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Un elogio a lo imprevisto

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Albert Rabadan | 07 Sep 2016

Un elogio a lo imprevisto

Un elogio a lo imprevisto

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Muchas veces, a los mismos que trabajamos de contar las carreras ciclistas, nos falta perspectiva. Hay una fuga. “¿Quién va?”. “¿Les cogen?”. Sí, va. O no. “Hay que dejar la crónica a medio hacer durante la etapa para poder mandarla como máximo 20 minutos después de que acabe la etapa”, dicen. “¡La inmediatez!”. En plena explosión mental, sin haber tenido ni un segundo de reflexión, hay que pensar alguna pregunta interesante para el ciclista que te viene a la rueda de prensa pitando, como es lógico, porque tiene prisa por irse. Apenas hay espacio para mirar un poco más allá y saltarse el guion.

Hago esta entrada tan de autoconsumo para los del gremio porque, desde la etapa de los Lagos de Covadonga, entre la caravana de la Vuelta, prácticamente el único debate que había era si Nairo Quintana tenía suficiente ventaja frente a Chris Froome de cara a la contrarreloj de Calpe. “Un minuto no es suficiente”. “Es que en el Aubisque no le va a sacar tiempo”… Bueno, ¿y si pasa que las diferencia no se hacen en la etapa reina? ¿Y si, sencillamente, el día después, con solamente entrar en el corte de cabeza tras la enésima gamberrada de Alberto Contador, Quintana se anticipa como nadie se le había anticipado a Froome y Sky y le lleva de culo toda la etapa camino de Aramón Formigal, a pesar de que los puertos no sean ni por asomo los del día anterior?

Como decíamos, la Vuelta a España tiene la suerte de contar con una participación de vueltómanos de primer nivel a niveles de preparación muy dispares, lo que lleva a resultados imprevistos, como ver naufragar a Froome y Sky, algo que siempre tiene el aquel morbo especial de vivir la derrota del ganador infalible, aunque sea un competidor ejemplar.

También tiene la suerte de tener en carrera a un Alberto Contador herido, como en el Tour, con más ganas de dejar marca en la carrera que ser eficiente en los resultados. Como decía durante esta Vuelta su ahora técnico Ivan Basso, “Contador no corre para ser 2º y 3º, ni siquiera corre contra los demás. Contador ahora sigue corriendo como un reto personal”. Al fin y al cabo, el pinteño ya ha ganado en las tres Vueltas a España en que ha participado. Los deberes están hechos, y de aquí a que termine su alargada carrera después de anunciarla como cerrada al final de este año, Contador seguirá demostrando que, si bien se le pueden reprochar muchas cosas, ha entendido que ahora mismo es más importante para su legado su actitud que sus resultados.

Así lo hizo en la etapa más corta de esta Vuelta a España, llevando a contrapié todo el pelotón por su insistencia en provocar un corte nada más salir de Sabiñánigo, ayudado por un equipo Tinkoff mentalizado en hacer saltar la sorpresa, a pesar de tener la victoria final de la carrera lejos de su alcance. “Mi primera gran vuelta fue la Vuelta 2012 y viví la etapa épica de Fuente De, donde Alberto le quitó la Vuelta a Purito. Entonces me dije a mí mismo que, si algún día me convertía en un nombre grande en el ciclismo, siempre estaría atento a Alberto”, explicaba un Quintana, vivo como nunca, quien salió a por Contador a pesar del peso que le trae encima su maillot rojo para hacer más grande su figura con un movimiento que transmite la espontaneidad con la que el colombiano encandiló al ciclismo cuando explotó en la primera línea mundial. Un elogio a lo imprevisto de los que nunca se tiene suficientes y a los que el mismo Quintana deberá estar atento, y más con un Froome que este año se decidió a empezar a ganar el Tour en un descenso y que tiene ahora a todo su equipo con un día más de descanso.

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