Las etapas al esprint en este Tour de Francia están siendo un tanto insípidas en su desarrollo. No ha sido la mejor jornada de sábado, pero el día nos ha dejado varios nombres propios, entre ellos el de un Biniam Girmay que ha sumado su segundo triunfo con una llegada sublime. Pero vayamos por partes. En el ocaso de la primera semana, la octava etapa presentaba un recorrido que invitaba a una narrativa intrigante en territorio comanche. Pero nada más lejos de la realidad. Ni siquiera la aparición intermitente de la lluvia ni el persistente viento lateral ha agitado un pelotón que ha vivido con calma y sin apuros la persecución de un único valiente: Jonas Abrahamsen, el otro nombre del día.
El noruego se ha vestido de héroe después de que Neilson Powless y Stefan Bisseger, ambos del EF Education-EasyPost, le abandonaran a su suerte en cabeza para reintegrarse en el grupo poco después de consolidar la fuga. Ha empezado entonces una larga aventura en solitario en la que ha llegado a distanciar al pelotón en hasta seis minutos; y que de paso ha servido al ciclista de Uno-X para abrir más margen en el maillot de la montaña.
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Sobre el papel no era el terreno idóneo para plantear un pulso individual de 170 kilómetros, pero Abrahamsen ha querido escribir su propio relato de la etapa y a pesar del desgaste se mostraba satisfecho en meta: “He rodado con todas mis fuerzas para pelear la victoria”. Cada cota, repecho o trampa en forma de rampa inesperada se convertía en una losa para sus aspiraciones, pero nunca se ha rendido. Al fin y al cabo en la etapa inaugural apuntó que subía mejor ahora (80 kg) que cuando pesaba 58 kg, y hoy ha sido fiel a esa transformación de escalador a rodador con una interesante reflexión antes de subir al podio: “Me gusta cuando me duelen las piernas, porque con ese dolor se hacen más fuertes”.
Un dolor de piernas explosivo que, sin duda, también habrá sido gratificante para Biniam Girmay. El eritreo se convierte en el primer ciclista que repite victoria en este Tour, y por extensión el Intermarché-Wanty el primer equipo. El trabajo de sus compañeros estaba hecho antes del kilómetro final al 5%. Estaba en la mejor posición, por lo que no ha tenido que zafarse ni generar el hueco. Simplemente ha tomado la rueda de Bryan Coquard como lanzador improvisado y ha dejado a Jasper Philipsen con la miel en los labios con un esprint incontestable. El desenlace con una ligera pendiente ascendente le favorecía y ha sabido aprovechar todo su potencial. "En llegadas más llanas mis rivales puedes mover muchos más watios", reconocía Girmay.
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Al belga, cariacontecido y frustrado, se le ha hecho eterna una ‘volata’ agónica y comienza a vislumbrar los fantasmas de aquel Tour 2021 en el que no fue capaz de remachar. Y no solo ha sido una oportunidad perdida para Philipsen, sino también para los muchos que han dejado pasar una fuga con visos a triunfar. E incluso en el plano de la general para los equipos que han desaprovechado el descontrol del UAE volviendo a dejar muy aislado a Tadej Pogačar en situaciones delicadas de viento. Quizá mañana la batalla aumente en intensidad sobre los caminos de grava en las inmediaciones de Troyes y, sin duda, las estrategias y la capacidad de arropar al líder será crucial. "Tenemos que llevar cuidado en cada sección de tierra porque cuaquier detalle puede provocar una caída o quedarse cortado en un mal momento. No será decisivo, pero se puede perder el Tour", avisa el esloveno.