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Una gran vuelta ciclista del tirón

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Carlos Mazón | 27 Aug 2020

Una gran vuelta ciclista del tirón

Una gran vuelta ciclista del tirón

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Andar en bicicleta es simple, consiste en dar pedales y mantener el equilibrio. Pero, como todo en la vida, las cosas evolucionan y, aunque la esencia se mantenga, siempre se buscan nuevos horizontes. En el ciclismo profesional en ruta o en cualquier otra modalidad se trata de que gane el mejor o el que tenga el mejor equipo o los mejores padrinos. Sin embargo, para la mayoría de aficionados que también son ciclistas, consiste en disfrutar de la bici y buscar nuevos retos, eso sí, con los profesionales como referencia.

 Pero, incluso así, cada vez son más los que no se ven identificados con ese mundo de pinganillos, potenciómetros e intereses de equipo. Son aficionados que buscan identificarse con el corredor, que valoran la épica de los ataques de lejos, el espíritu de ciclistas como Thomas de Gendt, los caballitos de Peter Sagan o el amor por la cerveza de John Degenkolb; que viven y disfrutan del ciclismo por el ambiente que se genera a su alrededor, por la historia que rezuma, por los puertos que se suben, los paisajes por los que se discurre y por lo impresionante que resulta hacer un recorrido de más de 3.000 km en tres semanas. El Tour de Francia de 2019, por ejemplo, sumó en el total una distancia de 3.460 km. Este es el quid de la cuestión. Apelar a la nostalgia de cada uno, al ansia aventurera y a las ganas de hacer kilómetros. Se trata de darle una vuelta de tuerca a lo que hay: una alternativa a cómo entendemos el ciclismo actual.

El ultrafondista Carlos Mazón, durante la Atlas Mountain Race (AMR) (Foto: Nils Laengner)

 

Así, hace unos años empezamos a ver un nuevo tipo de ciclismo de larga distancia, de pruebas de resistencia y de aventura en solitario, tan abiertas a todos que, tanto a profesionales como amateurs, se veían capaces de hacer “una gran vuelta” del tirón. Carreras como la Transcontinental Race (4.125km en la edición de 2019), la TransAtlantic Race (2.500km) o el Tour Divide (4.418km). Son eventos que plantean también nuevas incógnitas sobre los límites de la resistencia y el sufrimiento. Unos corredores salen a competir y se ven atrapados en la bicicleta día y noche tratando de minimizar todo lo posible el tiempo en las paradas. Otros, la gran mayoría, son cicloturistas que quieren sentir el espíritu de la carrera desde dentro, sentirse parte de ella y cuyo objetivo principal es completar el recorrido.

Ambos perfiles de ciclistas se enfrentan a algo más que dar pedales y mantener el equilibrio. Son corredores que tienen que gestionar la ruta en solitario con todo lo que ello conlleva a nivel de navegación, estrategia de paradas, alimentación y cuidados personales mientras tratan de dar lo mejor de sí mismos sin perder tiempo ni destrozar la mecánica. Para ello hacen falta meses de preparación que culminan en unos días de concentración máxima y acaban siendo un viaje tanto físico y como mental para quienes quieren probar sus límites.

* Artículo extraído de VOLATA#23, nuetro número dedicado a la ultradistancia y el bikepacking. Ya a la venta en nuestra tienda

Arriba: imagen de la primera edición de la Transiberica Ultracycling, co-organizada por Mazón (Foto: @peterofthespoon) / abajo: otro momento de la AMR (Foto: Nils Laengner)