua y estamos lejos de algún lugar con gente. Cuando llego a la cima de la polvorosa ascensión atisbo las siluetas de mis amigos que en estos momentos son las únicas personas que entienden mi desesperación por conseguir algo de líquido y por cambiar de posición corporal. Están doblados sobre los manillares, esperándome, dejando que la gravedad atraiga sus cuellos hacia el suelo. La brisa silba sobre la autovía vacía que tenemos delante; la sucia vereda por la que circulamos está justo al otro lado.

Fernando, mecánico de bicicletas, el tipo que propuso esta ruta infernal de Madrid a Toledo, me ofrece agua. Mientras pedaleao y toso, absorbo las últimas gotas del botellín, la última agua hasta llegar a Aranjuez. Me grita por llenar de microbios el botellín pero sonríe y asiente con la cabeza cuando le digo que no podemos permitirnos el lujo de perder ni una sola gota. Rodamos juntos en silencio mientras de vez en cuando salta alguna piedra disparada hacia el otro bajo nuestras ruedas.

La noche anterior Fernando nos aconsejó que lleváramos luces y bocatas, cosa que no aventura un día de bici relajado. Esta suave aventura invernal comienza temprano para lo que estamos acostumbrados. Son las 9 de la mañana y nuestros dedos están rígidos por el frío mientras nuestras frentes brillan por el sudor. Llegar a Toledo significa encontrarse con una mezcla de terrenos, desde las pistas únicas hasta canteras llenas de basura y caminos de tierra suave. Circulamos por asfalto que pasa de roto a destruido y por zonas de pura arena; vamos sorteando, por encima y por debajo, la autopista y vamos superando pueblo tras pueblo pasando a través o rodeándolo. Nos paramos en las plazas para rellenar los botellines y nos resistimos al deseo de acompañar los sorbitos de agua con café y vino bajo el sol.

 

Atravesamos a toda velocidad campos donde el verde intenso se unía al azul turquesa del sol y se sumergían en arboledas de olivos, cuyas hojas brillaban con el sol. Estamos dentro de una de esas imágenes de escritorio típicas del Windows, pero en bicicletas. Un campo de cebollas nos ralentiza la marcha mientras respiramos su dulce olor. Sonreímos con una mueca mientras descendemos sobre rocas rojas, serpenteamos a través de las raíces de los árboles y chapoteamos por charcos refrescantes.

Llegamos a Toledo Es una ciudad antigua y laberíntica construida sobre una colina. Es impresionante pero estamos tan entusiasmados que nos sentimos como en casa. "Todos estamos bien de piernas, ¿verdad? Pues vamos hasta a Aranjuez y metámonos una comilona", sugiere Nacho, otro mecánico de bicicletas y guerrero de gravel. Pulsamos el botón de avanzar hacia adelante y vamos de Toledo a Aranjuez, donde también podemos cojer el tren de vuelta a Madrid, a través de un camino marcado precioso. Una ráfaga de viento de cara hace que el hambre empiece a aparecer demasiado temprano. La primera señal que vemos dice: "38 km a Aranjuez ".

***

Los últimos cinco kilómetros sobre sobre asfalto, pero aún así son dolorosos. Diego y yo nos hemos quedado descolgados, nos acercamos a Aranjuez aliviados pero hambrientos; Diego es el más voraz de todos nosotros. Su diatriba consiste en insultos: "¡Los hijos de puta, cabrones! ¡¿Cómo se han atrevido a saltarse dos gasolineras y dos bares cuando saben el hambre que tengo?!" Nos dirigimos al café donde las bicicletas de Nacho y Fernando descansan fuera.

 

Diego lanza su bici contra la pared y le falta tiempo para pedirse dos Cola-Caos, una Coca-Cola y un periódico viejo para meterselo entre el maillot y culotte. Está enfadado y hambriento, y no tiene consideración por los demás que pareceremos personas civilizadas comparadas con él. Hacemos un bocado mientras engulle y se levanta para pedir más. Con la barriga llena todo va bien hasta que nos ponemos en pie para ir a tomar el tren.

Camino a casa, liberamos los pies de las zapatillas polvorientas y sucias y nos apalancamos en los asientos de plástico. El sol se va poniendo poco a poco a través de las ventanas del tren mientras nuestras bicis yacen cerca, enredados y cansadas.

 

FICHA TÉCNICA

Origen: Madrid

Destino: Aranjuez

Distancia total: 135km

Desnivel acomulado: 770m

Tiempo empleado: 6h 22min

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