Utilizamos cookies propias y de terceros para mejorar nuestros servicios. Si continúa navegando, consideramos que acepta su uso.

'Si sólo hubiese corrido con equipos polacos, mi vida hubiera sido distinta', Michal Kwiatkowski

SUSCRÍBETE

Texto: Olga Àbalos / Foto: Tomás Montes, Russ Ellis | 13 Oct 2019

'Si sólo hubiese corrido con equipos polacos, mi vida hubiera sido distinta', Michal Kwiatkowski

'Si sólo hubiese corrido con equipos polacos, mi vida hubiera sido distinta', Michal Kwiatkowski

Compartir

A pesar que se le suele relacionar con carreras de un día, la trayectoria de Michał Kwiatkowski es la de un hombre versátil como pocos. Tanto puede actuar como esprínter, como contrarrelojista destacado o como gregario disciplinado en una gran vuelta, como ocurrió en el pasado Tour de Francia 2019, en el que ejerció de hombre de equipo para contribuir a la victoria final de Egan Bernal. Su participación fue solvente pero discreta, tal y como lo está siendo la temporada 2019, en la que no ha conseguido ningún resultado destacable más allá del tercer puesto en la París-Niza y la Milán-San Remo.

A principios de septiembre declaró en su cuenta de Instagram que su cuerpo necesitaba un descanso —"un parón de verdad", exponía— y para ello renunciaba a participar en el Mundial de ciclismo en linea de Yorkshire, una competición que siempre ha tenido entre ceja y ceja. De hecho, la prueba mundialista le proporcionó el momento más álgido de su carrera cuando en 2014 consiguió el maillot arcoíris en Ponferrada, ganando al esprint a Alejandro Valverde y Simon Gerrans. Tenía veinticuatro años. Aquel mismo año ya dio muestras de su calidad cuando consiguió ganar su primera Strade Bianche, dos etapas en la Volta ao Algarve y buenas posiciones en clasificacaciones generales, como el tercer mejor joven del Tour de Francia.

 

A partir de ahí, Kwiatkowski ha ido agrandando su palmarés sobretodo en pruebas de un día, especialmente el año 2017 en el que logró su segunda Strade Bianche, la Clásica de San Sebastián y una todavía recordada Milán-SanRemo que consiguió tras una ajustadísima volata ante Peter Sagan y Julien Alaphilippe. Al año siguiente, la Tirreno-Adriático y el Tour de Pologne fueron los mejores resultados de una temporada en la que lució el maillot de campeón de Polonia. 

En VOLATA#20 hablamos largo y tendido con el corredor polaco, con el que repasamos su trayectoria y giramos la mirada a Polonia. Os ofrecemos un extracto.

Tú eres del centro de Polonia, ¿verdad?

Sí, correcto, soy de la zona de Toruń. En realidad, nací en Chełmża, más al norte, pero me trasladé a Toruń al ingresar en una academia de deportes a los trece años. Hasta entonces había vivido en una ciudad muy pequeña, en la que mis padres tenían una granja. Era una vida de campo. Cuando surgió la oportunidad de hacer ciclismo fue una oportunidad de tener otras opciones más allá de la vida que me esperaba, es decir, ir a la escuela y después ayudar en la granja y así cada día. Es que en aquella zona realmente no había nada más.

Naciste en 1990, el año en el que Polonia se convirtió en la República democrática que conocemos hoy en día.

Sí, correcto, yo ya nací en el período, digamos, más libre de Polonia. Y, de hecho, ese cambio ya se notaba entre mi hermano mayor y yo. Él en la escuela estudió ruso y yo ya estudié inglés y también un poco de alemán. Es un ejemplo pequeño, pero significativo del cambio. Nunca tuve la sensación de que tenía que emigrar a otro país para tener algo en la vida, o de que iba a necesitar un visado para moverme por Europa. Siempre crecí con la sensación de que, si quería ir a hacer una carrera a otro país, tal y como sucedió en el 2010 cuando me mudé a España para correr con el Caja Rural, podía hacerlo libremente. 

