Etapa de transición que debería resolverse al sprint. Sin embargo, quedan tan pocos hombres rápidos en carrera que los equipos dispuestos a controlar pueden ser minoría frente a los que querrán filtrar hombres en la escapada del día.
Apuesta conservadora: Sacha Modolo
Apuesta arriesgada: Ramunas Navardauskas
Para un aficionado al F. C. Barcelona que vivió con la intensidad propia de la adolescencia los éxitos del club durante la década de los noventa, Brescia, por donde pasa hoy la etapa, es sinónimo de destino un tanto decepcionante para Pep Guardiola. Si a ello le sumamos que la siguiente meta volante del día está ubicada en una localidad llamada Calcio, la tentación de hablar de futbol es muy grande. Pero hasta aquí. Mi primera noción más o menos consciente de la ciudad lombarda va ligado un equipo ciclista de los años noventa: el Brescialat.
La escuadra echó a rodar en 1994 y desde el primer año contaron con la invitación del Giro, con Flavio Giupponi como jefe de filas en su último año en la élite. La temporada siguiente ganaron sus primeras etapas en la ronda italiana, con Filippo Casagrande -hermano de Francesco- y Mariano Piccoli, quien además se haría con la maglia verde este año y el siguiente. A pesar de la visibilidad de Piccoli, algo así como un Voeckler italiano de finales de los noventa, entonces mi corredor favorito del equipo era el joven Roberto Sgambelluri. Me hacía gracia. Desconozco el porqué, pero no descarto en absoluto motivos meramente fonéticos, que a menudo son suficientes para otorgar simpatías y antipatías. Supongo que también intervino en mi buena consideración hacia él la etapa que ganó en Lanciano en el Giro de 1997.
La historia del Brescialat es una muestra más de la facilidad de hace no tanto tiempo del ciclismo transalpino para sacar adelante equipos profesionales. Había años en los que no era raro contar con más de una docena con licencia italiana en la salida del Giro. En 1997, por ejemplo, eran todos menos el Kelme- Costa Blanca, el Festina-Lotus y el Saeco, que legalmente corría bajo la bandera de San Marino. En total, ¡15 equipos italianos!
Precisamente, ese Giro puede guardar cierto paralelismo con el presente, con un antiguo ganador de la carrera como Pavel Tonkov como máximo favorito (papel que ahora jugaría Nibali) que recibe un mazazo notable en una etapa de montaña de fondo como la de Cervinia (esta vez camino de Corvara, las dos la número 14) por parte de un buen corredor, pero sin condición de estrella como Ivan Gotti (tal vez el Kruijswijk de entonces). Gotti presentaba unas credenciales no mucho mayores que las del neerlandés que hoy viste de rosa: quinto en el 96, quinto en el Tour del 95, pero a más de 11 minutos de Indurain y también lejos del podio... A la postre, Gotti logró llevarse el gato al agua en 1997, e incluso repitió victoria en 1999. La cuestión ahora es: ¿lo conseguirá Kruijswijk? A partir de mañana, tres etapas con mucha miga lo decidirán.