El palmarés oficial de Mitch Docker (Melbourne, Australia, 1986), actual corredor del Education First-Drapac, se limita a algunas etapas ganadas en el sureste asiático y una en la Ruta del Sur, en Francia, pero más allá de eso, Docker es uno de los ciclistas más singulares, por su podcast “Life in the peloton”, en el que narra episodios de la vida de un corredor profesional, por su carisma, y por su afición a la cerveza. En su cuenta de Twitter (@Mitch_Bowen) se define como “Advocate Beer Connoisseur”, porque, según dice, “un conocedor de cerveza es alguien que admira las cervezas. Me gusta beber cerveza, pero no beberla para emborracharme, me gusta probar diferentes cervezas y entender por qué me gusta una y no otra”. Hablamos con él en Girona, donde reside gran parte de la temporada.
Extracto de un artículo publicado originalmente en VOLATA#21
Como muchos niños australianos empezaste jugando al rugby y al cricket. ¿Cómo acabaste siendo ciclista?
En los Juegos Olímpicos de Sídney vi a Australia ganando un oro olímpico en el velódromo y me impresionó. Ya conocía el Tour de Francia, mi padre lo seguía, pero cuando vi que ganaban el oro en pista pensé: “¿Qué es esta carrera en pista? ¡Es genial!” Volvimos a Melbourne, mi padre conocía un velódromo local, y ahí fuimos. Después de ese verano me preguntaron si me gustaría hacer algo en carretera y dije que sí. Así que, desde entonces, mi verano en Australia fue para la pista y el invierno para el ciclismo en carretera.
¿Fue una decisión difícil venirte a Europa?
Quería venir, pero no es tan fácil. En Australia la decisión ahora es más fácil porque hay lugares como Girona. Ahora es más fácil quedarse aquí; los problemas con el estilo de vida son más fáciles. Anteriormente viví en Holanda, y resultó muy difícil porque estaba solo. Tenía veintiún años, no tenía amigos cerca, no había otros australianos y, parece raro, pero cuando empieza el año estás muy animado, pero cuando la excitación se desvanece y cuando ya no hay resultados te sientes solo, echas de menos a tu familia y lo único que quieres hacer es volver a casa. Y no puedes porque no puedes volver hasta octubre.
¿La victoria de Cadel Evans en el Tour del 2011 cambió la visión del ciclismo en Australia?
Sí, fue algo grande. Nos reíamos en el pelotón porque la gente del país empezó a entender más los entresijos del ciclismo, y fue gracias a él.
Te defines como un “Advocate Beer Connoisseur”. ¿Cuál es la cerveza que te gusta?
Creo que, creciendo en Australia, lo que te gusta es beber cerveza fría. Cuando vine por primera vez a Europa vivía en Bélgica y descubrí la cerveza belga, que es increíble. Pero la descubrí poco a poco. Tomaba una o dos cervezas y pensaba “esto es genial”, pero ahora, cuando pienso en aquellas cervezas las veo como cervezas normales, aunque entonces eran increíbles. Mientras vas entendiendo la cerveza belga, pasa como con el vino: creces y profundizas más en el tema. Empecé con la cerveza en Bélgica y esto me llevó a interesarme por la cerveza en todo el mundo: americanas, australianas, etc. Cuando vine a vivir aquí, a Girona, no sabía que en Catalunya hubiera tanto interés por la cerveza artesana.
¿Es una cuestión cultural beber cerveza?
Sí. No es para emborracharse, sino que tiene que ver con la situación que conlleva. Cuando te sientas y le dices a alguien: “Ven a casa a tomarte una cerveza” suele significar, “ven y charlamos”. Pero si le dices a alguien: “Ven a casa y hablamos”, seguramente la respuesta será que no.
Bélgica es el paraíso del ciclismo y también de la cerveza. Qué extraña coincidencia, ¿no?
Es perfecto, ¿verdad? Es una muy buena combinación y lo he dicho ya algunas veces, me gustaría volver un año y ver las clásicas como aficionado, para disfrutar las cervezas y ver las carreras como un fan de verdad.
¿Qué pensaste cuando viste a Adam Hansen tomarse una cerveza en pleno Alpe d’Huez en un Tour?
Que es muy tentador. Pasas al lado de los fans y quieres coger una cerveza. A menudo piensas en coger una y bebértela, pero te das cuenta de que en ese punto de la carrera puedes tener todavía un tramo de montaña por llegar, que quedan tantas etapas por hacer… Como dije antes, una cerveza para mí es algo para relajarme, así que competir y beber cerveza puede ser contradictorio. Me gustaría coger la cerveza, pararme y tomarla con esos fans, pero ¡no continuar corriendo después!
También tienes un podcast personal, “Life in the Peloton”. ¿Cómo surgió?
Cada vez que volvía a Australia tenía que explicar a todo el mundo la misma historia. Que qué hago, que si vivimos todos en la misma casa del equipo, que si es como el fútbol. Así que en vez de explicar a todos la misma historia, una y otra vez, pensé que debía hacer un podcast que explicara cómo es la vida para los profesionales.
Claro.
Y no va de contar noticias ni nada nuevo, sino que, literalmente, se trata de contar cómo es nuestra vida. Explicar qué tengo que hacer para prepararme para el Tour de Francia, qué tengo que hacer en mi día a día, dónde vivimos, cuántas bolsas tengo, cuántos kilómetros hago y qué hace que quiera ganar una carrera. Cosas así, cualquier cosa que se nos ocurre.
¿Cómo han sido las reacciones de los fans y otros ciclistas?
Muy buenas. De hecho, ha sido bueno para mí, porque hablo con gente que considero interesante y le pregunto cosas que quiero saber. Así que es un poco dar y recibir.
Como periodista, cuando nos acercamos a un ciclista hay una cierta barrera. ¿Es más fácil para ti hablar con otros ciclistas?
Sí, pienso que es una posición única. Somos colegas, les puedo preguntar lo que me interesa. Pero es un arma de doble filo, porque también les veré en carrera; así que también tengo que tener cuidado y respetar quiénes son y lo que se graba, porque algunos periodistas pueden sacar algo de contexto y hacer una historia de la nada. Y no es lo que quiero hacer.
* Gracias a La Black Flag, cervecera artesanal de Girona, que nos sirvió de escenario ideal para esta entrevista.
Lee la entrevista al completo en el número 21 de VOLATA