Aquel 2010 fue el mismo año en el que el CCC creó el equipo continental. ¿Por qué no te quedaste en Polonia?

Ah, ¿pasó todo eso el mismo año? ¡No tenía ni idea! Pero, sea como fuere, estar en un equipo continental polaco no hubiera significado que hubiera podido tener las mismas oportunidades para explorar el mundo. Cuando eres tan joven, quieres competir, irte fuera, quieres ir a España, a Italia Francia, América o a donde sea. Y, si tienes la oportunidad de poder aprender alguna cosa más de otro lugar o de otra cultura, eso te supone tener más experiencia para lo que pueda venir en un futuro. Estoy muy agradecido por haber tenido esta oportunidad de correr con el Caja Rural. Si me hubiera quedado en Polonia y sólo hubiese corrido con equipos polacos, mi vida hubiera sido totalmente distinta. Quizás en algunos casos o en algunos países eso funciona, pero en mi caso tenía que ser así. Primero estuve en España, en el Caja Rural, luego me fui a América con el RadioShack, en el que había corredores de todas las nacionalidades. Luego pasé al Quick-Step, que también era un equipo muy internacional. 

 

¿Venir a vivir a España supuso un choque cultural?

Al principio sí, sobre todo las primeras veces en que entras a un supermercado y ves cosas que no habías visto nunca, como conejos en la carnicería —risas—. Recuerdo que teníamos muchas conversaciones sobre la comida con los compañeros de piso, porque la comida es algo que está muy ligado a todo en la vida, pero especialmente en el entorno del deporte, y es algo en lo que te fijas mucho, sobre todo cuando vuelves después de entrenar cinco o seis horas. —risas—. En aquel piso vivíamos mi hermano Radoslaw, Yelko Gómez de Panamá, Oleg Chuzhda de Ucrania y Fabricio Ferrari, un corredor uruguayo. Era una mezcla de culturas muy particular, pero fue genial. Cuando te cambias de país, al principio siempre tienes miedo, pero luego es fantástico. Y además tienes la oportunidad de conocer otros idiomas.

¿Dónde estaba ese piso?

En Alsasua, en Navarra. Tengo buenos recuerdos de mi vida allí.

Cuando tú eras júnior en Polonia brillaste con muchísimas victorias. ¿Te costó adaptarse al mundo profesional?

Sí, ese fue uno de los problemas… Cuando corría en Polonia me conocía el entorno, los entrenadores, la gente, la cultura, los lugares a los que vas a correr, la comida... Y todo era más fácil. Cuando todo eso se termina y tienes que buscarte la vida y pasar a otro nivel, como en el equipo italiano en el 2009, la cosa se complica, porque, no te diré que estaba solo, pero ya no tenía a mi entorno conmigo, no entrenábamos de la misma forma, no tenía claro el calendario de competiciones... Estaba solo y un poco perdido. Estar en la categoría Sub 23 supuso un paso adelante, pero, a veces, ese paso no tiene por qué significar tener victorias de inmediato, necesitas siempre un tiempo de adaptación. Había muchas expectativas sobre mí, porque, como junior, gané muchísimas cosas...

 

 

Fuiste campeón de Europa júnior y campeón mundial júnior de contrarreloj.

Sí, la verdad es que ganaba allá donde iba —risas—. Quizás podría haber hecho lo mismo como sub23, sí, pero yo solo no podía conseguir esas victorias.

¿Cómo se consigue volver a sentir que puedes ganar?

Mira, esto de las victorias… Es algo que también me pasa ahora. Puedo estar un par de años casi sin ganar, pero siempre tienes que confiar en tu talento. Cuando pasé a profesionales, estuve unos años casi sin resultados, pero luego, finalmente, llegaron, y la sensación de volver a ganar es como decirte a ti mismo "¡qué bien sienta estar de nuevo en casa!"

------------------

Puedes leer la entrevista completa en VOLATA#20

Suscríbete a VOLATA y no te pierdas ningún número